Al llegar a destino, bajó del colectivo y caminó un poco mas tranquilo hacía la casa de sus padres. Las veredas estaban cubiertas de hojas, el otoño dejaba un rastro color cobrizo a su paso. Soplaba un viento lo suficientemente fuerte para despeinar su cabello rubio. Paró un momento y buscó en su mochila su gorro de lana negro, un viejo regalo de su abuela. Se preguntó si ella lo querría igual si supiera su elección sexual, si aceptaría a su novio como nieto. Era una pregunta que jamas tendría respuesta, había muerto cuando el joven tenía 15. Pero de solo pensarlo sintió como su corazón se rompía en pedacitos. La poca familia que tenía desconocía la situación actual, sus primos seguían en contacto con él. No quería pensar que ocurriría el día que se enterasen de que tenía novio y que sus padres lo habían echado de la casa. ¿Lo querrían igual? Sus ojos dejaron caer una pequeña lagrima solitaria, no podía permitirse pensar eso ahora, debía ser fuerte, debía seguir adelante. Continuó su caminata con los nervios cada vez mas notorios. El miedo de volver a ver a su padre aparecía por momentos, pero su madre le había dejado en claro que serían ellos dos solos, sin nadie mas. De forma muy breve, le había dicho que el señor Park no tenía nada que decirle y que seguía firme en su pensar. A Jimin le dolía saber que su padre lo negaba como hijo, pero en el fondo sentía un gran alivio de no tenerlo mas en su vida. Pero la historia con su madre era diferente, ella quería verlo una vez mas. El joven no tenía idea que esperar de ella, se sentía tan decepcionado de ella. La sola idea de volver a verla le causaba angustia, aquella mujer había mirado a un costado cuando peor la estaba pasando, lo había dejado solo, totalmente huérfano de protección.
Y no solo cuando había permitido que su padre le pegase, su madre siempre lo había dejado a la deriva, desprotegido. Mientras caminaba, los recuerdos lejanos de aquel hombre volvían, y recordaba lo mucho que sus padres lo adoraban, lo insistentes que eran en que lo quiera como si fuera su tío. ¿No se daban cuenta que ese hombre era un enfermo? Jimin se lo había intentado decir tantas veces, pero su madre no lo entendía. ¿No se daba cuenta que lo tenía amenazado? Jamas iba a entender porqué su madre había sido tan ciega, dudaba que existiera ese famoso instinto maternal. ¿Por qué todo tuvo que llegar tan lejos? Si ella hubiera oído sus pedidos de auxilio, la vida de Jimin no hubiera sido un infierno. Si lo hubiera cuidado mas en vez de trabajar tanto, si tan solo hubiese charlado con él en las noches. Toda su adolescencia necesitó a una madre que brilló por su ausencia, una mujer que le exigía demasiado pero que no le enseñó que era un abrazo. Siempre estuvo solo, fingiendo ser lo que sus padres esperaban de él. Vivió con miedo de que descubrieran quien era realmente, ocultando sus gustos, negándose a si mismo quien era realmente. Pero todo eso había quedado atrás, hoy su vida era muy diferente, no tenía que ocultarse ni fingir, ya no necesitaba mascaras. Hoseok había dado vuelta su mundo por completo, le había enseñado a amar y amarse, a ser libre, a vivir. Un simple baile, una típica clase, una caída que cambió su vida para siempre. La terapia lo estaba ayudando a aceptar su pasado, a convivir con el sin mirar atrás. A ser fuerte y poder enfrentar la vida en cada prueba que se le presente, a animarse a disfrutar sin miedo a romperse. Intentar ser feliz, amar la vida que tenía. El verdadero Park Jimin había salido a la luz y no volvería atrás, no quería. Quería tener la vida que merecía de una vez por todas. Y para eso, había que cerrar el último capitulo de esta historia de dolor y pesadillas entre saltos de ballet.
Al llegar a su viejo hogar, se paró frente a la puerta y suspiró. Sus manos temblaban, respiraba con dificultad. Tocó el timbre y esperó, aquellos dos minutos fueron los mas largos de su vida. La gran puerta se abrió, aquella mujer lo miraba por primera vez en semanas, no lo reconocía. Algo había cambiado en la mirada de su hijo, sus ojos tenían otro brillo, estaba parado con firmeza frente a ella, con madurez. Su expresión era seria, lo notaba algo nervioso, pero con decisión para estar parado frente a ella. Un frío recorrió la piel de la mujer, dándole un leve escalofrío. Tenía una extraña sensación en su pecho, pero no comprendía realmente que le ocurría. Supuso eran los nervios de volver a ver a su hijo, luego de aquella noche oscura. Tantas cosas que no pudo decir aquel día, sentimientos atragantados en su pecho. Tanto dolor por no haber hecho suficiente por su hijo.
-Hola mamá.-pronunció el menor, mirándola a los ojos. Jugaba con sus manos, nervioso por la situación.
-Hola Jimin, me alegra volverte a ver.-respondió la mujer, con la voz un poco quebrada.
Contuvo sus lágrimas y lo invitó a pasar. El menor entró y dejó su mochila apoyada sobre el sillón del living. Se dirigió en silencio a la cocina y tomó asiento. Su madre le preparó un te y le convidó galletitas de coco, las favoritas de Jimin. Había tanto que hablar, tanto que entender. El dolor en el pecho de la señora Park crecía cada vez mas, pero no quería pensar en ello, no podía ser un mal presentimiento, no debía atraer malas energías. Necesitaba pedirle perdón, quería arreglar sus errores, no podía perder a su único hijo. Lo que ella no se había dado cuenta es que hacía mas de un mes que había perdido a su hijo, y que no había vuelta atrás. El último capitulo de Jimin era ella, necesitaba cerrar ese libro de terror. Era hora de empezar de cero, había llegado el momento de decirle adiós.
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Just Dance [HOPEMIN]
FanfictionJung Hoseok es un ex bailarín retirado que da clases en una de las academias mas prestigiosas de Seoul. Park Jimin es uno de sus alumnos mas talentosos y con una mirada demasiado dulce...hasta que su profesor decida terminar con toda su inocencia.