CAP 46

420 48 8
                                    

El viaje de vuelta a casa transcurrió en silencio, Jimin tenía la mirada perdida y Hobi no despegaba su vista de la carretera. Ambos sabían que no era momento de hablar, que esa falta de palabras era necesaria. Ni siquiera encendieron la radio, el único sonido que podían percibir eran sus respiraciones. El mayor intentaba comprender la situación, aunque sentía que había una pieza del rompecabezas que le faltaba. No quería preguntar demasiado, la psicóloga le advirtió que era un tema complejo. Quería ayudarlo, hacer lo imposible por verlo bien. Pero a esta altura sus ideas se desvanecían en el viento nocturno de otoño. En 24 horas todo se había vuelto un caos, del cual esperaba poder salir junto a Jimin.

Al llegar a su hogar, Hobi estacionó el auto y ambos bajaron, sin pronunciar palabra alguna. Caminaron hasta el edificio y se adentraron en el, saludaron amablemente al señor que cuida la entrada y siguieron su rumbo hasta el ascensor. Esperaron un par de minutos hasta que las puertas se abrieron, por suerte no había nadie dentro. Ingresaron en el, el mayor apretó el botón que los dirigía a su departamento y observaron las puertas cerrarse. El pequeño se acurrucó en el cuerpo del mas alto, quien lo rodeo con sus brazos y acarició su cabello. El pecho de su novio era su lugar seguro, donde podía sentirse en paz. Deseaba con todas sus fuerzas que jamás lo deje, porque no lo soportaría. Bajaron del ascensor y caminaron en silencio a su departamento. El mayor abrió la puerta y se metieron dentro. Jimin fue directo al cuarto y se tiró en la cama, estaba realmente agotado. El moreno lo observaba recostado contra el marco de la puerta, sin decir palabra alguna.

-Hyung...vení a dormir conmigo...-dijo el menor, su voz sonaba triste.

-Deberías ponerte el pijama primero...Iré al baño a darme un ducha rápida, mientras ponete el pijama, ¿Si?-respondió el mayor.

El rubio asintió y vio como su pareja se perdía de su vista para ir al baño. Se quedó mirando el techo, a lo lejos se escuchaba el agua de la ducha caer. Se preguntaba como podía aguantarlo, no comprendía como podía tolerar tanto. Por momentos se cuestionaba si su novio en realidad no era un humano sino mas bien un ángel. Jamás se imaginó que alguien lo querría tanto, era algo que ni en sus mas locos sueños ocurría. Recordaba que cuando lo conoció, le daba algo de temor pero a la vez curiosidad, Hoseok era alguien callado y serio. A medida que iban pasando las clases, se iba sintiendo mas y mas atraído a él, pero de una forma meramente sexual. Era la clase de varón que él deseaba, y eso lo volvía loco. Sus fantasías eran cada vez mas recurrentes, mas oscuras, sin limite alguno. Comenzaron a interactuar mas, Jimin no controlaba sus nervios, era muy evidente que le gustaba. El mayor se mostraba amable con él, se preocupaba, lo cuidaba, lo defendía. Algunos hechos graciosos bajo los efectos del alcohol, nudes que jamás creyó sacarse y mucho menos mandar, besos a escondidas, sexo oral en el auto, situaciones al limite que lo volvían loco. La pelea, el distanciamiento, las eternas dudas en esos meses de soledad. Las cosas que había hecho mal, los tontos pensamientos que invadían su mente. Heridas de guerra en su piel, cubiertas de vendas. Pequeños raspones hechos con sus pequeñas uñas, tapados con curitas con dibujos de ositos. En seis meses había atentado dos veces contra su vida. Sus amigos cuidando de él, incluyendo a Yoongi, el novio de Jungkook, a quien conoció en medio de la sangre, el sudor y las lágrimas. Sentimientos a flor de piel, lágrimas nocturnas, sensación de rechazo por las mañanas. Días sin comer, padres que jamas notaron su delgadez, su salud mental en bancarrota. De vuelta a la vida gris, monótona, aburrida. Dos meses eternos, en donde se sintió muerto en vida. El mensaje que lo trajo a la vida, la ofrenda de paz, la falsa indiferencia al hablar. Fingir que todo estaba bien, jugar a ser actor, el miedo a estar tan cerca de nuevo. Viejas heridas que vagaban por su mente, tomar consciencia de que sus sentimientos eran mas profundos de lo que creía. No poder soltar ese pasado que tanto dolor le causó, no salir de ese lugar tan oscuro. Un ensayo, volver a reír juntos, un abrazo, el perfume que tanto había extrañado, aquellos brazos rodeándolo. La tan esperada muestra, volver a bailar, volver a sentir. Situaciones fuera de control, encuentros con el diablo, el pasado a la vuelta de la esquina, preguntas que por fin eran respondidas. Cabos sueltos que se unían, todo giraba en torno a secretos y mentiras. El beso que dio inicio al nuevo comienzo. Jugar a amarse a escondidas, con miedo a que los descubran, aunque todo era mas divertido en las sombras. Querer gritar la verdad, pero detenerse por miedo a arruinarlo todo. Odio que crecía en su pecho, desprecio a sus padres por no dejarlo vivir. Planes en secreto, el por qué le seguía diciendo Hyung, adrenalina en el ascensor. Su primera vez, sentirse plenamente vivo, sus cuerpos fundiéndose entre si. El primer te amo, la primer noche juntos. El día siguiente, las risas compartidas con sus amigos, la felicidad que lo invadía. Discusión con sus padres, su momento de paz arruinado, llanto en soledad. La llamada que calmó la tormenta, poder dormir en paz. La merienda, su primer foto juntos, stalkear el instagram de Hobi. Descubrir en el medio de esa locura que Taehyung ocultaba algo, reírse de sus tonterías. Una madre que lo reclama, volver a la casa, la ruina se avecinaba. Violencia, furia, sangre...pequeños detalles de la peor noche de su vida. El odio y desprecio de sus padres, su salud mental arruinada. Huir del infierno, buscar aquellos brazos que lo todo lo curan. Cuidados intensivos, demasiada protección. Caprichos, jadeos y querer sentirse vivo. En tres días había tenido sexo dos veces, pero parecía que todo hubiera ocurrido en un mes. Dormir juntos, la calma aparecía en sus sueños, ya no había pesadillas. Volver a su casa, hacer los bolsos, no olvidar la comida del gato. Ordenar todo, permitirse llorar un rato, dejar todo impecable. Ir a la psicóloga, tener la sesión mas fuerte de su vida. Alucinaciones, un mal viaje, su novio en la puerta. Acurrucarse en su pecho para sentirse protegido, que su esencia invada sus sentidos. Acostumbrarse a que ese departamento ahora era su hogar. Ese techo que estaba mirando, sería el techo que miraría de ahora en mas, cada vez que se ponga a pensar todo lo que vivió en estos últimos meses. Esa habitación sería cómplice de sus lágrimas, de sus deseos, de sus sonrisas. Su vida era un caos, dudaba de todo. Se sentía angustiado, deprimido, vacío. Pero lo único que lo mantenía vivo era recordar que su vida cobró algo de luz cuando Hobi se adentró en ella.

-Bebé...-la voz del mayor lo sacó de aquel trance nostálgico. Se había sentado junto a él, ya estaba con su pijama puesto. Jimin se miró a si mismo y se percató de que aun no se había cambiado. Se levantó, se desvistió y se colocó el pijama. Cuando estuvo a punto de acostarse, el mayor lo detuvo.

-Jimi...debes tomar esta medicación...me lo dio el psiquiatra que trabaja junto a tu psicologa...es para que te tranquilices. Por favor, tómala. Te traje un vaso con agua.

El pequeño asintió, tomó la pastilla y un trago de agua. Sus ojos estaban vidriosos, hacía tanto tiempo no lo medicaban. 

-Muy bien mi bebe, hora de dormir.

Volvió a acostarse junto al moreno, se acurrucó en su pecho, realmente amaba su perfume. Hobi lo apretó contra él y lo lleno de besos y caricias. Jimin sonrió por última vez antes de quedarse profundamente dormido, con esa sensación tan dolorosa en su pecho. Lo amaba, y eso lo angustiaba. 

Porque era débil.

Porque estaba roto.

Porque no era suficiente para él.

Porque nadie jamas lo querría así.

Porque no quería perderlo.


Just Dance [HOPEMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora