Just Dance [HOPEMIN]

CAP 38

Al entrar a su casa, Jimin se dirigió al comedor, donde al ver una luz encendida, dio por hecho que allí estarían sus padres. Y efectivamente estaban ahí, ambos de pie, mirandolo fijo. Se respiraba un ambiente tenso, se notaba el enojo del padre con tan solo ver como cerraba sus puños, conteniendo la ira. Su madre estaba cabizbaja llorando en silencio, angustiada y rota por dentro. El joven tenía un extraño presentimiento, o mejor dicho, un terrible presentimiento. Le temblaban las piernas, pequeñas gotas de sudor frio recorrían su columna. Estaba muy asustado sin siquiera saber que ocurría. Pero tenía claro que se avecinaba una noche oscura.
El señor Park decidió romper ese maldito silencio que los torturaba en la sala e increpó a su hijo.

-Jimin, ¿Hay algo que quieras decirnos?-preguntó el hombre acercandose al rubio. Por inercia, el pequeño retrocedió.

-N-no...no se...de que...hablas...-tartamudeó.

-SABES MUY BIEN DE LO QUE HABLO-Gritó.

-Por favor...promestiste mantener la calma...-susurró la mujer tomando del brazo a su esposo, intentando detenerlo. Pero fue en vano, la empujó contra la mesada.

-¡Mamá!- sollozó el menor al ver la situación.

-Dejá de llorar y contestame pedazo de mierda-pronunció el padre. En su tono de voz se podía percibir no solo veneno y asco, sino también dolor, decepción, tristeza. Sentimientos ocultos bajo la furia y la violencia de un hombre que no lograba razonar de forma sensata. Un hombre críado de forma estructurada y cerrada, donde el rosa es de nenas, los autitos el mejor regalo para un niño y dos hombres besandose es enfermo. Un hombre que había descubierto no solo que su hijo era gay, sino que mantenía una relación con su profesor de danza. Y se enteró por una foto. Una maldita foto en una red social, la cual vio mucha gente, entre ellos familiares que le mandaron mensajes, curiosos de saber si Jimin tenía novio. En su cabeza no cabia un escenario peor que la misma realidad.

-pero...que...

-DIJE QUE HABLES CARAJO-gritó el hombre mientras le daba el primer cachetazo a su hijo.

-NO LO LASTIMES- rogó la madre a los gritos.

Jimin puso su pequeña mano en su rostro y sintió el ardor del golpe recorrer su mejilla, las lágrimas recorrían su rostro, era una pesadilla. Pero sabía mejor que nadie lo que su padre quería saber. Era hora de enfrentarlo, de decir la verdad, de bancarse lo que venga. Porque esta vez no iba a ser tan fácil huir.

-Soy gay. ¿ESO QUERÍAS OIR? SOY GAY, ME GUSTAN LOS HOMBRES, JAMAS EN MI PUTA VIDA ME GUSTARON LAS CHICAS, TE JURO LO INTENTE PERO NO HUBO CASO, SOY GAY PAPÁ.-gritó con la voz rota, quebrando en llanto.

El señor Park golpeó la pared con fuerza, intentando expulsar la ira de su cuerpo. Miró a su hijo con asco y lo empujó contra la pared con fuerza, logrando que se golpee un poco la cabeza.
El menor quedó atontado y se sentó en el suelo, adolorido. El hombre lo pateó con fuerza, logrando que el pequeño grite. De fondo se podía oir a su madre llorando sin parar, pero tampoco intentó detener a su esposo. ¿De que servía llorar si tampoco movió un dedo por su hijo?

-ANDATE ANTES DE QUE TE MATE, MALDITO ENFERMO.-sentenció el adulto.

Jimin se tocó cerca de la nuca y sintió un leve ardor. Miró su mano y vio sus dedos con algo de sangre. Se levantó como pudo y subió a su cuarto. Aun algo mareado por las golpizas,tomó su celular y pidió un uber. Agarró su mochila y metió a su gatito dentro, no iba a dejarlo ahí. No llevaba ropa, tampoco sus cosas de la facultad, realmente en ese momento solo le importaba su gatito. En otro momento iría en busca de sus cosas, pero ahora debía irse. Bajó las escaleras, dirigiendose a la salida.
Escuchó como sus padres discutían entre sollozos y gritos. Salió y vio el uber llegar. Subió al auto y saludó al chofer educadamente.

-Buenas noches señor.

-Buenas noches pequeño...¡Ey, estas herido! ¿Te llevo al hospital?

-N-no...lleveme a donde le indiqué. Mi...novio...me va a llevar.-pronunció con la voz rota.

-Bueno, me dejas mas tranquilo.

Jimin le mandó un mensaje a Hobi, avisandole que iba a su casa. El mayor le preguntó si algo había ocurrido, pero prefirió no responderle. En un rato llegaría a su casa e iba a explicarle lo sucedido. El viaje fue en silencio, la mente del pequeño daba mil vueltas. Su padre lo había golpeado como nunca antes en su vida. Y de esto no había vuelta atras.