No era fácil aceptar que sus padres tuvieran el poder de elegir con quién pasaría el resto de su vida. Y mucho menos lo era, tener que casarse con un hombre que ni siquiera le gustaba.
Había visto a su futuro marido dos veces, la primera cuando eran niños, y luego de adolescentes, no viendo muchos cambios en su aspecto. Martin Kramer era un muchacho de ojos azules, cabello castaño claro y con sobrepeso.
Si bien tenía una personalidad bastante simpática, a Eliana Menzel no le gustaba en lo más mínimo. ¡Ella no lo quería como marido!
Con dieciocho años, Eliana sabía que ella no debería estar pensando en un futuro esposo, en casarse ¡Ella quería ir a la universidad! Tenía muchos sueños y proyectos, que se verían truncados muy pronto, siendo muy joven.
—Vine lo más pronto que pude ¿Que necesitas? —sonrió una muchacha de cabello castaño y grandes ojos verdes.
—Iva, necesito tu ayuda, es urgente.
—De acuerdo ¿Con qué? —le inquirió preocupada.
—Se suponía que debía casarme en ocho meses, para primavera, pero... Pero logré convencer a mis padres de esperar un año más.
—Eso es un gran avance, yo cuando tuve que casarme, me casaron igual —rio, resignada—. No me quedó más que aceptar la vida que seguía. Lo único positivo, es que mi marido me dejó estudiar algo —suspiró.
—Es que a mí no me importa si Martin me deja estudiar, o no ¡Yo no me quiero casar! ¡No me gusta! —exclamó frustrada.
—No tenemos opción, Eli, pero si logras llevarte bien con tu marido, no es tan malo. Tienes un compañero de vida con quién compartir tus cosas... Aprendes a quererlo, o tenerle cierto aprecio, no sé.
—¿Tú amas a Héctor?
—El amor es una palabra muy grande, Eli —sonrió levemente.
—Exacto, jamás llegamos a enamorarnos y amar a nuestros maridos, esto es una completa mierda, yo no me quiero casar.
—Entiendo tu frustración, pero no para qué me quieres aquí.
—Tú eres entrenadora personal, quiero que lo cambies ¿Sí? Que lo modifiques un poco, para qué en la noche de bodas, no me dé tanto asco acostarme con él. Y claro, no terminar en la guardia de un hospital por terminar aplastada.
—Eli, no digas eso, suena muy mal. Entiendo que estés molesta, pero es muy hiriente.
—¿Tú lo viste? ¡Debe pesar como 150 kilos!
—De todos modos, será tu marido, y aunque no lo fuera, le debes respeto como persona.
—Sólo espera y mira —le dijo molesta, buscando en su celular una foto, hasta hallarla para mostrarle—. Esta foto la subió la semana pasada.
Ivanka tomó el celular, y observó al muchacho. Sí, quizás tenía unos ciento veinte kilos, o un poco más, era un hombre bastante alto, corpulento. Cabello algo ondulado, ojos azules, y una sonrisa bonita.
—¿Y bien? ¿Es un manatí o no?
—Creo que es un muchacho muy encantador, sólo tiene un desorden en la alimentación y-
—Iva, si tú lo puedes cambiar, aunque sea que llegue a los noventa kilos, te estaré agradecida toda la vida —la interrumpió suplicante—. Por favor, ayúdame, en serio no quiero que mi primera vez sea un recuerdo horrible.
—De acuerdo, hablaré con el muchacho, y veré qué podemos hacer. Pero recuerda, Eli, todo dependerá de él. Si él no quiere cambiar, si no cambia sus hábitos, no podré hacer mucho.
—E-Está bien.
Ivanka sonrió suavemente, tomándola de las manos. La entendía, había pasado por lo mismo. Su marido tampoco le gustaba, pero él la respetaba.
...
Ya que terminamos con "El lechero", quería una nueva historia con algo de comedia 💓 y que además, tocará un tema como lo es el sobrepeso ❤️
(Uy sí, mucha "comedia" 🙄
Esta historia fue publicada por primera vez en 2019, hace menos de cuatro años ❤️)