—Yo... Lo estuve pensando, y quiero irme de aquí con Natalie. No me importa el dinero que me lleve, me llevaré a la bebé de este lugar.
Sus padres la miraron confundidos, aturdidos por tan repentina decisión, que les estaba dando en medio del desayuno.
—Pero no puedes irte sola ¿Quién te ayudará con la bebé? ¿Cómo harás para trabajar y cuidarla? ¿Dónde vivirás? Eliana, aquí nos tienes a nosotros, a tu familia, que te ayudaremos en todo lo que necesites. Pero si te vas, estarás sola, y el mundo afuera, es muy distinto a lo que tú conoces —le dijo su padre, intentando razonar con ella.
—Es que ustedes no lo entienden. La gente no habla cuando estoy, pero sé muy bien lo que piensa de mí y de mi hija. La familia de Martin ha quedado como la víctima de todo esto, cuando no fue así. No puedo seguir viviendo aquí, no puedo... Me desespera tener que salir. No puedo salir tranquila, no puedo ir a comprar ni llevar a mi hija a pasear.
—Tal vez podríamos mudarnos a la casa de verano —propuso su madre, como una opción más viable—. Está lejos de aquí, y estaremos contigo. Eli, entiende que si tú decides irte sola, no podrás. Natalie es muy pequeña aún, y no puedes dejarla al cuidado de cualquier desconocido, para que tú puedas estudiar o trabajar.
Asintió con la cabeza, sintiendo un nudo en su garganta.
—S-Sí, la casa de verano está bien por ahora. Yo sólo quiero irme de aquí.
—¿Y cómo arreglarás las visitas con Martin? La casa de verano está a dos horas de aquí —le recordó Iván.
—Él es el que menos me interesa, no me importa si no puede venir a ver a la bebé todos los días. Mejor para mí si eso ocurre —pronunció seria, desinteresada.
—Hija, deben actuar como adultos y dejar sus diferencias de lado cuando se trate de la niña. Te guste o no, es su padre, y si muestra interés por ella, y quiere estar en su vida, no puedes negárselo.
—Que muestre interés o la "quiera", no cambia el hecho de que no sea una buena persona. No lo quiero cerca de mi hija, cuanto menos tiempo esté con él, mejor será para ella.
***
Observó a su hija, que estaba en un asiento para bebés, con su cinturón y chupón, mirando lo que ella hacía, y sonrió, tirándole un beso.
—Como te amo, hermosa. Tú quédate quietita allí, mientras guardo nuestra ropa.
La niña estaba sobre la cama, y ella estaba preparando las maletas. Varias maletas estaban ya con su ropa, no por nada ocupaba una habitación como armario, y luego seguiría el armario de la pequeña.
—Hay mucha ropa aquí, tendremos que decidir que llevar, y lo otro regalarlo. La casa de verano no es tan grande como esta —le habló a su bebé, decidiendo que faldas guardar.
—Eli, Martin está en la sala —le dijo su madre, entrando en la habitación—. Creo que es un buen momento para que hablen. Con tu padre íbamos a ir a hacer las compras de la semana ¿Quieres qué nos quedemos hasta que él se vaya?
—No, vayan, no te preocupes, estaremos bien —pronunció con molestia, tomando a la bebé en brazos.
—¿Segura?
—Sí —le aseguró sin mirarla, dándole un beso a su hija en la frente.
—Ya que estarán solos, podrías contarle que nos iremos.
—Sí, eso mismo haré, no te preocupes, estaremos bien.
—De acuerdo —sonrió acariciándole la cabeza a la niña—. No nos tardaremos mucho.
—Descuida, mamá.
Salieron con su madre de la habitación, y la joven frunció el ceño al ver a Martin, esperando sentado en uno de los sillones.
—Hola.
—Hola —pronunció sin mirarlo, acomodándole la ropa a la niña, para dársela.
—Hola, preciosa —sonrió enternecido—. Papá te extrañó mucho ayer, bonita.
Eliana salió de la sala, y fue por un vaso de agua a la cocina. No quería escucharlo, ni verlo. Ni siquiera sabía porqué no había venido el día anterior, y tenía la esperanza de que se ausentara más tiempo.
Pero no, ahí estaba.
Regresó unos minutos después a la sala, y lo vio hablándole a la bebé, mientras su hija lo miraba atenta, sonriendo. Su pequeña ya tenía dos meses, y era lo más dulce que había conocido en la vida.
—Estuve en el hospital, por eso no pude venir ayer a verla. Y mis padres no tenían tu número para avisarte.
—Aunque lo hubiesen tenido, no me habrían avisado de todos modos —le dijo tajante.
—Me tienen que operar, estaré unas cuatro semanas aproximadamente sin poder trabajar, y haciendo reposo, por lo que tendré más tiempo para venir a verla.
—En dos días nos vamos,
—¿A qué te refieres con eso? ¿A dónde se van?
—Nos vamos a vivir a la casa de verano.
—¿Qué? No, no puedes hacer eso. Queda muy lejos de aquí, y... no podré ver a la bebé. Eliana, sé que estás muy molesta conmigo, que te lastimé, pero no puedes separarme de mi hija.
—A mi no me interesa que es lo que tú creas, Martin. Yo sé que es lo mejor para mi hija, y vivir aquí, no lo es. Estoy harta de no poder salir tranquila a la calle con ella.
—I-Intentemos llegar a un acuerdo, no quiero perder a la bebé —le dijo angustiado—. Sé que con mis acciones no demostré ser un buen hombre, que no lo fui contigo, pero quiero a la niña.
—Ven a verla entonces en la nueva casa, pero no me quedaré aquí.
—Entiende que por casi un mes estaré haciendo reposo, que me tienen que operar, no puedo viajar hasta allí.
—Ese ya no es mi problema, Martin.
—Dame un mes, eso es lo único que te pido, dame un mes para que pueda reponerme, y luego múdate si quieres.
—No, me iré en dos días, y cuando tú te operes, y te recuperes, ven a verla entonces. Yo aquí no pasó un día más de lo previsto. Me voy.
...