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—Hola, tú debes ser Martin —sonrió Ivanka, observando al muchacho sentado en una banca, en la plaza donde habían acordado entrenar.

—Sí, y tú debes ser la amiga de Eli, Ivana ¿Verdad?

—Ivanka —sonrió dándole la mano—. Un gusto conocerte.

—Lo mismo digo.

—Entonces ¿Sabes por qué estoy aquí? —le dijo en un tono amable, sentándose junto a él.

—Ah, sí —pronunció bajo, rascándose la nariz—. Porque mi futura esposa no me acepta como soy.

—Martin, yo quiero que seas sincero conmigo ¿Tú realmente quieres hacer esto?

—Supongo que sí, Eliana es como una Barbie, y yo... Pues yo soy como Ken luego de haberse comido a los tres hermanos.

Ivanka observó incómoda al muchacho, ignorando su comparación.

—Para hacer esto, tú debes querer hacerlo, tú debes querer cambiar tus hábitos. Eso incluye tu alimentación, el sedentarismo, tu mente.

—Nunca fui bueno haciendo dietas.

—Habrás hecho regímenes muy estrictos, nosotros iremos de a poco, que te vayas adaptando al cambio, para qué adoptes luego una vida más sana y saludable.

—¿Cuánto tiempo me llevaría bajar de peso? ¿Llegar a mi peso ideal?

—No sé aún cuántos kilos debes bajar, pero de seguro varios meses. El cambio debe ser continuo, tienes que adoptar un nuevo estilo de vida, entender que es lo mejor para ti, y eso no quiere decir que no pueda juntarte con tus amigos a tomar una cerveza, comer unas papas, una hamburguesa ¿Entiendes?

—Sí ¿Y cuándo empezamos? Me caso en un año —sonrió.

—Mañana mismo, te reservé una cita con una amiga mía que es nutricionista, ella te dará un plan alimentario, y trabajaremos en conjunto ¿Te parece?

—Claro.

***

Estaba terminando la cena, justo para cuando su marido estaba regresando a su hogar. Ella debía ocuparse de atenderlo y satisfacerlo en todo momento.

"El deseo de la mujer, es el deseo del hombre"

Ivanka pertenecía a una pequeña comunidad conservadora, que muchos los denominaban como gitanos, por algunas costumbres, aunque no fuera así.

Eran personas muy conservadoras y religiosas, que hacía más de cinco décadas, habían decidido crear aquello. Sus abuelos habían sido parte de los fundadores de aquella comunidad.

Escuchó la puerta abrirse, y se apresuró a poner los platos sobre la mesa, antes de que su marido entrara a la cocina.

—Huele bien ¿Qué has preparado?

—Lo que tú querías, cariño. Pollo al horno con salsa de champiñones y papas.

—Pues parece que ha quedado muy bien —le dijo entregándole un pequeño ramo de flores.

Era un detalle que él siempre tenía con ella, traerle flores todos los días cuando regresaba de su trabajo.

—Me han dicho que te vieron en la plaza con el futuro marido de Eliana —le dijo mientras ella sacaba la bandeja del horno.

—Sí, lo ayudaré un poco a hacer ejercicio, quiere verse bien para su boda.

—¿Para su boda o para ella? Esa muchachita debería entender que la imagen no es lo que cuenta ante nuestro señor, sino el valor de la persona con quién se va a casar.

—Ella es muy jovencita aún —sonrió tomando su plato para servirle—. Es entendible que tenga este tipo de inseguridades.

—¿Y tú? ¿También las tenías? Creo que nunca hemos hablado de eso.

Ella lo miró sorprendida por la pregunta, y negó con la cabeza, sonriendo.

—Fui criada para esto, supongo que nunca pensé en eso tampoco.

—Pero si tuvieras la posibilidad de elegir ¿Qué habrías hecho?

—No lo sé —pronunció bajo, dejando el plato frente a él, antes de darle la espalda para servirse ella.

—Pues yo te trato bien ¿Verdad? No veo porque tendrías inconvenientes conmigo.

—No, ninguno —le dijo con una leve sonrisa, sentándose frente a él.

Héctor la observó, y tomó un poco de vino, mientras ella estaba con la mirada baja, hacia su plato.

—¿Te hiciste el test hoy?

—A-Ah sí, pero... Fue negativo también —murmuró sin mirarlo, cortando un trocito de papa.

—No lo entiendo, llevamos seis años casados, y no hemos tenido ni un hijo. Creo que sacaré una cita con esa doctora, no es normal que no hayas podido quedar embarazada en este tiempo.

Ella asintió con la cabeza, sin mirarlo. Su marido no lo sabía, pero ella estaba tomando pastillas anticonceptivas. Ivanka tenía veinticuatro años, y sentía que aún era muy joven para tener hijos.

No se sentía preparada para tener un bebé todavía.

...

Apuesto a tu medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora