—Semana 1 de entrenamiento—
—Muy bien, vamos a pesarte ahora —sonrió Ivanka, entrando con él al consultorio.
—No creo que sea buena idea que entres conmigo.
—¿Por qué?
—Porque tendré que sacarme la ropa y eso. A tu marido no le gustará saber eso.
—Mi marido sabe que esto es parte de mi trabajo, vamos —sonrió.
Luego de unos minutos, de que la doctora hablara con él, para saber si estaba siguiendo con la dieta, llegó el momento de pesarlo.
—No quiero ver —murmuró desviando la mirada.
—De acuerdo, yo veré por ti —sonrió la castaña, dándole unas palmaditas en el hombro.
Luego de que subiera, y esperar que la balanza marcara su peso, Ivanka sonrió ampliamente.
—Mira esto, Martin ¡Has bajado un kilo y medio! Eso es muy bueno ¡Felicidades!
—¿De verdad? —pronunció sorprendido, mirando hacia abajo.
—Así es, lo has hecho muy bien ¡Estoy orgullosa de ti!
Él la miró a los ojos y sonrió.
—Gracias por creer en mí.
—Es un trabajo en equipo, y espero que sigamos trabajando del mismo modo —sonrió orgullosa la castaña—. Y a éste ritmo, llegarás muy bien a tu boda.
—¿Crees que seré finalmente el Ken para mi Barbie?
—Sí —sonrió suavemente.
***
Estaban cenando con su marido, ella como siempre con la cabeza gacha, ya que era una muestra de respeto al hombre de la casa, cuando lo escuchó carraspear.
—Saqué una cita con la doctora Stuart, mañana a las ocho tenemos que estar en su consultorio.
—Me parece bien, cariño —le dijo tomando con su tenedor un trocito de zanahoria.
—Cuando termines de comer, quiero que te bañes, y me esperes en la cama.
Ella se detuvo al escuchar aquello, y luego asintió con la cabeza, fingiendo una leve sonrisa.
—Sí.
—No te demores con los platos, deja todo así —le dijo antes de limpiarse las manos, y levantarse.
Ivanka miró su plato, y luego lo alejó suavemente de ella. No le gustaba hacer aquello, no se sentía cómoda. Él a veces se esforzaba por querer hacerla llegar, y ella se ponía tan nerviosa, que terminaba siendo frustrante para ambos.
Fue a su habitación, escuchando la televisión de la sala encendida, y buscó una toalla y ropa interior, antes de meterse en la ducha.
Abrió el agua, y su cuerpo se estremeció al sentir el primer chorro de agua fría.
"—Quiero que te relajes, y me beses.
Ella miró a su marido, en aquella noche que solía ser tan importante para las mujeres, y asintió con la cabeza, sintiéndose muy nerviosa."
Pasó suavemente el jabón por su cuerpo, cerrando los ojos, estremeciéndose al llegar a su zona íntima.
"Sus ojos se cubrieron de lágrimas al sentir que entraba por primera vez en ella, y ahogó los sollozos en su garganta, aguantando el dolor y la incomodidad que sentía en ese momento.
Y así estuvieron varios minutos, hasta que él se corrió en ella, jadeando. Ivanka siguió en la misma posición, tensa, quieta, sintiéndose tan pequeña y desamparada bajo el cuerpo de ese hombre."
Secó su cabello, y luego decidió llevar la ropa interior a su mesa de noche, saliendo solamente envuelta en una toalla del baño. De todos modos, él iba a quitarle las prendas, y cuanto menos tuviera, más rápido lo haría.
Vio entrar a Héctor a la habitación, y se subió a la cama, apagando la luz de su velador. No le gustaba tener relaciones con él con la luz encendida, y eso era algo que él respetaba.
Se subió a la cama también, y le quitó la toalla, observándola en la oscuridad. Ivanka cerró los ojos, sintiéndose incómoda, no le gustaba cuando hacía aquello, o se demoraba más de la cuenta.
Se subió sobre ella, y bajó a su cuello, besándolo, acariciándola, quitándose el boxer, antes de masajear su miembro para dejarlo erecto.
La joven castaña se estremeció al sentir que estaba por penetrarla, y apretó sus labios entre sí, al sentir que lo hacía. Respiró profundo, sintiendo su corazón latir con fuerza, cuando él comenzó a embestirla más profundo, más rápido.
Y dejó que su mente bloqueara todo aquel momento, recordando aquellos momento cuando aún era una adolescente, cuando vivía con sus padres e iban de vacaciones con sus hermanos.
Prefirió pensar en sus cumpleaños, cuando sus abuelos iban a visitarla, y le traían de regalo deliciosos dulces. O cuando-
—Ivanka.
Abrió los ojos al escuchar la voz ronca de su marido, y correspondió a su beso, cuando él bajó a sus labios. Sintió como la tomaba de las manos, y las llevaba hacia su espalda, para que lo abrazara.
No entendía porqué ella nunca podía reaccionar a él. No importaba lo que hiciera, sus encuentros siempre eran así. Ella estaba ausente, no sentía nada durante el sexo.
Gruñó contra el cuello de ella, y se corrió en su interior, jadeando.
Ivanka esperó unos minutos, y luego le tocó con nerviosismo la espalda.
—C-Cariño, necesito ir al baño.
—Quédate un poco más así conmigo ¿Sí? —le dijo repartiendo suaves besos por su rostro.
Y no, ella no quería eso, ella solo quería meterse al baño, limpiarse, bañarse en lo posible nuevamente, y tomar la pastilla anticonceptiva.
—¿Sabes qué te quiero? —le preguntó bajo contra su oído, estremeciéndola, acariciado uno de sus pechos.
—S-Sí.
—Quiero que reacciones a mí, quiero que sientas algo por mí —le dijo meciéndose dentro de ella.
Pero aquello, sólo le estaba causando más nerviosismo a la joven castaña. Se sentía atrapada, quería huir de la habitación.
—Ivanka.
—N-No me hagas caso, c-cariño. Termina y luego iré a bañarme ¿Sí? —esbozó una sonrisa fingida.
La miró a los ojos, frustrado.
—A veces siento que me tienes miedo.
—N-No, no es eso.
—¿Entonces?
—S-Sólo termina, Héctor... Quiero bañarme, por favor —le pidió en un tono bajo.
...