Luego de recibir la llamada desesperada de su socio en la comunidad, había tomado un vuelo hasta el lugar, para intentar razonar con Iván.
Sabía que el tipo no sólo quebraría el negocio de los Kramer en la comunidad, sino también que podría quebrar su pequeña empresa láctea afuera. No le costaría nada.
A sus cuarenta y siete años, Iván Menzel tenía varias empresas a su nombre, a nombre de su mujer e hijas. Había invertido su dinero en diferentes rubros, que gratamente habían crecido en los últimos años.
Y todos tenían conocimiento de la adoración que tenía por sus tres mujeres, el tipo sería capaz de cualquier cosa por su mujer e hijas.
—Señor Weber, que sorpresa tenerlo en la mi casa, pase por favor —le dijo en un tono amable Amalia, la mujer de Iván.
—Gracias ¿Se encuentra su marido? Me gustaría poder hablar con él.
—Sí, pase a la sala por favor, en un momento bajará. ¿Qué prefiere, señor Weber? ¿Un té? ¿Café?
—Un café.
—Siéntese, en un momento vendrá mi marido —sonrió la joven mujer de Menzel.
Amalia era once años menor que Iván. Su esposa sólo tenía treinta y seis años, se habían casado cuando ella tenía diecisiete, y su marido veintiocho. Un año después, había llegado su primera hija, Eliana.
Y luego de quince minutos de puro nerviosismo, y que Amalia le trajera su café, Iván apareció en la sala, luciendo tranquilo. ¿Por qué se vería de otra forma? Su empresa, y único ingreso, no era el que corría riesgo de desaparecer.
—Robert, me sorprendió que mi mujer me dijera que estabas aquí —le dijo dándole la mano, antes de hacerle un ademán para que vuelva a sentarse.
—Sí, tú sabes porqué estoy aquí. Yo no tengo nada que ver con los problemas que tienen tu hija y su marido. Entiende que mi hija creyó que ellos estaban separados, eso fue lo que le dijo ese hijo de puta.
—No, no estaba enterado de la situación, ni siquiera sabía que Martin engañaba a Eliana con tu hija.
—Miriam no sabía que aún estaban casados. Ella no es una mala muchacha, es como tu niña, un poco caprichosa y mimada, pero no es mala, jamás se metería en medio de una relación.
—Mi Eliana ha sufrido mucho, pero yo no tengo nada contra ti.
—¿No? —preguntó confundido.
—No, pero ya que me dices que tu hija es inocente, pues que dé testimonio de todo lo que ha vivido con Martin. Qué cuente que ella solo fue una víctima más de sus engaños. Eliana se divorciará de él, y el motivo está más que expuesto ya.
—Por supuesto —le dijo asintiendo con la cabeza—. Nosotros estamos de tu lado, Iván, tú sabes que yo tampoco apruebo este tipo de comportamiento, es inaceptable.
—Claro, y un consejo, Robert, vete de aquí, si sigues con los Kramer, perderás mucho. Es mejor que sigas por tu lado.
—De eso no hay duda alguna, nuestra sociedad se acabó, incluso si tú quieres comprar nuestros-
—Oh, no, con todo respeto, pero no me gustan sus productos —le dijo haciendo una mueca de desagrado—. Nosotros sólo consumimos los productos de mi fábrica. Pronto la comunidad los conocerá también —sonrió.
***
—¿Sí?
"—¿Qué mierda hiciste, Eliana? ¡¿No te cansas de arruinarle la vida a los demás?! ¡Vas a dejar a mis familia sin nada! ¡Por tu culpa ahora tengo que volver a ese maldito pueblo!"
—¿Terminaste? —preguntó desinteresada.
"—No voy a firmarte el maldito divorcio ¡Seguirás casada conmigo de todos modos! Y cuándo llegue-"
—No necesito que firmes nada, Martin, puedo divorciarme de ti sin necesidad de que estés de acuerdo o no. Y tu "novia", declarará a mí favor.
"—Miriam jamás haría algo así, sólo tiene miedo, pero no me traicionaría."
—Confías mucho en alguien con quién sólo tuviste una relación de un poco más de un mes. Pero está bien, cree lo que quieras.
Cortó la llamada, y luego continúo acomodando la ropa en los percheros y armario. Había vuelto a vivir en casa de sus padres, hasta que todo aquello pasara.
No quería seguir en la casa de Martin, y mucho menos estar sola. Especialmente por la familia de él, que no sabía como podían llegar a reaccionar por lo que estaba pasando.
Al día siguiente su mamá la acompañaría al ginecólogo, a hacerse su primer control. No sabía de cuánto tiempo estaba, o si todo estaba bien con el bebé.
Eliana no lo quería, no esperaba un hijo a los dieciocho años, y mucho menos de alguien como Martin, pero tendría al niño de todos modos.
Sus padres le habían dicho que podía darlo en adopción, en caso de que el bebé naciera y ella siguiera rechazándolo. La primera opción era que lo cuidarían ellos, pero Eliana les había dicho que no.
Ya bastante la estaban ayudando, como para también darles su hijo.
Sabía que el niño era inocente, pero ella no estaba preparada para ser madre. En ese momento, no quería un bebé, quizás cuando el pequeño estuviera en sus brazos, sus ideas cambiarían.
O no.
***
—Nos arruinaste a todos ¡A todos! ¿Qué mierda vamos a hacer ahora, Martin? ¡¿Qué vamos a hacer! Más de treinta años trabajando en nuestro negocio ¡Para perderlo todo!
—Lo siento —murmuró con rabia, sin mirar a su padre.
—¡No hacemos nada con eso! A mí no me importa si tienes que arrodillarte para pedirle perdón a esa mujer ¡Pero soluciona esto ahora! ¡¿Qué necesidad tenías de presumirle que estabas con otra mujer?! ¡Estúpido! Si no fueras tan vanidoso ¡Todo seguiría igual!
Su padre había perdido a su socio, su hermano también su trabajo, ya que había puesto un negocio de lo mismo. Eran dos familias que ahora no tenían sustento, y todo por su culpa.
—Quiero que te vayas de mi casa, Martin. No sé cómo vas a hacer, pero soluciona esto ya.
...
Jeffrey Dean Morgan, me parece una buena imagen para Iván Menzel. Un nombre con clase, que intimida y provoca respeto ❤️