Se despertó pasada las dos de la tarde, y al salir de su habitación, se encontró con que Ivanka ya no estaba en su casa, se había ido. Caminó hasta la cocina, para tomar algo de agua, y vio que había una nota sobre la mesa.
La tomó, y leyó lo que la muchacha le había puesto.
"Te hice un poco de estofado, espero te guste. Cualquier cosa que necesites, no importa la hora, llámame.
Te quiero mucho, Iva♡"
Sus ojos se cubrieron de lágrimas, y los secó rápidamente. Ya no quería seguir llorando, había llorado mucho durante toda la noche y mañana.
Tenía los ojos tan hinchado, al igual que su rostro, y sus mejillas irritadas ya.
Tomaría agua, comería el estofado de Ivanka, y luego tomaría una ducha, para después salir a dar una vuelta. Necesitaba despejarse, salir de la casa.
Tal vez andar en bicicleta era una buena opción.
***
—Hola hija ¿Estás bien?
—Sí —sonrió levemente.
Su mamá la observó, sin creer del todo aquello.
—¿Segura? Tu mirada luce triste.
—No me hagas caso —le dijo esbozando una suave sonrisa, antes de abrazarla—. Sólo lo extraño mucho. ¿Papá está en casa?
—No, salió a solucionar unas cosas, creo que regresa mañana por la tarde.
—Ah, entiendo... Quería hablar con él.
—¿Sobre qué? —le inquirió caminando ambas hacia la sala.
—Quería pedirle un préstamo.
—¿Un préstamo? ¿Para qué? ¿Tu marido necesita pagar algo?
—No, no... No es por él, es por mí. Ya que no pude estudiar, me gustaría trabajar. Y pues, yo no sé hacer nada, mamá, es por eso que había pensando en ponerme una tienda de ropa. Le devolveré el dinero cuando tenga ventas.
—¿Y tu marido está de acuerdo con esto?
—Sí, a él no le importa mucho lo que haga.
—¿Te ha vuelto a maltratar?
Negó con la cabeza, sintiendo un nudo en la garganta.
—N-No, además —carraspeó, intentando sonar bien—... Él ahora se fue, para trabajar con el socio de su papá fuera de la comunidad. Así que no nos veremos, no tendremos problemas.
—Sí, en eso tienes razón.
—Entonces ¿Crees qué pueda ayudarme, ma? No espero tampoco un negocio grande, llamativo, sólo algo pequeño, dónde pueda trabajar.
—Estoy segura que tu papá aceptará, lo llamaré luego por teléfono —sonrió.
***
—Martin —pronunció sorprendida la rubia de verlo allí—. ¿Qué pasó? ¿La niña te echó de la casa?
Sonrió divertido y soltó su bolso, antes de tomarla de la cintura y besarla, ingresando con ella al departamento.