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Quería pedirle que parara, que no hiciera más eso, pero su cuerpo pedía a gritos que no se detuviera, que ya estaba cerca. Y con lágrimas en los ojos, jadeó alto, cubriéndose la boca, al sentir su primer su orgasmo, su cuerpo tensarse y estremecerse, sus dedos apretados en las sábanas, y como su intimidad palpitaba.

Sonrió, intentando recuperar el aliento, sintiendo los suaves besos de Héctor subiendo lentamente por su pelvis, quedándose en su abdomen, para pasar sus labios sobre su piel.

Llevó una de sus manos a su cabello, y lo acarició suavemente. No sabía porqué, pero se sentía en "las nubes", feliz, cansada, tantas emociones juntas para descifrar cual estaba primero.

Él llegó hasta su cuello, e Ivanka lo tomó del rostro, para besarlo, sintiéndose más segura de hacerlo. Héctor se colocó entre los muslos de ella, y suavemente la penetró, escuchándola jadear, rompiendo con su beso.

—¿Estás bien?

—S-Sí —le dijo abrazándolo a ella, dándole pequeños besos en el hombro.

Él sonrió al sentir aquel gesto de ella, era la primera vez que participaba en el sexo, y era tan tierna. Le acarició suavemente las caderas, y se meció contra ella, escuchándola jadear bajo, abrazándose con fuerza a él.

—¿Q-Quieres qué pare? —preguntó ronco, en un tono pesado, sin saber cómo haría para hacerlo si ella decía que sí.

—No, s-sigue —gimió, hundiendo su rostro en el cuello de él, sintiéndose apenada de estar sintiendo aquello.

—Bésame, amor —le pidió Héctor, sosteniéndola de las caderas, penetrándola más profundo.

Con los ojos cerrados, y agitada, lo tomó del rostro, buscando los labios de él. Era la primera vez que lo disfrutaba, y no quería que él se detuviera tampoco.

***

Y cuatro malditas horas después, del primer mensaje, Ivanka llegó a la casa de Eliana, con una suave sonrisa. Se notaba a kilómetros la felicidad que tenía encima.

—¿Dónde estabas? ¿Y por qué tenías el teléfono apagado? ¡Me harté de llamarte!

—E-Estaba ocupada —sonrió apenada.

—No importa, ven conmigo —le dijo tomándola de la mano, llevándola a su habitación.

Subieron las escaleras, y Eliana se acostó en su cama. Ivanka por su parte se sentó en el borde la misma, negando con la cabeza cuando la castaña le ofreció una cajita de jugo.

—Entonces ¿Qué querías?

—Voy a ir al grano, porque tenía una explicación súper larga y razonable, pero como te tardaste mucho, pues al diablo con ella. A ti Héctor no te gusta, no lo quieres, y estás por obligación con él. Y a mí no me mueve un pelo el grasoso, pero a ti te agrada, y la pasan bien. Entonces, pensé que sería una buena idea si tú te quedas con la bola de grasa, y yo con Héctor. ¡Todos felices! —exclamó con una gran sonrisa.

Ivanka la miró desconcertada, negando con la cabeza.

—¿Q-Qué? ¿Cómo se te ocurre decir una cosa así, Eliana? Eso suena horrible, y no sé de dónde sacas que no quiero a mi marido, que estoy por obligación con él. Y encima hablar de "cambiar" de pareja, como si de ropa se tratara. ¿Te has puesto a pensar qué-?

—No me vengas con clases de moral —le dijo en un tono aburrido, rodando los ojos, interrumpiéndola—. A ti no te mueve un pelo Héctor, y te cae mejor Martin. No sé porqué te espantas tanto.

—Quiero a mi esposo, y lo respeto, y eso no significa que no me interese. Yo no tengo que demostrar nada, y menos a los demás. ¿Qué clase de amiga eres? ¿Cómo puedes fijarte en mi esposo? Yo jamás te haría una cosa así. Martin me cae bien, porque tenemos la misma edad, y es simpático. Y si tú pudieras ver eso, si pudieras ver más allá de su imagen, quizás cambiarías tu forma de pensar, y te darías cuenta la hermosa persona que es. Apreciarías el enorme esfuerzo que está haciendo para cambiar por ti.

—¿Ya le dijiste a Héctor que no quedas embarazada por usar anticonceptivos? —le preguntó arqueando una ceja, ignorando todo lo que le había dicho.

—E-Eliana.

—Se va a decepcionar mucho de ti cuando lo sepa. No lo complaces en la cama, no le demuestras cariño, detestas que él esté en la casa, no hablas con él —le dijo enumerando con sus dedos—. No quieres darle hijos, te escapas de él siempre que puedes. ¿En verdad vas a seguir diciendo que lo quieres? No seas mentirosa —pronunció con molestia—. Si no aceptas, es sólo por miedo. Miedo al que dirán, miedo a lo que tú familia pueda llegar a decir, o como la verán. Miedo a lo que la familia de él hable. Tú no quieres a Héctor, estás sólo con él por miedo.

—Te equivocas y mucho —le dijo en un tono quebrado, sintiendo sus ojos humedecerse—. No tienes idea de lo que es... No poder expresar nada. Ojalá mis padre hubieran sido como los tuyos, yo habría sido muy diferente... Y creo que por eso agradezco que no fueran así, porque me parecería a ti... Y eso sería muy triste.

Se secó los ojos, poniéndose de pie, observando el rostro indiferente de Eliana.

—Es verdad, no sé complacer a mi esposo en la intimidad, no sé de qué hablar con él cuando está, y por eso me voy, para no molestarlo, para no sentirme tan incómoda. Y aunque sea así, él me quiere, y yo lo quiero. Nuestro cariño, amor y respeto, va más allá de lo que tú puedas entender.

Se dirigió a la puerta, y Eliana se sentó en la cama, mirándola.

—Héctor podrá ser todo lo que dices y más, pero es hombre. Y aunque te quiera, terminará cansándose de ti, cuando conozca una mujer real, que lo haga sentir como nadie.

Ivanka negó con la cabeza, y salió de la habitación. Qué fácil había sido para Eliana dejarle la moral por el suelo. Arruinarle el resto de la tarde y noche... Y ella que tan feliz se encontraba.

...

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