-No quiero que conozca a mi hija.
-Eliana, es el padre, nadie dice que te la va a quitar, sólo deja que la conozca.
-¡No! Él sólo hace esto porque es un enfermo, y quiere llevarse a la bebé. Lo único que está buscando es dañarme, es un maldito resentido, que no le alcanzó con arruinarme la vida, ahora también va a querer hacer lo mismo con la bebé ¡No es no! ¡No verá a mi hija!
-Legalmente es su hija también, Eli -intentó razonar su padre-. A mí me agrada mucho menos que a ti, pero ya he hablado con él. Martin sólo quiere conocer a la bebé, no busca nada más que eso.
-Que firme, y luego podrá ver a la bebé.
-Así no funciona esto, hija. Y no quiero tener toda la comunidad en nuestra contra, por un nuevo problema. Arreglemos esto de forma civilizada y privada, sin crear más chismes. Deja que la conozca, y luego que se vaya. Él no quiere hacerse cargo de ella, sólo verla.
Eliana estaba por replicar, cuando escuchó el timbre de la casa. Su madre se fue a ver de quién se trataba, y la jovencita miró seria a su padre.
-No lo quiero cerca de mi hija, que conozca a Natalie, y luego se largue.
-Eso hará, tú ponte cómoda con la niña, iré a hablar con él, y luego vendrá aquí con ustedes -le dijo saliendo del living.
La joven castaña se sentó en uno de los sillones, y besó varias veces la frente y las mejillas de la niña, escuchándola quejarse. No dejaría que quisiera formar parte de la vida de la bebé.
-Sólo te mirará un poquito, y luego se irá, mi osita linda. Mamá te va a proteger de ese imbecil, y no va a dejar jamás que nadie te haga daño. Tú serás libre, mi amor.
Unos minutos después, Martin se apareció en la sala. Eliana lo miró, y frunció el ceño al ver qué se acercaba a ellas. Al parecer, había vuelto a subir de peso, quizás unos diez o quince kilos.
-¿Me dejarás verla?
-Ya la estás viendo.
-Sabes a qué me refiero.
Eliana la giró, y se la mostró de frente, antes de volver a acostarla contra su pecho, y palmearla suave sobre el pañal.
-Listo, ya la viste, ahora vete.
Martin suspiró, y se sentó en el sillón de al lado, acercándolo a ella para poder ver a la niña. ¿Pretendía qué pudiera verla en sólo unos segundos?
-Muéstramela bien, ni siquiera te estoy pidiendo tomarla.
Eliana suspiró con fastidio, y acostó a la niña sobre su brazo, para que el infeliz ese pudiera verla. Martin se inclinó hacia ellas, y observó a la bebé, sorprendido.
Jamás creyó que una bebita podría verse tan linda a tan pocos días de nacer, recordaba que sus sobrinos le parecían feos los primeros meses. Pero Natalie, le parecía la bebé más linda que hubiese visto.
Era una cachetona preciosa, que tenía un chupete (chupón) rosa y un conjunto de osito, viéndose más adorable aún, si es que se podía. Y eso era innegable, quisiera aceptarlo o no Eliana, la bebé había sacado la forma de sus ojos.
-Ella... Es muy linda -le dijo sin poder dejar de mirarla.
-Lo sé, ya la viste, así que vete.
-Sí es mi hija, no mentiste. Tiene la forma de ojos como yo, como mi mamá -sonrió mirando a la bebé-. Y esa naricita pequeña, ella es muy linda.
Eliana lo miró molesta, y se puso de pie, acostando a la bebé contra su pecho.
-Ya vete.
-No voy a firmar esos papeles, no voy a renunciar a mi hija.
-Sí lo vas a hacer, porque yo no te quiero cerca de mi hija ¡No eres nadie para ella! ¡No eras nada! Sólo un maldito enfermo que hizo todo mal, te quiero fuera de mi casa, fuera de mi vida y la de mi hija ¡Largo!
-Eli ¿Qué pasa? -preguntó Iván entrando al living.
-Dile que se vaya, papá, dile que se vaya de aquí y firme los papeles, no dejaré que se acerque a la bebé, la va a lastimar, no lo quiero cerca -le dijo al borde las lágrimas.
-No voy a firmar esos papeles -repitió mirando a Iván-. Lo siento, señor, puede dejarme sin trabajo si quiere, pero no voy a renunciar a mi hija. Sé que hice cosas malas, que dañé a Eliana, pero mi hija no tiene nada que ver en esto.
-Yo ya había hablado contigo -pronunció serio-. Nosotros teníamos un acuerdo, tú conocías a la bebé, y luego de ibas.
-Pero es mi hija también, no es justo que ella no pueda conocerme.
-¿Qué es lo quieres, Martin? -le inquirió con molestia.
Eliana besó a la bebé, y luego se fue con la niña, dejándolos solos, sin darle la oportunidad de despedirse de ella.
-Que ella sepa que soy su padre.
-¿Para qué? No puedes ofrecerle nada, no eres un buen tipo, tu padre me ha dicho que te gastas todo el dinero en alcohol y mujeres, hasta la casa perdiste y ahora le debes una gran suma de dinero al banco. ¿Crees qué eso le sirve a la bebé? Para tener un "padre" así, es mejor no tener nada. Y no voy a permitir que sigas martirizando a mi hija.
-Iván, no estoy pidiendo llevarme a la niña, porque sé que no puedo ofrecerle nada, pero quiero estar en la vida de ella... Es mi hija también, se parece a mí... E-Ella se parece a mí.
-Desgraciadamente, pero eso no te convierte en su padre, si quieres estar presente en la vida de mi nieta, entonces demuestra que lo mereces. De lo contrario, yo no dejaré que te acerques a ella o a Eliana.
-¿Y qué quiere qué haga? -le inquirió frustrado.
-Cambia tu vida, deja de gastar tu dinero en excesos, consíguete una casa, un departamento, algo que sea tuyo. Y demuestra que eres un hombre derecho, limpio... Ya tu mirada demuestra que estuviste bebiendo hace muy poco, así no puedes estar cerca de una bebé.
...