Se subieron a un taxi, porque al parecer, Martin ni auto tenía, y fueron hasta el aeropuerto. Los padres de Eliana le habían llevado sus maletas con ropa luego del casamiento, a pedido de Martin.
—¿A dónde iremos?
—A Brasil.
Ella se apoyó contra la ventana, sin mirarlo. Tenían dos horas y media de viaje hasta el aeropuerto.
Martin también se recostó sobre su asiento, y cerró los ojos para dormir un rato. Había estado bebiendo y bailando mucho toda la tarde y noche, estaba agotado.
Lo positivo, es que como tenían más de doce horas en el avión de viaje, podría seguir durmiendo. Y ahora que lo pensaba, era mucho viaje para un día y medio de "luna de miel".
Luego de varios minutos, Eliana giró su rostro y vio que su marido ya estaba dormido. Definitivamente, había sido el peor día de su vida, y aún faltaba "la noche de bodas".
Se compraría una botella de vino cuando bajaran del avión, y la bebería completa antes de tener que acostarse con él... Al menos ya no estaba tan gordo.
***
Comenzó a ver las calles, los negocios, las casas, y observó desconcertada a Martin. ¿A dónde diablos la había llevado? ¡Estaba segura que le iban a robar todo antes de bajar!
Se quitó su collar, pulseras y anillos de oro, guardándolos en una pequeña cartera que llevaba colgada de su cuello.
Escuchó a Martin hablarle al taxista, y unas dos cuadras después, el auto se detuvo. Ni siquiera sabía que él hablaba portugués.
—Vamos, aquí nos vamos a hospedar.
Esperó a que él bajara primero, y luego se asomó por la puerta, mirando desconcertada el hotel. No, no, debía ser una broma.
—Vamos, Eliana, ayúdame con tus maletas. Le dije a tu mamá que solo hiciera una, y te mandó tres.
¡Ella no se pensaba quedar en esa pocilga!
Cerró la puerta nuevamente y se cruzó de brazos.
—Maldita sea —murmuró molesto el castaño—. Baja de una vez, vamos.
Abrió la puerta y ella la volvió a cerrar. No pensaba bajar, le pediría al taxista que la llevara de vuelta al aeropuerto.
—No seas infantil y baja ahora —gruñó abriendo la puerta, tomándola del brazo—. Vamos.
—¡No! Yo no me voy a arriesgar a qué me roben o intenten hacerme algo peor, ¡no me pienso bajar de este maldito taxi!
—Te vas a bajar porque yo lo digo, y punto —le dijo jalándola del brazo.
—No ¡Suéltame! ¡Basta, Martin!
Le dio un sacudón, antes de meter medio cuerpo al auto también, mirándola serio y muy molesto.
—Eres mi mujer y debes hacer lo que yo diga, y si digo que te bajes del maldito taxi, lo haces ¿Oíste? Baja ya.
Ella apretó los dientes, sintiendo que sus ojos se cristalizaban.
—Te queda muy grande la palabra esposo para estar casado con alguien como yo —le dijo con rabia, tragándose el nudo de la garganta.
Él la soltó, y ella se bajó por su lado, cruzándose de brazos, negándose a verlo. Entró al hotel, y lo de dejó afuera con las maletas, sentándose en una de las sillas de la recepción.
Respiró profundo, y se secó las lágrimas. No le daría el gusto de verla quebrada. Martin entró unos minutos que ella, intentando entrar las tres maletas de ellas, y el bolso de él.
En cuanto le dieron la llave, se dirigió al ascensor sin decirle nada, y ella lo siguió por detrás, sin mirarlo.
—¿Puedes tomar al menos alguna de tus maletas?
Eliana le quitó la maleta más pequeña, una rosa de animal print, y continúo dándole la espalda.
Qué difícil sería la convivencia...
***
El hotel era lo peor que podía existir, estaba segura que ni a una estrella llegaba. Las mantas y sábanas, aunque estaban limpias y olían bien, se notaba que estaban viejas ya.
Sólo había una pequeña cómoda de madera pintada recientemente, y había comprobado que el primer cajón estaba roto, costaba poder abrirlo o cerrarlo.
El piso no estaba alfombrado, sólo había una pequeña alfombra a cada lado de la cama. Y no quería seguir viendo más nada, simplemente se dio un baño rápido, y se metió en la cama.
En ese momento eran las dos de la tarde, y ella no pensaba salir a ningún lado. Había visto que Martin se estaba cambiando para dar una vuelta.
—¿No piensas venir? ¿Te vas a quedar en la cama?
—Estoy cansada, quiero dormir —le dijo girando, para darle la espalda.
—Okay, recuerda que no estamos en casa.
—No sé a qué te refieres con eso.
—Pues que estarás sola aquí, y las ventanas no tienen rejas ni nada, asi qué...
Salió molesta de la cama, refunfuñando, mientras abría una de las maletas y buscaba un vestido de verano, entrando luego al baño.
Y Martin sonrió divertido, negando con la cabeza. Era una histérica, de eso no había dudas. Miró su mano izquierda, aquel anillo, y algo de aflicción fue difícil no sentir.
Si tan solo ella lo respetara, no pedía que lo quisiera, pero sí que lo respetara, y pusiera de su parte para llevarse bien, la boda y todo lo demás, hubiese sido de otro modo.
Tal vez él habría estado más entusiasmado por reservar un hotel mejor, por... No, no tenía sentido pensar en eso, estaba casado con Eliana.
Ella no merecía nada.
***
—¿Cuánto más vamos a caminar? Ya me duelen los pies ¿Por qué no alquilaste un auto como una persona normal? —se quejó Eliana, apoyándose contra un poste de luz, cansada.
—Porque no había presupuesto para eso —le dijo desinteresado, mirando el GPS de su celular.
¿Dónde diablos estaban? Había seguido las instrucciones de esa aplicación de mierda, y todavía no llegaban a la playa.
—Déjame decirte, que eres un asco, Martin. Apestas, ni un maldito mapa puedes seguir.
—Cierra la boca, nadie pidió tu opinión.
—Pues te la daré de todos modos —le dijo molesta, abriendo su botella de agua.
Llevaban una maldita hora caminando bajo el rayo del sol, hacia la dichosa playa, y todavía ni el mar podía ver.
Maldito Martin, maldito viaje, maldito matrimonio.
...
Lamento la demora :c estuve ocupada, mañana habrán más caps (creo 👀❤️ jajaja)