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Hacía un mes había nacido el bebé de Ivanka, era un niño precioso de cabello oscuro, mucho pelo, y ojos azules. Eliana jamás creyó que un bebé pudiera nacer con semejante "peluca".

Y le preocupaba un poco que su bebé también naciera así... Pero más que nada, el hecho de no saber a quien se parecería.

Cuando estaba de ocho meses, había hecho algunas citas con parejas que querían adoptar un bebé. Quería conocerlos, pero ninguno cumplía con sus espectativas.

Algunos ya tenían hijos, otros le parecían muy mayores para cuidar un bebé pequeño, y había una pareja que creía que iban a durar muy poco tiempo juntos. Ella quería que el bebé tuviera ambos padres.

Había llegado a la conclusión de dejarlo en un hogar hasta que apareciera la pareja perfecta, a quienes no había dejado de buscar. Ella no quería que el bebé pasara mucho tiempo ahí tampoco.

Pero ahora, que ya estaba para tener, estaba aterrada. Ivanka le había dicho que dolía mucho, que ella por ser primeriza había estado quince horas con dolores, y que le había costado que Uriel naciera, ya que era muy grande.

Y Eliana ya no sabía como acostarse en la camilla, los dolores eran cada vez más intensos. Estaba mordiendo las sábanas, mientras intentaba no gritar, maldiciendo a todos.

Su mamá estaba ahí con ella, hablándole, pero Eliana no quería escuchar a nadie. ¡Quería que todo acabara pronto!

***

"—¿Qué?

—Rosa dijo que era verdad, que ella incluso conoce a la otra mujer. Qué es con ella con quién se ve cuando no está en tu casa. Y yo no pensaba decírtelo, Iva. Pero a un mes de que naciera tu bebé, él volvió a irse... Y por una semana ¿No te parece sospechoso?

—N-No, yo confío en Héctor —le dijo en un tono bajo, sintiendo un nudo en la garganta, mientras abrazaba a su bebé—. Y s-sé... Qué él n-no me haría algo así.

—¿Cómo puedes estar tan segura? Si incluso su mamá la conoce. Y mira, como hombre te puedo asegurar que todos los hacen aquí. Suena mal, lo sé, pero es un hecho qué ocurre, y él tiene mucha libertad y tiempo para hacerlo —le dijo Martin, que había ido a visitarla para conocer al bebé—. Me cuesta creer, pero han dicho cosas muy sospechosas, Iva."

Le había servido la cena, en silencio, extrañando a su marido. Ella solía hablarle, contarle del bebé, como había estado el día, que es lo que había hecho, y ahora nada.

—Iva ¿Está todo bien? —le preguntó luego de acabar de comer.

Ella negó con la cabeza, y fue imposible que sus ojos no se cristalizaran al verlo.

—¿Tienes u-una amante?

—¿Qué? —preguntó desconcertado.

—Respóndeme, Héctor ¿Ibas a dejarme por una tal Sofía? —le inquirió sintiendo las primera lágrimas mojar su rostro.

—¿De dónde sacaste ese nombre? Y no, jamás te engañé, no entiendo porqué-

—Entonces sí conoces a alguien llamada Sofía. Ella vive en la ciudad, dónde está una de las sucursales que tú vas a veces por negocios. Si estás con alguien más, quiero saberlo —lloró—. Sólo no me mientas, sé sincero conmigo. Un matrimonio en base a mentiras no sirve, no funciona. Tenemos un bebé pequeño, no-

—No es verdad, Ivanka. No sé quién te dijo que entre Sofía y yo existía algo. Es una compañera de trabajo, que sí veo en la ciudad cuando debo viajar, pero no ha pasado nada más. Nuestra relación es sólo profesional.

—¿Y por qué tu mamá la conoce?

—N-No sé, tal vez alguna vez la vio conmigo cuando estaba allá, e inventó todo esto. ¿Mi madre te dijo que yo estaba con Sofía?

La joven se puso de pie, y le dio la espalda para irse.

—Iva.

Pero ella no lo escuchó, se fue a la habitación de su hijo, llorando. No tenía sentido que Rosa conociera por "casualidad" a esa tal Sofía.

***

Escuchó a la criatura llorar, y giró su rostro hacia la izquierda, mientras su madre aún la sostenía de la mano.

—Es una niña, hija, es una bebé —lloró emocionada Amalia.

Eliana siguió mirando hacia el costado, apretando sus labios entre sí, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas. Y el llanto se hizo más cercano, cuando su madre la cargó en brazos.

—Eli, mírala una vez.

—N-No, no quiero hacerlo.

—Mírala por favor, n-no le hagas éste desprecio a la bebita, por favor, m-mírala. Se parece mucho a ti, me recuerda a ti.

—N-No, que se la lleven, mamá —sollozó.

Su mamá la tomó con cuidado, y la apoyó contra el pecho de Eliana, mientras la niña lloraba.

—Eli, sólo mírala una vez.

Giró su rostro al sentir que la bebé frotaba su carita contra el pecho de ella, quejándose, dejando de llorar. Y al verla, no pudo evitar llorar.

Amalia lloró con su hija, y luego tomó una de sus manos, apoyándola sobre la espalda de la bebé, para que pudiera sentirla por completo, lo pequeña y frágil que era.

—Ella sabe que eres tú, te siente —le dijo con tristeza—. Reconoce los latidos de tu corazón, por eso dejó de llorar. Sabes que eres tú su mamá.

***

El parto había pasado, los horribles dolores también, pero su cuerpo seguía muy adolorido. Todo dolía, y estaba agotada. Lo único bueno que había salido de aquello, estaba durmiendo a su lado, luego de haber tomado por primera vez de su pecho.

Su mamá tenía razón, era muy pequeña para dejarla en un hogar para niños, y era... Tan bonita, era una bebita preciosa, y a medida que pasaban las horas, más linda le parecía.

Cada uno de sus quejidos, su poco pelito castaño sobre su cabeza, sus labios rojos e hinchados, sus ojos azules, sus cachetes gorditos, le parecía una muñeca preciosa, perfecta.

Se sentía muy cansada, le dolía todo, pero no quería dormir, no podía dormir, sólo quería admirar la belleza de su bebé, ver qué estuviera respirando bien, y sentirla.

Le dolía admitirlo, por como se había dado su creación, y todo el rechazo que había sentido durando el embarazo, pero era su hija. Era su bebé.

...

Gracias a todas por su apoyo y hermosos mensajitos, bellas ❤️💞 siempre son mí compañía ❤️

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