17

1.5K 334 43
                                    

Leyó el presupuesto que Eliana había hecho del vestido, las joyas, el maquillaje, sus zapatos, y demás accesorios, y Martin río divertido.

—¿Estás loca? Yo no pienso gastar ese dinero, y mucho menos para ti. Olvídalo.

"—Y yo no pienso ponerme un vestido comprado de segunda mano ¡Es mi maldita boda!"

—Me parece perfecto, alquila uno —le dijo con simpleza, cortando unas frutas para hacerse un batido.

"—Eres un imbecil, yo no pienso ponerme un vestido que ya usó otra."

—Búscate alguno que tengas en tu armario entonces, princesa. No creas que yo te voy a andar costeando todos tus caprichos. No soy tu padre, o te adaptas a mi billetera, o llora. Es simple.

La jovencita le cortó la llamada, y el dejó el celular sobre la mesada. Martin no sabía que pensaba Eliana que él tenía ¿El sueldo de Héctor? Él no iba a gastar tanto dinero en un vestido, joyas y zapatos, que utilizaría una sola vez en su vida.

El novio era quien debía pagar por la boda, y eso incluía los gastos de ella también. Él aún debía alquilar una casa, o departamento para vivir con ella.

Los padres de Eliana se encargarían de la fiesta y recepción, pero todo lo demás, corría por cuenta de él.

Y el muchacho ya tenía en mente dónde se irían de "luna de miel", algo que realmente no era necesario, ya que no harían nada, y no se irían más de cuatro día.

O tres, tres eran suficientes, contando el día de llegada y partida también.

***

—¡Lo odio! ¡Maldito gordo desgrasado! —gritó furiosa, arrojando los almohadones de su cama.

Su madre abrió la puerta de la habitación, y encontró a su hija en plena crisis de nervios.

—Eliana.

—¡Quiere que alquile el vestido! ¡Quiere que alquile un maldito vestido usado por otras! ¡Es un infeliz! ¡Un tacaño!

—¿Y tú qué vestido elegiste?

—Eso no tiene importancia, mamá. Es el día más importante de mi vida ¿Y no puede pagarme siquiera el vestido? ¡Es un desgraciado!

—Agradece que quiso casarse contigo de todos modos.

—¿Qué agradezca? —rio cínica—. Por favor, es el colmo escuchar eso. ¡Él que agradezca que yo me caso con él! Mi boda va a ser un asco, simple, pobre. ¿Recuerdas la boda de Ivanka? ¡Héctor pagó por todo! Su vestido tenía una cola de cinco metros, y estaba lleno de pequeños diamantes. Lo mandó a diseñar él mismo, con unos bordados preciosos... Era el un sueño de cualquiera chica, yo soñaba casarme con un vestido así.

—Hija...

Héctor siempre la trató como una princesa, y quiso que ese día fuera único para ella. Ivanka llegó en una carroza blanca tirada por caballos del mismo color.

Incluso la boda se llevó a cabo en una catedral, y no en la iglesia de su pueblo. ¿Qué muchacha no anhelaba con un momento así?

La única que no había disfrutado de todo eso, fue Ivanka, qué por el exceso de atención, estaba nerviosa, avergonzada. Ella sólo quería algo sencillo, que pasara desapercibido.

Y su marido no lo sabía, creyendo que de ese modo tan ostentoso, la agasajaría... Otra prueba más de la falta de comunicación que existía entre ellos.

—La posición económica de Martin no es igual a la de Héctor, no puedes exigirle algo que no está a su alcance. Además, él ahora tiene que pagar también una casa para que vivan, están a cinco días de casarse.

—Va a ser el peor día de mi vida.

—Eliana, no digas eso. Si te mantienes tan a la defensiva, no estarán casados ni una semana. Ve, arréglate, y vayamos a buscar un vestido bonito.

—Yo no quiero ninguno que no sea el que ya elegí.

—No seas caprichosa.

—Si él no me compra ese vestido, iré a la boda en pantalón y camisa, no me interesa lo que piensen los demás.

***

—Cuenta con una habitación, el living y la cocina juntos, y un baño. Tiene también una pequeño balcón que se utiliza como lavadero.

Martin observó el departamento, y luego asintió con la cabeza. No tenían hijos, no tenían mascotas, él se la pasaría en el trabajo y el gimnasio, estaba más que bien aquel lugar.

Él era el responsable de darle lo necesario a Eliana para vivir, y eso en parte era un hogar. Sabía que a la castaña no le gustaría para nada vivir allí.

—Sí, es justo lo que estaba buscando.

La renta era accesible, y aún debían comprar algunos muebles. Tal vez tendría que haber pedido posponer la boda un mes más... Había mucho por organizar.

***

—¿Y cómo van los preparativos? —le inquirió su madre, mientras cenaban.

—Bien, hoy firmé ya el alquiler de un departamento en el centro, que me quedará más cerca del trabajo. Mañana iré a buscar unos muebles, y... Ya está la reserva para el hotel, el padre de Eliana se está encargando del salón y todo eso.

—¿Y el vestido de tu esposa? ¿Ya fueron a comprarlo?

—No, creo que aún no fue, no me dijo nada.

—Me gustaría acompañarla, de seguro su mamá estará ahí con ella.

—Pues tienes el número de ella, llámale y dile —le dijo con simpleza.

—¿Y tu traje? —le preguntó su padre.

—Usaré el de los domingos.

—No puedes usar el traje para las misas, debes comprarte uno, es un día muy especial.

—Con todos los gastos que esto me generará, no tengo dinero para andar tirando en ropa que usaré una vez nada más. Además, ese traje lo compré hace dos meses, está bien.

—¿Y ella está de acuerdo con todo esto?

—Esté de acuerdo o no, quién manda en éste momento, es mi billetera, no sus caprichos.

...

Eliana sólo quería una boda de cuentos...

Apuesto a tu medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora