♡Tu sombra☆

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Hyunjin.

Minho y jisung se retiraron, y ahí quede yo con mi tormentoso y joven jefe.

Esta vez estaba bastante ebrio y ya no se encontraba en su cuarto, ahora estaba en la habitación de piano.

Allí sentado frente al piano en silencio solo observando las teclas, solo pensando en no se que, pero algo me dice que su mamá rondaba en su cabeza en ese instante.

- Déjame solo.

Exclamó felix, pero obviamente no lo iba a hacer.

- Me quedare en silencio aquí joven felix...

Entonces solo ignoró mis palabras y empezó a tocar el piano.
La verdad, muy mal por cierto, ya que el alcohol hacia estragos en sus capacidades.

- ¡Maldita sea!

Repetía mi joven protegido una y otra vez después de equivocarse en las notas.

Al sentirse totalmente agobiado por no poder tocar el piano, levantó un vaso de licor que tenia sobre este y lo estrelló contra la pared.

- ¡¡Mierdaaa!! Porque no estas aquí conmigo, porque mierda tenias que irte mamá.

Esa frase y el peligro de que se lastimara, me hicieron dirigirme a su lado.

- Joven felix por favor tranquilo.

Tome con un brazo su torso delgado.

- Tu... ¡suéltame! No eres nadie...
En este momento ¡te despido!

Me decía mientras empujaba mi pecho con sus manos.
Obviamente no le haría caso, algo que Chris me había dicho, era que cuando felix bebía solía ser agresivo, pero no al punto de lastimar a alguien, más al punto de lastimarse a si mismo.

Y con un mes ya lo había probado más de 3 veces.
Así que esa conducta no era nueva.

- Bien joven... me iré mañana, ahora tiene que dormir.

Felix se negó, se sentó de nuevo en la silla del piano y empezó a llorar.
Esa era la primera vez que lo veía llorar.

Lo había visto pelear con tontos de su universidad que quisieron hacerle bullying, también lo había visto casi comerse la boca con su querido novio, sin olvidar las pataletas a gritos que me hacia cuando quería que lo dejara solo.
Pero nunca había llorado.

Lo miré y un pensamiento bastante extraño pasó por mi mente.

" Eres tan hermoso inclusive llorando felix"

Detuve mi pensamiento, al parecer estaba enloqueciendo, jamás me gustaron los hombres y tenia una hermosa novia que me adoraba.

Era la primera vez que en pensamientos me refería a alguien de mi mismo sexo de esa manera.

Al ver que no se calmaba y seguía llorando, tomé valor y decidí sentarme a su lado en la silla del piano.

Recordé una canción que solía tocar hace mucho, y empecé a ejecutarla en ese bello instrumento.

A pesar de que era una de las pocas que sabia, me esforcé en tocarla correctamente.

Felix parecía perdido.

Su llanto se calmó al escuchar el piano.
Solo miraba mis manos sin ninguna expresión.
Su rostro se relajó.

Entonces, a la mitad de la canción, apoyó su cabeza en mi hombro.