Quédate. - I

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*3 Años Después*

—¡Brian Harold May! ¿¡Que estás haciendo?!

Lo miró. Su grito lo hizo hacerlo y dejó inmediatamente lo que estaba haciendo, y la risita de su pequeña lo delató aún más de su pequeña travesura.

—¡Papi Me dió Caramelos! — Respondió la pequeñita entre risas.

Roger miró a Brian con un semblante serio. —Dame eso, May. Ahora. — Dijo extendiendo una de sus manos hacia su esposo, claramente pidiendo que le diera los dulces.

Brian le tomó la muñeca y lo atrajo hacia él, aprisionando su cintura con la otra mano. —Tendremos que convencer a papi para que nos deje comer caramelos. — El rostro de Roger se encendió al instante. Sus mejillas se colorearon de rojo, y seguido de eso, Brian le dió un beso en la comisura de los labios. —Anda... Prometo que te lo compensaré luego, ¿Si?

—Depende de tu estrategia.

—Esta noche, tú y yo solos, afuera. ¿Te parece?

—¿Quién cuidara a Sophia?

—Roger, Tranquilo, lo tengo todo cubierto.

El rubio le sonrió. Miró a su pequeña sentada en su silla a nivel de la mesa del comedor, jugando con los coloridos caramelos entre sus manos. —Está bien, pero procura que no coma muchos, ¿Si?

Brian asintió y suavizó el agarre sobre la cintura de Roger. —Quizás deberías ir a ponerte más hermoso de lo que ya eres. Iré contigo en un momento.

Roger se ruborizó todavía más. Brian se había soltado mucho más desde el día en el que se casaron, se había vuelto un poco más atrevido; lo veía en sus movimientos, lo notaba en sus palabras y en todo lo que hacía cuando estaban cerca. Los toques eléctricos que enviaba a todo su cuerpo hacían que se estremeciera cada vez que lo veía.

Asintió levemente y subió las escaleras contoneándose levemente, hasta que finalmente estuvo arriba y se concentró en sus asuntos.

La manija de su puerta se abrió a los pocos minutos, dejando ver a su esposo entrar a la habitación.

—¿Y Sophia?

—John vino por ella... — Respondió cerrando la habitación y acercándose peligrosamente a su esposo. —Tu y yo vamos a hablar, mi amor.

Roger se sintió intimidado ante Brian. Tragó saliva pesadamente y asintió. —D-Dime...

Brian pasó suavemente una de sus manos por la cintura de Roger, Metiendo ésta en su camiseta, sintiendo lo caliente que estaba su piel. —¿Quién era el chico del otro día?

—¿C-Chico? ¿Que chico? — Respondió casi temblando.

—Vamos, Roggie... Ambos sabemos del chico pelirrojo que vez cada mañana al llevar a Sophia a la guardería...

—Oh... Hablas de Chris... E-El sólo s-se ofreció a t-traerme cuando mi auto se d-descompuso...

Brian sonrió al ver como Roger se estremecía ante él. —Bien, amor... Aunque sabes que odio, odio verte con alguien más que no sea yo...

—Y yo amo tus celos, Bri... — Roger dio un paso hacia adelante y se impulsó de puntillas para besar los labios de Brian. Ambos sonrieron y Brian apretó nuevamente el agarre sobre la cintura de Roger.

Así eran ellos. Brian se desenvolvía más con su esposo, y Roger amaba que lo celara de una manera tan tierna; lo que no sabía, era que En Brian se despertaban unos celos tan salvajes, que pocas veces se contenía de hacer una tontería. Le daba miedo perder a Roger, a pesar de que eso nunca pasaría.

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora