Quédate. - III

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—Ve a buscar el vestido, Soph. Voy detrás de tí.

Roger bajó a la pequeña de sus brazos y ella corrió hacia el pasillo dónde había visto el vestido. Roger se entretuvo También por ahí, pero sin quitarle la vista de encima a Sophia.

Estaba mirando las revistas de autos cuando levantó la cabeza por inercia, encontrando a dos pasillos de distancia a Brian. Sus labios se curvaron en una espléndida sonrisa y corrió hacia él, abrazándolo por detrás.
Brian dió un salto de sorpresa, pero al encontrar los brazos de Roger se calmó un poco.

—Rog... ¿Que haces aquí?

—Vine a comprar unas cosas para Sophia... ¿No deberías estar en el trabajo?

El rizado se tensó un poco, pero respondió. —: Si... E-Es mi hora de descanso, sólo eso...

Roger sonrió y se puso un poco de puntas, quedando a escasos centímetros de los labios de Brian...

—¡Bri! ¿Donde estab...-

Brian se separó de Roger al instante, dándole un pequeño empujón. —Andaba por aquí... Lo siento.

—¿Interrumpo algo? — Preguntó la chica pelirroja que se acercó a ellos.

—No, Tranquila... Roger ya se iba. — Respondió el rizado mandando una mirada amenazante hacia su esposo.

—¿Ustedes se conocen? — Preguntó de nuevo.

La mirada de Brian volvió a tensarse ante la pregunta. —Si, Roger y yo somos amigos desde la Preparatoria.

La chica le sonrió a Roger, y él también lo hizo, a pesar de que Brian acababa de romperle el corazón.

—Me llamo Lindsey. Un placer conocerte. — Respingó.

—Soy Roger... El Placer es mío... — Miró de reojo a Brian, quién reflejaba el coraje en sus ojos. —Nos Vemos Luego, Brian.

Roger se escabulló entre los pasillos con los ojos llenos de lágrimas, el corazón roto y la impotencia más grande de golpear a Brian. ¿Amigos? ¿Acaso le sonaba familiar? Claro que no. No le sonaban familiares las noches de locura que tenían, ni el día de su boda; mucho menos la pequeña niña que estaba frente a Roger.

Se limpió los ojos y se acercó a su niña. —¿Ya lo encontraste, Soph?

—¡Éste! — Respondió la pequeña, mostrándole a su padre un lindo vestido en tonos morados y rosas, con brillo por todos lados.

Roger sonrió melancólicamente y tomó a su pequeña entre sus brazos. Sophia se aferró al vestido hasta que llegaron a la caja para pagarlo, después insistió en ponérselo de inmediato, así que Roger complació su petición.

—Luces preciosa, Soph.

—¿A Papi Bri le gustará?

“Papi Bri anda por ahí con una maldita bruja, pero claro que le gustará.” —Claro que le gustará, se te ve muy bonito.

La niña le sonrió y siguió mirándose en el espejo un rato. La cabeza de Roger estaba en otro lugar, pensando en todas las posibles respuestas a su pregunta. ¿Quién era ella? ¿Que hacía con Brian?

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora