Quédate. - LXX

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A la mañana siguiente, me despierto aún pensando si lo que pasó la noche anterior fue un sueño, pero no fue así. Mi hija está recostada al lado mío, profundamente dormida todavía. Es normal, es sábado y no pienso hacerla que se levante si no quiere.

Miro su brazo; aún está muy hinchado y la marca del moretón se extendió hasta un poco antes de su codo. Mi pobre niña tuvo una mala noche. Estuvo llorando un buen rato estando dormida. Llora en sus sueños y llora estando despierta. No puedo lidiar con eso. Me parte el alma verla así.

Me estiré un poco para alcanzar el control de la televisión y la encendí. Me paseé un rato por el canal de las noticias y no hay nada interesante, así que decido poner alguna película en la videocasetera.

Escojo al azar, ya las he visto todas, sólo es para matar el tiempo mientras mi princesa se despierta.
Es una película de Disney. Es más un músical, es de mis favoritos.

Me arrepiento de subir el volumen cuando veo que mi hermosa niña abre los ojos, me mira algo confundida y luego me sonríe.

—Buenos días...

Le sonrió de vuelta y le aparto el cabello de la frente. —Buenos días, Bella durmiente.

Ríe ante mi comentario y se da la vuelta para mirarme por completo. —Papi, me gusta tu cama. — Me confiesa riéndose. Amo eso en ella, siempre está riendo y sonriendo.

Me reí con ella y la tapé con las mantas hasta el cuello. —¿Tienes hambre? — Asintió repetidamente. —Pues ahora, tú te vas a levantar, te vas a dar un baño y nos iremos por ahí un rato. De regreso, llamarás a papá o yo lo haré, ¿De acuerdo?

Bajó la mirada. —Es que no quiero llamarlo... Vendrá en cuanto sepa que estoy aquí y el lío se hará más grande...

La tomé del mentón y la miré. —Papá tiene que saber que estás bien. Lo llamaré yo si quieres, te diré que te traiga lo que te haya faltado y le diré que te quedarás conmigo, ¿Está bien?

Suspiró, sabe que no tiene otra opción. —Está bien... Pero asegúrate de decirle que no quiero verlo, así como él no quiere verme a mí.

—Linda, no es bueno que hagas eso.

—Él me dijo que no quiere verme, así que no tiene nada de que quejarse, le estoy dando el gusto, ¿No?

Negué repetidas veces. —No, linda. Estás muy equivocada. Pero está bien, puedes quedarte conmigo de todos modos.

Asintió. —Gracias, papi.

Ambos nos levantamos de la cama y mientras ella se daba un baño, me acerqué a mi teléfono y marqué el número de Roger. Contestó al instante, exaltado y sonaba a que había llorado durante horas.

—Eres una verdadera bestia, Roger. — Le dije cuando contestó. —¿Cómo diablos se te ocurrió tal estupidez?

—B-Brian... — Me respondió llorando. —S-Solo dile si ella está contigo...

—Si, idiota, está conmigo. Le dijiste que no querías verla, así que ella se las ingenió para venir conmigo. Ella tampoco quiere verte, me pidió que te lo dijera, y si vas a venir, que sea sólo a traerle sus cosas, por qué está segura de que no quiere volver contigo.

—T-T-Tienes que d-decirle que vuelva...

—Traté, pero no quiere hacerlo. Respeta su desición, dale su espacio unos cuantos días. Podrás venir a verla cuando quieras.

Suspiró del otro lado de la línea sin dejar de llorar. Me pidió mi dirección y se la di, pero le pedí que viniera más tarde. Se quedó más tranquilo sabiendo que nuestra hija está aquí, aunque eso no le resta lo mal que se siente.

Hablé con mi hija cuando salimos del apartamento y está de acuerdo, aunque no del todo. Sólo me pidió que le recordara que le trajera sus patines.

Fuimos a almorzar a un restaurante que está cerca del edificio, charlamos un rato y luego la llevé a comprar unas cuantas películas para que no se aburra mientras estoy trabajando.

Volvimos a casa y ella se acomodó en la sala para comenzar a ver sus películas. Luego de un rato, alguien tocó el timbre desesperadamente.

Me miró con miedo y se acercó al mirador de la puerta. —Es papá...

—¿Segura que no quieres hablar con él?

—Muy segura. — Quitó la película de la videocasetera y caminó rápidamente hacia mi habitación.

Me levanté y abrí la puerta cuando la vi entrar. Roger estaba ahí parado, Danniel no venía con él. Tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, y en efecto, traía las cosas de mi hija.

—Veo que no vas a hacer ni el más mínimo intento. — Le solté de repente.

Suspiró tristemente. —No es verdad que no quiero verla...

—¡Entonces piensa antes de hablar!

Soltó un sollozo, sé que está esperando que le dé un abrazo, pero obviamente no se lo voy a dar.

Tomé la maleta de mi hija y la metí en mi casa. —Roger, necesitas pensar muy bien lo que vas a hacer, por qué ella se tomó muy enserio que no quieres verla, así que busca una estrategia así como yo la busqué para volver a estar con ustedes.

Suspiró y se limpió las lágrimas de los ojos. —S-Sólo d-dile que me perdone...

—Rog, se lo diré. Tranquilizate.

—¿Que me tranquilice? ¡MI HIJA SALIÓ DE MI CASA A LA MITAD DE LA NOCHE, NO ESTÁ CONMIGO!

Suspiré. No voy a gritarle. —Yo estuve sin mi hija Casi ocho años. ¿Crees que es demasiado? Tu estás muriendo por no tenerla una noche y la mitad del día, ponte en mi lugar en imagina estar ocho años sin ver crecer a tu única hija.

Su mirada cambió por qué sabía que tenía razón. Sus facciones se suavizaron y la tensión que tenía acumulada se fue.

—C-Cuídala bien... T-Tiene alergia a los perros y al polvo... Tiene entrenamiento los Jueves y los Lunes... Su clase de música es los miércoles cuando termina sus clases... Por ahora casi comienzan sus vacaciones pero debe seguir yendo a sus clases extra.

—Lo tendré todo bajo control, tranquilo.

Asintió y se fue inmediatamente... Seguramente tiene cosas que hacer.

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora