Quédate. - LXXX

495 50 28
                                    


Un chico rubio en la sala de abordajes de un avión con destino a Londres estaba sentado en una de las bancas con el corazón hecho trizas. Había perdido a su esposo, al amor de su vida y a su princesa, a las dos únicas personas que podrían acompañarlo el resto de su vida.

Levantó la mirada una vez más y a lo lejos vio a una chica parecida a su hija. Cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió, ahí seguía ella, y no se trataba de otra más que de su hija.

—¡Soph!

Pero no sé giró. Había mucho ruido y su fila ya estaba avanzando.

Decidió hacer un último esfuerzo y volvió a echar a correr hacia ellos, hasta que ganó ventaja en la fila y quedó parado frente a ellos.

—¿Qué haces aquí? — Le interrogó el más alto. —¿No deberías estar con tus invitados disfrutando de tu boda?

—No digas idioteces... — Le respondió mientras le daba un fuerte abrazo.

Estaba feliz, y eso no podía negarlo, pero si ocultarlo muy bien.

Apretó la mano de su hija y le guiñó un ojo, haciéndola entender que formara parte de su juego.

—Rog... Lo siento, tienes que volver allá.

Lo miró fijamente, el rubio seguía desbordando lágrimas por los ojos. —¿Que estás diciendo?

—Que vamos a perder el avión si no te mueves de aquí.

—P-Por favor, N-No me hagan esto...

—Rog, llegaste tarde.

Se miraron fijamente y el más bajo negó con la cabeza. —No te voy a perder otra vez. A ninguno de los dos.

—Roger... Yo cambié por ti, me pediste que cambiara y lo hice. De ti no recibí nada a cambio... Jamás esperé algo...

—Bri, por favor...

—Dije que no, Roger. Ahora muévete.

—No me voy a mover. Mueveme si tanto quieres hacerlo.

Endureció sus facciones y lo tomó de los brazos, no muy fuerte para no lastimarlo, y de pronto...

Solamente lo besó.

No lo pensó dos veces y rodeó el cuello del más alto con sus brazos, profundizando más su beso y ocasionalmente, enredaba sus dedos en su esponjoso y largo cabello.

Sus labios combinaban a la perfección, se sincronizaban y bailaban entre ellos.

Su pequeña no perdió la oportunidad de hacer inmortal ese momento. Sacó de su bolsa su cámara instantánea y sacó la foto. El flash impactó en ellos, haciéndolos reaccionar y separarse luego de robarse otro beso.

—¿Ya volvimos a ser sólo los tres entonces? — Preguntó su hija emocionada.

Brian le sonrió se vuelta y le acarició una mejilla a Roger. —Sólo nosotros tres...

Roger sonrió y se prensó nuevamente del cuello del más alto en un amoroso abrazo, en el que no se demostraban algo más que eso; amor.

Sophia se unió al abrazo también. Finalmente, su familia ya estaba completa nuevamente, tal y como ella lo había deseado.

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora