Quédate. - XII

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—Soph, despierta, Princesa... Ya llegamos...

La niña abrió sus celestes ojitos y miró a su padre. —¿Y-Ya?

—Si, mi vida... — Se quitó la chaqueta y envolvió el pequeño cuerpo de su hija. —Está haciendo mucho frío, te compraré un abrigo adentro del aeropuerto.

—¿Tú no tendrás frío?

—No, Linda, tranquila. — Le respondió con una sonrisa.

La niña asintió y se acurrucó nuevamente en su pecho. No había dormido bien la noche anterior y el cambio de horario haría de las suyas muy pronto.

Bajaron del avión y el aire helado golpeó el cuerpo de Roger, haciéndolo temblar a los pocos segundos.

Se apresuraron a entrar a la sala de la salida del vuelo y enseguida se dispusieron a buscar ropa abrigadora, principalmente para Sophia.

Demoraron poco tiempo, y en un par de minutos estuvieron en la casa que sería de ellos por todo un año.

—Puedes elegir la habitación que quieras para ti y para la pequeña. Puedes dejarla en una para ella sola si tú quieres, mañana iremos a comprar todo lo que necesiten.

—Papá, gracias, pero estás haciendo demasi...-

—Calla, yo quiero darte a ti y a mi nieta todo lo que puedan necesitar, déjame hacerlo.

Roger sonrió y asintió. —Está bien... Pero déjame buscar trabajo al menos... Necesito que empiece la escuela cuanto antes.

—Puedo contratar a alguien particular, por eso no te preocupes. No me gustaría arriesgarla.

—Está bien. Iré arriba, ¿Puedo?

—Hijo, no preguntes, ésta también será tu casa.

Dejó a la niña en el sofá y abrazó a Michael, quién no dudó en responder al abrazo. —Gracias, papá...

—No es nada. Anda, ve arriba, no me moveré de aquí.

Sonrió más ampliamente y tomó nuevamente a su hija en brazos, para luego subir las escaleras. Se topó con un corto pasillo con tres puertas de cada lado, entró a una de ellas, la cual no tenía ventanas, así que optó por la que estaba al final del pasillo, la de enfrente sería la de Sophia.

Optó por dejarla en la habitación que había elegido para él. Había mucha luz, un ventanal gigante, con vista a algo que parecía ser un parque.

Se sentó en la cama, tomó su maleta comenzó a rebuscar en casa una de las aberturas hasta que finalmente dió con lo que estaba buscando; una de las últimas fotos que tenía junto a Brian.

Tomó el portarretratos con las manos algo temblorosas y pasó los dedos por el cristal algo rayado. Una lágrima cayó nuevamente por su mejilla, realmente lo extrañaba, pero sabía que estarían mejor así.

Dejó esos pensamientos de lado y colocó la foto en la mesa de noche que estaba junto a la cama, después, se acercó a su pequeña y comenzó a moverla suavemente.

—Soph... Cariño, es hora de despertar...

La niña se despertó a los pocos segundos y talló un poco sus ojos. —¿P-Por que, papi?

—Es de día, cariño. ¿Quieres ir a dar un paseo?

—Si, papi... ¿Donde está el abuelo?

—Abajo, cariño. Te daré un baño y luego iremos con él, ¿Bien?

Sophia lanzó un pequeño gritito de desesperación. —¿Por qué siempre me tengo que bañar?

—Por que eso es lo que hacen las niñas hermosas, ven aquí. — La hizo bajarse de la cama y la encaminó al baño, abrió las llaves y esperó a que la tina estuviera llena y a la temperatura correcta.

Un rato después, entre lloriqueos y uno que otro regaño, Sophia finalmente estuvo lista para bajar.

Michael estaba sentado en la mesa del comedor con el teléfono en la mano mientras apuntaba algo en una libreta, pero despegó la vista en cuanto escuchó los pasos de su hijo en las escaleras.

—¡Abuelo! — Corrió hacia el hombre, quién la tomó en sus brazos. —¿Dónde estamos?

—En un lugar muy bonito, linda, te gustará mucho.

—Papi dijo que iremos a dar un paseo...

—Vayamos entonces, abrígate bien, papá te compró un abrigo muy bonito.

Roger sonrió y se encargó de abrigar bien a su pequeña y salieron de la casa. El aire era frío, característico de la época del año, pero no fue un impedimento para pasar una buena tarde.

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora