Quédate. - XXV

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El timbre sonó exactamente a la hora en la que la cita fue echa. Sophia echó a correr hacia la puerta y la abrió enseguida.

—¡Luke! ¡Si viniste!

—¿Cómo no iba a venir? Vengo a ver a mi príncipe y a su hermosa princesita. — Respondió levantándola en sus brazos, con cuidado de no levantar su lindo vestido. —Te traje un regalo, linda.

—¿Un regalo? ¿Para mí?

—Claramente, no veo a ninguna otra princesa aquí. Pero debes cerrar los ojos.

Sophia asintió y Luke volvió a dejarla nuevamente en el suelo. Puso su mano en la espalda junto con la otra y sacó una preciosa muñeca de porcelana, vestía un traje de la India, confeccionado bajo el más alto cuidado, y su cabello negro y suelto iba adornado con una preciosa diadema de diamantes de plástico, bastante realistas.

—Ábrelos, Soph.

Obedeció y abrió los ojos, mostrando emoción por la muñeca. —¡Es muy bonita! ¡Gracias, Luke!

—No es nada, preciosa. ¿Donde está papá?

Sophia se dió la vuelta, mirando hacia la cocina y tomó aire. —¡PAPÁ!

—¡Ya voy! — Gritó también bajando las escaleras mientras seguía abotonando su camisa hasta la mitad de su pecho, como siempre lo hacía. —Luke, demasiado puntual. — Dijo riéndose y alborotando su cabello.

—Si vengo contigo, siempre tengo que ser puntual, cariño. — Sacó lo que tenía escondido en la otra mano, un ramo de rosas rojas y se lo dió a Roger. —Espero que te gusten...

—Son mis favoritas... Gracias... — Respondió Dándole un pequeño beso en los labios.

—Roger, mi amor, ¿No crees que ya estás demostrando mucho afecto?

—Bri... — Lo miró bajar por las escaleras. No negaba que aún le tenía algo de miedo, pero trataba de controlarse lo más que podía. —Sólo por hoy, ¿Lo recuerdas?

—Roger, sino puede controlar sus impulsos, ya sabe lo que pasará.

Brian rió burlonamente ante el comentario de Luke y miró a su hija con la muñeca entre sus manos, aún sin sacarla de la caja. —¿Y eso, Soph?

—Luke me la trajo... ¿Te gusta, papi?

—Si, hija... Está bonita.

Charlaron un rato los tres juntos, entre comentarios sarcásticos y ciertamente chocantes, Roger pudo descifrar que estaban tratando de competir entre ellos. Sería algo bastante divertido de ver.

—Iré a traer todo... Soph, ¿Por qué no le cuentas a Luke Algo sobre tu papá?

—¡Mi papi estudia las estrellas! Sabe todo lo que está en el cielo y en las nubes y en todos lados.

—Eso está muy bien... Pero, oye... Te traeré un libro de cuentos que tengo por ahí. YO lo escribí. — Presumió el ojiverde con una sonrisa burlona dirigida a Brian.

El rizado sonrió, pero no había perdido aún la batalla. —Soph, ¿Le has contado a Luke cuando papá y yo te llevamos a donde nos hicimos novios?

—¡Es verdad! Papi Bri y Papi Roger fueron a un lugar donde va mucha gente que se quiere y escriben algo en un papelito, luego lo tiran a, agua para que se haga realidad... Pidieron quererse para toda su vida, y su deseo se está cumpliendo...

—¿Ah, si? Pues tu papá y yo acabamos de visitar la Torre Eiffel.

Roger y yo pasábamos horas y horas leyendo entre nosotros.

—Yo le estoy ayudando a salir adelante sin ti.

—Yo lo cuidé enfermo, niño. A el y a mi hija, y si tengo que hacerlo en esta vida y las demás vidas que me den, lo voy a hacer, ¿Sabes por qué? Por que ante todo, él es mi esposo y ella es mi hija, y siempre voy a procurar que ellos estén bien.

—Es bueno saber que no tendré que golpearte por decir algo tan inteligente, idiota.

Sophia mostró una expresión de asombro y cubrió su boca abierta con sus manitas en reacción. —¡Papi! ¡Luke está diciendo groserías!

Brian aprovechó la oportunidad y le dio un pequeño golpe en la cabeza a Luke, pero con una fuerza bastante considerable, lo suficiente como para echar la cabeza del ojiverde hacia adelante. —Sin groserías delante de MI hija, Luke, por favor.

La pequeña repitió la acción de asombro y se rió por lo que su padre acababa de hacer. —¡Papá! ¡Papi Bri le pegó a Luke!

—¡Brian Harold May! ¡Ven acá!

Sonrió para sí mismo y se levantó de su silla. —Vengo en un momento.

Entró a la cocina y encontró a Roger sentado en unos de los lados de la barra de la cocina, con las piernas cruzadas, fumando un cigarrillo. —¿Por qué le pegaste a Luke?

Alzó los hombros en respuesta. —Quizás sólo quise hacer que no vuelva a llamarme idiota.

—Pensé que habíamos quedado en algo. — Respondió soltando el humo de sus pulmones.

—Esa regla aplica solamente contigo, precioso. 

El rizado caminó los escasos dos pasos que lo separaban de su esposo y se colocó entre sus piernas, le retiró por completo el cabello que le caía a la cara y lo tomó de las mejillas, atrayendolo a él en un apasionado beso al que Roger no se le negó. ¿A quién quería engañar? Había cosas que no se podían ocultar. Los deseos que sentía de un beso saliendo de los labios de Brian hacia los suyos, por ejemplo...

Sus labios se sincronizaban perfectamente bien. El sabor del tabaco en combinación con algún licor en los labios de Roger era una combinación explosiva, simplemente volvía loco a Brian.

Cuando el mas pequeño sintió que el calor entre ambos estaba aumentando, optó por hacer espacio entre ambos, empujando un poco a Brian, pero con el deseo aún escurriendo por sus ojos.

—Sé que quieres que hagamos ésto, bebé... Sé que quieres que te haga el amor como lo hacíamos antes...

—N-No e-es así...

—¿Ah, no? Entonces... ¿Porqué tu piel está tan caliente? — Cuestionó metiendo sus manos en la camiseta del rubio. —¿por que respiras tan agitadamente? ¿Por qué me miras implorando que te haga mío después de tanto tiempo?

—Bri... — Suspiró. —A-Ahora no, por favor...

Brian le sonrió y besó su frente, un gesto que derritió a Roger. —Está bien, mi amor...

—Perdóname, pero aún tengo heridas que tengo que sanar... Por nosotros, por mi hija y por Lu...-

—Roger — Le interrumpió firmemente. —. No sabré que hacer sin ti si no me perdonas y decides quedarte con ese tipo... No sabes de lo que soy capas, así que mejor piensa y cuida muy bien lo que vas a hacer. Yo no me detendré hasta tenerte de nuevo conmigo, sé que te prometí que voy a cambiar y lo haré solamente por ti. Me parecería un desperdicio de tiempo que yo ponga todo de mi parte para que esto vuelva a funcionar y que al final me vuelvas a rechazar. Sería algo que no volvería a soportar...

Ahora era Roger el que se sentía mal. ¿Acaso era que Brian tenía razón?

Era obvio que sí. Roger se estaba cegando ante sus sentimientos. Amaba a Brian más que a su propia vida, lo sabía y lo sentía, sólo quería darle una cucharada de su propio chocolate, pero el más alto estaba comenzando a tener razón.

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora