Quédate. - XVII

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Me quedo despierto hasta que finalmente el sol hace aparición por mi ventana. Mi princesa no volvió a despertar en lo que quedó de la noche, así que ahora está abriendo sus preciosos ojitos.

Mueve sus manitas al rededor de la cama, como lo hace siempre y pongo mi mano cerca de ella, la toca y se enreda en mi brazo hasta quedar en mi pecho nuevamente; cómo amo que haga eso.

Se da la vuelta y finalmente abre los ojos, sonríe al verme junto a ella. —Papi...

—Dime, linda.

—Tengo hambre. — Me suelta con una risita. —¿Y el abuelo?

Río junto con ella y la siento en mi regazo.

—Quizás siga dormido, cielo. No hay que molestarlo hasta que él se despierte, ¿De acuerdo? — Asiente. —Ven, vayamos abajo.

Le pongo un pequeño suéter por encima del pijama y salimos de la habitación hacia la cocina en el piso de abajo. Para mí sorpresa, mi papá está sentado en una de las esquinas de la mesa del comedor leyendo su periódico.

—¡Abuelo! — Grita mi niña mientras se acerca corriendo a su abuelo.

Él aparta la vista del periódico y sonríe cuando ella llega a sentarse en sus piernas.

—Hola, linda. ¿Cómo dormiste?

—Bien, abuelo. — Le responde con una sonrisa. —¿Puedo llamar de nuevo a mi papá?

—Si, hija, ve al teléfono.

Mi princesa se baja de las piernas de mi papá y corre hacia el teléfono. Mala suerte, su padre no contestó de nueva cuenta.

—Quizás no está en casa... — Dijo algo triste, poniendo el teléfono en su lugar.

—Intentaremos más tarde, ¿Bien? — Sophia asintió con una sonrisa. —Ve a darte un baño, saldremos de compras.

Me obedeció al instante y subió las escaleras. Sonreí cuando escuché el sonido del agua corriendo a través de las llaves.

—¿A dónde irás?

—Por ahí, necesito comprarle algunas cosas, además no quiero que se aburra.

Mi padre sacó su billetera... No, por favor...

Sacó un fajo de billetes y me los extendió. —Compra lo que necesites.

—Papá... No es necesario...

—Te pedí sólo un favor; déjame ayudarte mientras pueda hacerlo, así que ve y compra todo lo que necesites para ti y para ella.

Metió del dinero en una de mis manos y regresó a la mesa.

—Hijo... Me perdí gran parte de tu vida, quiero ayudarte y darles todo lo que yo no pude darte cuando tenías la edad de mi nieta. Quiero que me dejes estar pendiente de ustedes.

Mis ojos estallan en lágrimas ante sus palabras. —C-Con tenerte con nosotros es suficiente, papá... Y-Yo no quiero dinero...

—Pero yo quiero dártelo, así que déjame hacerlo mientras pueda.

Limpio las lágrimas en mis mejillas y me apresuro a ir con él para envolverlo en un abrazo, un abrazo que no me niega. Ojalá mi papá pudiera durar conmigo para toda la vida...

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora