Quédate. - XXXIV

413 55 13
                                    


Una semana completa pasó y con gran ayuda de su padre, Roger consiguió un lugar al que podría ir sin problemas. El vuelo salía esa misma madrugada, así que ya sabían que tenían que hacer.

Brian seguía ahí. De la manera más cínica dormía con él algunas noches. No le quedaba más opción que aceptar con miedo algunas veces, pero esa ocasión sería diferente.

Por la noche, transcurrió todo normal. Roger conocía la rutina de noche de Brian. Bajaba a la cocina, tomaba una taza de té y nuevamente se iba a la cama. Roger aprovechó eso para poderse deshacer de él al menos por esa noche.

En la mesita de noche de su lado de la cama procuraba siempre guardar pastillas para dormir, para aquellas noches que le parecían eternas, aquellas noches que parecían no acabar jamás, siempre conseguía dormir a la perfección unos minutos después de haberla tomado.

Sacó dos pastillas del cajón y con algo de miedo las metió en la taza. Esperó unos minutos a que el calor del agua las deshiciera por completo y con algo de miedo la dejó sobre la barra de la cocina.

El rizado bajó las escaleras a los pocos minutos y se sentó frente a él, mirándolo guardar algunas cosas en sus respectivos lugares.

—¿Dormirás conmigo hoy? — Preguntó de repente.

Negó a los pocos segundos. —Con Sophia. Lleva algunas noches teniendo pesadillas.

—No lo había notado.

—Tienes el sueño algo pesado... Quizás por eso no la escuchas llorar por las noches.

Mentiroso. Pero era una mentira para poder escapar de él.

—Eres un gran padre, cariño.

Sonrió levemente. —Gracias.

Esperó pacientemente hasta que Brian terminó el té.

El más alto se acercó a él, y Roger lo miró con algo de miedo. —Rog... Te amo, ¿Bien?

Asintió. —B-Bien...

Brian le acarició cuidadosamente una mejilla, pues el moretón aún era visible. —Te amo demasiado...

Se acercó a él y encontró sus labios para unirlos con los del más bajo. Roger aún sentía algo cada vez que lo besaba, pero dejó de convertirse en un sentimiento poderoso en cuanto se dió cuenta de lo que eran las cosas.

Le correspondió apenas. Con miedo.

Brian se separó de él luego de unos segundos y lo atrajo a él en un amoroso y cuidadoso abrazo. —Hasta mañana, mi vida...

Asintió temblando. Ya no le gustaba sentir como lo tocaba. Le daba miedo.

—D-Descansa, Bri.

Se zafó del agarre del rizado luego de unos segundos y subió rápidamente las escaleras hacia la habitación de su padre, donde también se encontraba su hija.

—Soph, ve a la habitación, papá no tarda en subir.

La niña asintió y besó la mejilla de su abuelo para luego darle un abrazo. —Gracias por cuidarnos, abuelo.

Le devolvió el abrazo con algo de melancolía. —Cuidate, Hija... Y cuida mucho a tu papá. Trataré de llamarlos lo más que pueda, ¿Esta bien?

—Está bien, abuelo...

Se despidieron otra vez y Sophia abandonó la habitación para luego correr a la suya, dejando a su padre y a su abuelo completamente solos.

—Papá... N-No sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por nosotros...

—Hijo, soy tu padre y siempre haré lo que pueda para que tú estés bien.

Roger se acercó a él y lo abrazó fuertemente. Un abrazo que fue correspondido sin pensarlo.

—No quiero que te pase algo, papá...

—Tranquilo, tengo un arreglo con alguien. Conozco a mucha gente en la policía.

Roger sonrió levemente ante el comentario de su padre y asintió. —Bien... Nos vamos en unas cuantas horas, esperaré a que las pastillas hagan efecto. No despertará hasta mañana si tenemos suerte.

—La tendrán, ya lo verás. Ahora ve con tu hija, te veré luego.

El rubio asintió y salió de la habitación para entrar a la de su hija. Miró a todos lados, no se veía nada de lo que iban a llevar, así que optó por recostarse de una vez.

Una pequeña canción de cuna fue suficiente para hacer dormir a su pequeña, y luego de unos minutos, él concilió el sueño también.

Quédate (Somebody To Love 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora