Vínculo.

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Los lobos eran maravillosas criaturas. 

Ya podía comprender su fascinación inicial cuando conoció a Steve por primera vez.

Mientras paseaban en el otoño se habían encontrado con una manada de lobos. 

No pudo evitar observar enternecido como su rubio interactuaba con ellos.

Su pareja le había contado como se había tenido que separar de la suya. Le había contado que tenía un hermano además de su madre.

El había perdido a su familia, se sentía culpable de mantenerlo alejado de los suyos. 

Podía ver como sus ojos brillaban de alegría mientras pasaba tiempo con los cachorros.

¿Qué podía decir? Eran cachorros de lobo jugando con otro encerrado en el cuerpo de un adulto.

Habían salido durante varias semanas a verlos, su rubio le había ayudado para que se acercase.

Al inicio se asustó al ver como el Alfa marcaba su territorio al sentir la presencia de su rubio.

Aunque fuese inferior, no se detuvo de mostrarle que defendería a los suyos.

Steve sonrió orgulloso y tras su "saludo" de machos con testosterona se volvieron casi hermanos.

Jerarquías de "alfas" tenían que ser.

No tenía que ser adivino para saber que añoraba tener a sus propios cachorros.


—Si quieres puedes acercarte. —Le animó mientras los pequeños mordían sus brazos y piernas.


Sacudió su cabeza al darse cuenta que se había perdido eso. Su pareja señaló a los pequeños y le comprendió.

—Lo dudo Beloved. —Negó con la cabeza.—Estoy mejor aquí.


La culpa le invadió con amargura. Aquello jamás podría dárselo.


—Tu eres mi familia, no necesito de nada más. —Le reprochó levantándose.


No pudo evitar hacer una mueca de culpa. Su vinculo cada vez era más estrecho, tanto que a veces podían transmitir sus sentimientos. Y el no era muy bueno para ocultarlos.


—Steve, lo— ¡H—Hey!. —Rodeó asustado su cuello al sentir como lo alzaba entre sus brazos.


—Te amo Tiny, eso jamás cambiaría. Tenerte conmigo ha sido lo mejor de mi vida. —Quiso responderle pero sintió un peso extra en su pie.


—Enano. —Susurró enojado.


—Le gustas. 


—Nada que ver, éste salvaje sólo quiere molestar. —Sacudió su bota varias veces pero el pequeño no le soltó. Testarudo tenía que ser. —¡Tch! ¡Señora, su hijo es un rebelde!.


La loba gris giró a verle y cerró los ojos mientras sacaba su lengua. ¡La muy descarada se reía de él!


—¿Lo ves? Incluso ella esta tranquila, te acepta como uno de los nuestros cariño. —Pudo notar como intentaba en vano no reírse a costa suya.


—Sólo lo hace porque huelo a ti. —Aunque agradecía el pensamiento de que le aceptaran por lo menos algún pariente lejano de su pareja.


—Pienso que serías una madre excelente. —Besó su mejilla con ternura dejándolo sin aliento.


—Si pudiera... —Suspiró al escuchar como se rasgaba su pantalón, el pillo le ladró exigiéndole la otra bota.  —¡Si enano, sigue soñando! 


—Nunca digas nunca cariño. —Besó su nariz divertido. —Podrías sorprenderte pronto.


Le dejó en el suelo y regresó con los pequeños sin dejar de mirarlo. ¿Por qué se sentía tan nervioso por esa sonrisa?

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora