Combate.

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Créditos a quién corresponda.


***

El enfrentarte a uno de los tuyos era todo un desafío. En especial cuando existían tantas cosas en común.

Ambos habían nacido durante una luna nueva, sobrevivido al "Holocausto" de un Capo Lupo.

Se habían criado juntos, dentro del seno de una manada grande y sólida.

Pero con sólo verse de frente era imposible de creerlo.

Sus pieles eran el vivo ejemplo que eran el día y la noche.

Steve apenas recordaba la última vez que se enfrentó a Zemo.

Parecía que desde que tenía memoria, ambos coincidían sólo para enfrentarse.

Aún cuando el jamás había querido pelear en contra suya.

Pero el pasado era harina de otro costal.

Ahora, más que nunca sólo tenía una meta, ser el único en pie al finalizar la noche.

Ojalá fuera tan fácil como decirlo.

Helmut golpeó su pecho mofándose de él, como si sus golpes fueran más suaves que una pluma.

Los suyos no dudaron en apoyarlo con aullidos.

Estaba furioso.

Por más que intentaba no lograba darle un buen golpe.

Sus pieles eran más gruesas de lo que recordaba, su ferocidad al atacar era igual al de una serpiente rastrera.

Aquel corte en su brazo era un horrible recordatorio de que tenía que ser más rápido que él.

La sonrisa bañada con su sangre que le dirigió le hizo hervir la sangre de ira.

Ese desgraciado no sólo estaba jugando con él.

Sus golpes eran sutiles pero profundos.

Quería hacerlo sufrir.

No sólo a él, a Tony.

A su cachorro.

La frustración que sentía al no poder protegerlos, el saber que por su descuido los lastimaba lo estaba sofocando.

Ya una vez había fallado, no podía permitirse hacerlo de nuevo.

Ambos rodaron por la nieve, repartiendo varios golpes intentando usar su peso para dominar al otro.

Aquello no parecía que tendría fin. Era una pelea por ver quien tenía más resistencia.

Era arriesgado, pero lo hizo.

 Cuando Helmut le apresó y busco una abertura en su cuello lo aprovechó.

Tomó impulso y le dio un cabezazo.

Sonrió al escuchar el quejido de dolor.

La nieve salió volando mientras era él ahora quien se abalanzaba sobre su presa.

Su mandíbula se cerró en su  oscuro cuello pero tan pronto como sus colmillos probaron el sabor de su sangre, su boca se abrió soltando un alarido de dolor.

La manada gritó al ver como nueva sangre  manchaba la nieve.

Sacudió su cabeza sintiendo su boca amarga y como le costaba respirar al sentir como su costado comenzaba a empaparse.

Gruñó furioso, pues la suya había corrido con más facilidad.

Luchar a la defensiva no es la mejor opción, pero era la única carta segura que podía usar, en especial cuando sabía que su pareja estaba más perceptivo que nunca.

Como se reprochaba el no poder verlo antes del combate.

Le enfermaba sentir la duda y la preocupación en su pareja. 

Odiaba estar tan separado de él.


"—¿Es lo mejor que tienes Steve, o ya estás cansado?"


Le rompería esa maldita sonrisa a como de lugar.


"¿Que pensamientos pesimistas son esos Beloved? Siempre estoy contigo".


Prácticamente ronroneo al sentir aquel calor tan reconfortante en su pecho gracias a su enlace.

Realmente no se merecía a su pareja, incluso en un momento como éste era el quién le daba el aliento.


"—¿Bromeas? Puedo hacer esto todo el día"


Afiló sus garras en una roca cercana y se las mostró con la promesa de que sería su carne la próxima víctima.

Su sonrisa creció al ver como el gesto de Zemo se cerraba con molestia.

El tronar de los huesos del Alfa resonaron por todo el lugar mientras caía contra el suelo.

Esta vez, fue el quien sonrió mientras la manada rugía con renovadas fuerzas.

Podía ser fuerte, sentirse agotado por el sobre esfuerzo y sus heridas, pero ni siquiera en su peor pesadilla perdería contra él.

Zemo, al verse superado esta vez fue quien atacó primero. 

Si sus pieles eran mas gruesas, sus colmillos y garras lo serían aún más.

Sin importar que sus propios huesos se rompieran en el proceso.

Esquivó el enorme árbol que le arrojó, el segundo le cortó con sus garras, pero el tercero se impactó contra su costado arrastrándolo a un par de metros. 

Sacudió su cabeza pero al buscarlo noto que estaba solo, se había ocultado el muy cobarde.

Gracias a su olfato supo que no estaba lejos.

 Observó como la sangre se elevaba a su vista, como aquel tibio liquido se deslizaba por las garras de su enemigo.


—¡Steve!


Al escuchar la voz aterrada de su pareja se paralizó. El muy bastardo le había atacado por la espalda.

Trató de soltarse pero el Alfa le tenía bien sujeto, gruño al sentir como retorcía su agarre haciendo aún más grande la herida en su hombro.

Como sus colmillos comenzaban a perforar su carne.

Esta vez, quemándolo desde adentro.


Siempre supo que Helmut era despreciable, pero recurrir a la plata durante El Capo Lupo era todo un nuevo nivel de cobardía.


"—Ahora hermano, serás testigo del final de los tuyos ".


Los primeros rayos de la luna iluminaron todo a su paso cuando por fin las nubes se dispersaron.

Pero aquello, no era para nada lo que esperaba.

En vez de que el halo lunar les recibiera, uno de color rojizo los cubría mientras Helmut se erguía con un gutural aullido.


"—¡Es hora!"

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora