Enlace.

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El sexo siempre había sido para ambos la mayor y mas deliciosa experiencia.

Pero al estar su pareja envuelto entre sus pieles. Eso, demonios... ¡Era otro jodido nivel de locura y placer!

Su rubio siempre habia sido suave, apasionado y gentil. 

Al volverse un vampiro, sus encuentros se tornaron más ardientes, fuertes y desesperados.

Pero esta vez, sentía que podría desmayarse ante cada furiosa embestida. Como lo pensó, "enorme" era una palabra muy corta para describirlo.

Cada vez que se impulsaba adentro sentía que lo partiría en dos. 

Giró un poco su rostro, ambos jadearon al sentir como sus lenguas chocaron. Pero con gusto volvieron a repetirlo.

Se corrió con fuerzas al sentir como sus garras atravesaban su piel. Estaba perdiendo la cabeza, olvidándose incluso de su propio nombre.

Sus entrañas, todo su cuerpo se estaba derritiendo de placer. Lloriqueo al sentir como retomaba los empates. No le dejaba ni respirar.

Sus extremidades estaban siendo aplastadas por las suyas, una prisión de músculos y pelaje que erizaban toda su piel ante cada fricción.

Aquel peso era asfixiante y delicioso, el único problema era que no podía permanecer quieto. Quería tocarlo, besarlo.

El gruñido de advertencia del rubio le hizo resoplar frustrado. Su alfa estaba exigiéndole entrega total y así lo hizo. 

¿Cuántas veces podía correrse con sólo tenerlo adentro? 

Siseo de dolor al sentir como algo comenzaba a crecer dentro de él.

Sus colmillos desgarraron su labio al sentir como el nudo comenzaba a soltarse. 

Todo su cuerpo le ordenó que debía alejarse, el miedo lo estaba ahogado pero se mantuvo inmóvil.

El mayor se detuvo gruñendo, luchando contra si mismo al no poder contener su voz adolorida.


—¡No pares! ¡Steve, por favor!


Jadeo al sentir su lengua frotarse contra su cuello, pronto fue reemplazada por sus colmillos, estos atravesaron su carne sin piedad, lágrimas, sudor, y su propia sangre corrieron libremente mientras se corría.

Prácticamente se desgarró las cuerdas vocales gritando mientras convulsionaba por culpa de la ola de espasmos que le asaltaron.

Su cuerpo se desplomó sin fuerzas sintiendo su interior era invadido e inundado por su simiente. 

Ni cuenta se dio de que perdió el conocimiento hasta que sintió los suaves toques húmedos en su mejilla.

Sonrió al escuchar a su pareja lloriquear preocupado. Llamándolo con desesperación.


—Estoy bien... —Ni reconoció su propia voz al sentir como lamía su mejilla tratando de consolarlo. —Sólo, necesito descansar un poco.

Sintió como respiraba profundo, sus músculos se relajaban y se dejaba caer por complejo encima suyo.

Aquello era tan delicioso.

Su rubio movió coqueto sus caderas, ambos jadearon al sentir el nudo tensarse.


—Sip, pegados al estilo perrito. —Dijo agotado. —Eres todo un romántico.

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora