Enseñanzas.

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—No escucho a lobas solteronas y gruñonas.


—¿No me digas que andas ardido todavía por lo que dije?. —Le hizo una seña obscena mientras caminaba. —Que delicado.


—Si no quieres mi delicado puño en tu cara cierra la boca y dejame en paz Carlotta.


—Mi trabajo es enseñarte enano, hazme caso, y mi nombre es Carol!


—Ayer negabas que estuviera embarazado, ahora quieres que te acompañé?. —Soltó una falsa carcajada. —No me jodas, no me interesa.


—Adelante regresa a la casa y mantente encerrado durante todo la noche, en cambio yo iré a ver a los pequeños.


Se detuvo y giró a verla enojado. ¡Oh, no! No caería ante la curiosidad... ¿O, sí?


—¿Qué pequeños?. —Odio ver como se formaba esa molesta sonrisa en su boca. Le hizo una seña para que le siguiera mientras caminaba.


El encierro estaba matándolo, por ello sus pies en contra de su voluntad le siguieron.

Por primera vez ahí se sintió contento. Más al ver como esos pequeños destrozaban todo a su paso.


—No pensé que tuvieran lobos aquí. —La rubia le vio ofendida. —Es decir lobos normales.


—Para nosotros los cachorros no sólo significan alegría, son sinónimo de poder y bendiciones para la manada. —Acarició el cuello de la madre con cariño. — Los embarazos siempre son de gran riesgo, las madrinas fueron creadas para asegurar el futuro de nuestra manada.


Lo admitía sería hermosa, si no fuera por su horrible humor.

Pudo notar como su mirada se iluminaba al hablar con ellos. Ese brillo era el anhelo de una madre.


—¿Qué tanto duran?


—El tiempo de gestación dura de ocho a doce meses, pero el periodo de crecimiento es más lento. —Elevó una de sus cejas intrigado.—Han habido cachorros que duran casi 130 años en crecer hasta su edad adulta, todo depende de el momento en el que entre en celo.


—¿Y por qué me trajiste aquí?. —Le vio con sospecha. —Si piensas que limpiaré sus cosas, estás muy equivocada.


—Ellos son una excelente práctica para las "madres" como tu. —Se levantó y le vio divertida.  —Deberás—


—¿Decías?.

Sonrió orgulloso mientras los lobeznos le rodeaban. No pudo evitar sentir nostalgia al recordar a su manada.

Sólo esperaba que este asunto se solucionase pronto para poder reunirse con ellos.

Negó con la cabeza, el muy descarado de Steve le estaba entrenando para ser madre sin que lo supiera cuando le alentaba a ir a con ellos.


—Presumido. —Rodó los ojos la rubia. —Solo les agradas porque tienes el aroma de Steve.


—La envidia es una perra no?. —Se rió jocoso abrazando al lobezno.


—Escucha, no tengo nada en contra de ti, vale, por mucho que esa lista sea tan larga. —Bufo irritado. —Si te dije eso antes es porque debes de estar preparado para lo peor, en los últimos 900 años no han habido embarazos masculinos, y no creo que rompas esa marca.

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora