Heridas.

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Ni humano o vampiro, su naturaleza jamás fue la de alguien paciente.

Desde que regresaron y tras asegurarse que sus heridas no eran serías, la atención de su alfa estaba sólo en ese lobo. Le pidió que le dejase platicar a solas.

 No le importaba quién era o si le había ayudado. Podía sentir a su pareja sufrir por su culpa, y eso; era suficiente para interferir.

Ese día, se lamentó de seguir su instinto. Había tenido un día de locos, pero a pesar de haber amanecido; las sorpresas no dejaban de llegar.


—Jamás pensé que tuvieras un sentido del humor tan negro Beloved. —Le vio con una nerviosa sonrisa. —Pero lo reconozco, nunca me dejas de sorprender.


—No es una broma, últimamente comes más seguido. —Comenzó a enumerar el mayor. —Te cuesta conciliar el sueño y despertarse tu deseo maternal con los lobeznos.


—En primer lugar, tengo buen apetito y me gustan los perros, eres el vivo ejemplo. —Se excusó de brazos cruzados.—Además, siempre cambiamos de cama, cómo esperas que me acostumbre?


—Anthony. —Rascó su cabeza incómodo por los detalles. —Tu apetito sexual—


—¡Siempre tenemos sexo masivo anciano, eso no significa que esté preñado!. —Alzó la voz enojado de tanta insistencia.  —¡¿Tengo que mostrarte mi verga otra vez para que recuerdes que NO soy una hembra?!


—Tu aroma no miente. —Dijo aburrido el castaño de tanta discusión.


—¡Tu te callas mapache del demonio!. —Rugió irritado. —¡Solo estás tratando de chantajear a Steve para que vaya contigo!


—Es cierto, yo también puedo olerlo.


—¡Pues perdiste el sentido del olfato! 


Subió las escaleras con pasos rápidos harto ya de escuchar tonterías. Si eran seres antinaturales, pero.. ¡Carajos! Había un límite no? Su mente comenzó a trabajar rápido. Cada tonto "síntoma" que pasó por alto.

¿Podía ser posible? No, ni siquiera los vampiros machos podían tener hijos, de eso estaba seguro. ¿Por qué siempre que las cosas iban bien en su vida tenían que complicarse más?.

—¡Ni siquiera he tenido náuseas, es absurdo!. —Comenzaba a asustarse con cada paso. —¡Están locos!


—¡Tony, detente!

—¿Estabas así de cariñoso conmigo solo por esto?. —Giró a verle dolido esperando que lo negase, pero fueron sus ojos lo que hizo que su vista se volviese borrosa.


Todo lo del vínculo, su celo... ¿Fue sólo por eso?

—Se que estás asustado, yo también lo estoy. —Tomó su rostro con delicadeza. —Los embarazos entre entre machos no son muy frecuentes entre nosotros. Casi nulos en realidad. —Suspiró agobiado. — Aún cuando el período de gestación comienza no siempre se mantienen, quería estar seguro antes de decírtelo.


Podía sentir el dolor de su pareja mezclarse con el suyo. Eso era mucho más doloroso.  Pero no podía aceptarlo.


—¡¿Y cuándo pensabas decírmelo?!. —Le empujó furioso con lágrimas en los ojos —¡Cuando estuviera apunto de reventar?! ¡Me prometiste que ya no habría secretos entre nosotros! ¡¿Por qué puedes decírselo a él y no a mí que soy TU pareja?!


—Tony.. —Trató de tomar su mano derramando lágrimas. —Por favor, yo—


—¡Dejadme sólo Steve! ¡Eso es en lo único en que sí puedo confiar en ti!

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora