Escape.

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Créditos por el arte a: Denver Balbaboco

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 Natasha aprovechó lo que quedaba de la luz del día para hacer su parte, en ese momento la seguridad sería sólo de esclavos y sirvientes, todos los vampiros estarían durmiendo lo que era favorable para ella caminar con libertad.

Pero el rescatar al hijo de su amigo estaba resultando un poco más complicado de lo que había pensando.

Strange había decidido mantener al pequeño en sus a posentos personales los cuales eran un laberinto eterno.

Sólo si no conocías ya el camino.

Deshacerse de los guardias humanos era sencillo, pero tener que luchar contra los fieles iniciados a su mando era otra cosa.

Debía ser más ágil, astuta y certera si quería tener éxito sin ser descubierta antes de tiempo.

Esos tres no estaban ayudando en volverse polvo, ni modo sería por las malas.

Valiéndose de sus habilidades de cuerpo a cuerpo logró derribar a uno y cortarle la cabeza.

El segundo se abalanzó, blandiendo su hacha, pero muy pronto aquel gigante se convirtió en tierra.

Si bien las armaduras eran lentas para los suyos, la tercera rata sabía moverse bien.

Logró cortar un mechón de su cabello, pero su espada dió un certero corte en su pierna.

Herido y con una sátira sonrisa, hizo levitar todas las armas que su maestro tenía como obstentosa decoración y se las arrojó.

A penas logró esquivarlas, notó como esa basura intentaba escapar para dar la alarma.

Las puertas se abrieron pero no logró dar otro paso.

Sonrió, ambos observaron como espada del esbirro le atravesaba el corazón, antes de que su cuerpo cayera al suelo ya se había convertido en polvo.


—Hola pequeño. —La pelirroja llevó uno de sus dedos a su boca con una sonrisa al verlo encerrado en una jaula. —Tu mantente callado si quieres volver con tu mami.


Peter le miró con los ojos rojos y húmedos, con ello se dió cuenta de que había llorado durante horas.

Ella no era bueno con los niños.

No sabía si podría comprenderle, pero si no hacía silencio serían descubiertos por los centinelas.

Miró con sorpresa como el pequeño castaño le regaló una sonrisa y cubrió su boquita intentando guiñar uno de sus ojos en complicidad.

Incluso en eso se parecía el muy pillo.


—Chico listo.


Rompió el candado y lo saco de ahí.

Al tomar al pequeño en sus brazos las alarmas estallaron.

Preocupada, lo sostuvo contra su pecho dispuesta a asesinar a cualquiera que entrará.

Pero la alarma no se había dado por ella, era por alguien más.

Con curiosidad observó por la ventana.

La Luna se alzaba llena y con un cielo oscuro y tenebroso.

Debajo de él, un grupo de licántropos marchaba hacía ellos a toda velocidad.

Uno de ellos resaltaba al ir en la primera fila, esquivando las ballestas de plata, incluso los arqueros en todo el perímetro.

Con un poderoso aullido destruyó el puesto de vigilancia y el puente cayó.

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora