Alia.

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El mejor que nadie sabía lo duro que era cambiar de vida.

Su pareja había nacido como un Licántropo. Conocía todo de su mundo. Él había tenido que aprender de su nueva vida sobre la marcha mientras le buscaba.

Y cuando se trataba del tiempo de un inmortal, una década no era suficiente para aprenderlo todo.

Los años habían pasado, y cada día era perfecto a su lado. Esa noche, un carnaval estaba de paso por aquel pueblo. 

Les fascinaban jugar a las escondidas, era su turno de encontrar a su ardiente rubio.

Las calles estaban repletas de gente, colores y una gran gama de fragancias. Pero ese aroma. Era inconfundible.

Se alejó lo más posible de la multitud y le esperó en el cementerio.

—Nunca me dijiste que el hombre que buscabas era una bestia. 

—Si piensas que es salvaje ahora, ni te imaginas como es en la cama.—Sonrió coqueto.

—Te advertí que te mantuvieras lejos de los animales. —Le vio de brazos cruzados. —¿Y qué es lo que haces ahora?

—¿Por qué crees que tras aprender todo de él me fui lo más rápido posible?. —Rodó los ojos. —Ahora si me disculpas cariño, tengo una cita.

—Después de todo lo que hicimos por ti, piensas que puedes rechazarnos como si fuéramos basura?

—¿Les estoy rompiendo el corazón?. —Apoyó su mano en su pecho con fingido dolor . —Dime en dónde para barrer las cenizas de ese inexistente órgano.

—Esas bestias solo pueden tener una pareja. Aún si te tiene afecto, tarde o temprano su instinto le hará buscar a los suyos, y al hacerlo; una pareja adecuada.

—Yo soy SU pareja.

—No lo eres, él es.. —Sonrió travieso al notar su expresión. —¡¿Cómo se te ocurre tomar la sangre de ese animal?!

—¿Crees que no sabía porqué siempre me daba sólo de su sangre? Podemos ser de relaciones abiertas, pero al alimentarnos solo de una presa, podemos crear nuestro propio vinculo.

—¡¿Estas loco?! ¡Ya una vez te abandonó, lo hará de nuevo! —Sus garras perforaron las palmas de su mano de la ira. —¡Eso te matará!

—¿Crees que me inporta morir? La muerte es relativa. Tu mejor que nadie debería saberlo.

—Somos tu única familia. — Le tomó de su rostro. —Ven conmigo, hablaré con él.

—Dale un mensaje de mi parte, que se joda. —Se alejó de ella. —Steven es MI familia ahora. No lo dejaré ni muerto.

—¡Anthoska, quiero protegerte!. —Alzó la voz la pelirroja. —¡No puedes negar a tu sangre!

—Mataré a todos que se atrevan a interponerse entre nosotros, y eso te incluye Alianovna. —Le vio por encima de su hombro—. Así que por favor, no te metas.

¿Quién demonios se creía que era para mandarla? Podía tener siglos de experiencia. Pero no sabía nada de ellos.

Steven lo amaba. No sería capaz de dejarlo, no de nuevo.

¿O sí?

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora