Calor.

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💜Creditos en la imagen 💜


***


Los recuerdos le envolvieron como si fueran los brazos de una madre a su recién nacido.

Su primera vez, y desde siempre había tratado a su pareja con delicadeza, sus encuentros fueron tan etéreos y maravillosos que ni con sus pieles lograron borrarlos.

Había escuchado tantas veces que los vampiros eran fríos. Lo único que hervía en ellos era su sed de sangre.

Que errado concepto.

No había lugar en dónde no tocase o besara de su hermosa piel que no quemase. 


—¡Joder, hmm más suave Steve!


Lo había confirmado. Se había vuelto adicto a él. Quería devorarlo de todas las formas existentes.

Sus dedos ansiosos se abrían paso en su interior, preparándolo para su inminente y deseoso encuentro. 


—¡Mier—da! Olvida lo que dije. —Gimió desesperado. —¡Es suficiente, sólo follame!


Acató esa orden como si fuera propia. Le arrojó contra la cama y se introdujo sin ningún cuidado en él.

Sintió como la sangre escurría de su espalda por culpa de las garras de su amado, era un pago absurdo para el enorme placer que era hacerle el amor.

Amaba sus iris cafés. pero encontró tan seductor esos iris carmesíes que no dudó en caer preso de su encanto.

Su lobo interno quería, no, exigía marcar a su pareja. Sería luego, ahora amarlo y darle placer era su mayor prioridad.

Si esas eran las brasas del infierno, con gusto se quemaría hasta los huesos.

Los colmillos de su pareja perforaron su labio pero ni con eso detuvo el asalto a su cavidad. 

El sabor de su propia sangre, incluso le incitó a volver más profundos y descontrolados sus movimientos.

Ni siquiera durante todo el tiempo que se mantuvo en hambruna, sintió tanta ansiedad.

No les importó el sonido de la pobre madera crujir con violencia con cada embestida contra la pared, ambos estaban demasiado ocupados, perdidos luchando incansablemente por degustar cada momento.

Se obligó a resistir, sólo cuando estuvo seguro de que su pareja logró culminar su deseo fue que se permitió derramarse con toda libertad dentro de él.

Se mantuvieron abrazados firmemente como si eso fuera lo único que les ayudase a respirar. 

Ambos rieron sin aire al sentir el cambio de gravedad. Las patas de la cama habían conocido a la muerte.


—Todo este tiempo. —Dijo el menor agotado con reproche. —¿ Me estuviste engañando.. de cómo era el sexo contigo?


—No quería lastimarte. —Admitió adormecido contra su cuello. —Los humanos no sobreviven nuestros periodos de apareamiento, por ello somos muy selectivos con nuestras parejas.


—Morir durante el sexo, tentador. —Sonrió travieso.


—Tony.


—De ahora en adelante. —Le besó en la mejilla y suspiró estrechándole con fuerzas. —Puedes sentirte libre de intentar matarme con tu verga todas las veces que quieras Beloved, porque te lo aseguro no moriré.

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora