Celos.

991 133 0
                                    

Para un licántropo, no había una mayor alegría que encontrar a su pareja.

Eran contados los casos en los que sus parejas eran del mismo género, muchos se hacían a la idea de jamás poder tener cachorros.

No veía la hora de llegar con Anthony y por fin hablarle de ello. Mas nunca imaginó encontrarlo con alguien más.

—Lo reconozco Anthoska, ya veo porqué tanto interés por encontrarlo. —A diferencia de los ojos de su pareja, aquellos ojos rojos que le analizaron estaban vacíos y muertos.


La cercanía de ambos lo hizo perder el aliento. Pero  fue el terror en la mirada de su castaño lo que le devolvió la cordura.

Ese sujeto era peligroso.


—Si te atreves a lastimar a mi pareja, te arrancaré cada maldito miembro. 


—Jamás lastimaría a uno de los míos. —Su sangre hirvió al ver como se abrazaba al cuerpo de su pareja. —Menos, a uno de mis favoritos.

—¡¿Quién demonios te crees que eres?!

—¿No le has hablado de mi cariño?. —Negó con la cabeza divertido. —Los secretos no son entre familia y lo sabes.

—¡Cierra la boca!

—Verás salvaje, fue mi sangre lo que le dio vida, no importa donde vaya, lo que hagas o digas. Anthoska siempre sera mío.

—¡El haberlo mordido no lo hace de tu propiedad! —Rugió enfurecido.

—Claro que lo hace. —Le sonrió con desprecio. —A diferencia de ustedes, nosotros nos encargamos de todas sus necesidades, incluso de sus instintos más básicos y oscuros.

—¡Stephen, basta!. —Vio como su castaño se removía enojado. 


—¿O qué?. —Se le acercó con una sonrisa. —¿Jugarás conmigo?


—Ya me conoces. —Dejó de respirar al ver como acariciaba la mejilla de ese sujeto. —Jamás me ha gustado seguir las órdenes.


No dudó en lanzarse contra el moreno al ver como las garras de su castaño se clavaban en su rostro.

Tony fue arrojado contra la pared.

En menos de un segundo desapareció de su vista. Podía ser rápido, pero no tanto como sus sentidos.

Tomó el escritorio y lo arrojó contra la ventana.

El muy bastardo lo esquivó y se paró en el balcón.


—Si en verdad te interesa bestia, lo mejor que puedes hacer por él es marcharte. —Le vio con desprecio. —Eso, ha sido lo mejor que has hecho por su vida.


—¡Te mataré!


—¡Steve, no!. —Sintió como le detenía del brazo el castaño. —¡No lo vale!.


Sus pieles exigían, no, todo su ser por bañarse en la sangre de ese desgraciado.


—¡No lo dejaré ir, pagará por lo que te hizo!.


—No vayas...

—¡Tony!. —Le sujetó antes de caer preocupado al verlo tan pálido.—¿Estás bien, te hizo algo?.


—Estoy bien. —Podía sentir su cuerpo temblar ardiendo en fiebre. —No me dejes, por favor, otra vez no...


El alivio que sintió al tenerlo en sus brazos le hizo perder el equilibrio.

Recordaría el aroma de su sangre. 

Pero antes, su amado lo necesitaba más que nunca.

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora