63. Arresto

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Muchos años atrás en la televisión era súper popular un show en el que un hombre intentaba escapar de prisión utilizando un plan súper elaborado y arrastrando consigo a un montón de personas. Siempre creí que era absurdo llegar a tales extremos, los planes sencillos siempre eran lo mejor, no fue sino hasta que estuve en prisión en otro mundo que entendí que la solución más sencilla no siempre es la mejor.
———

- Vengo a entregarme.

El guardia en la entrada de la ciudad me miró con curiosidad, nos habíamos visto varias veces antes desde que llegué a la ciudad y aunque no sabía su nombre, por lo menos reconocía su cara y él la mía.

- Identificación, por favor.

- Toma -le mostré mi identificación- me duele el brazo así que si me vas a esposar ¿podrías ser gentil?... por favor.

Pude escuchar un suspiro del guardia cuando le dije esas palabras, pero luego de que revisó mi identificación su tono cambió, su mirada se volvió seria y llevó su mano al mango de la espada en su cintura. En ese momento solo llevaba conmigo mi ropa así que era obvio que no representaba una amenaza, pero él no bajó la guardia ni me quitó los ojos de encima.

- Diana Álvarez, quedas detenida por el delito de homicidio. Extiende tus manos.

Tal vez tomando en cuenta lo que le dije antes, el guardia colocó alrededor de mis muñecas unas esposas de madera cuidadosamente. Agradecí su gentileza mientras me llevaba al interior de la muralla. Era la primera vez que entraba y me sentí nerviosa, pero al mismo tiempo tranquila. Había hablado antes con las trillizas sobre mis planes y también me pude reunir con Bunny antes de entregarme, teníamos un plan para limpiar mi nombre y al mismo tiempo ayudar a Lunere, a quien lastimé con mi hechizo accidentalmente. Para conseguir ambas cosas era necesario que me entregara incluso si eso implicaba pasar algunos días en prisión. En mi viejo mundo las cárceles eran lugares peligrosos y sucios, pero parecían hoteles de lujo si se comparaban con lo que este mundo medieval tenía para ofrecer.

El guardia me guió hasta unas escaleras y bajamos un par de pisos hasta llegar a unas celdas subterráneas. En el camino pude ver a toda clase de personas encerradas, no solo había bandidos comunes que me recordaron a Bon y sus secuaces, sino que también había mujeres, niños y ancianos. Le pregunté al guardia por qué estaban ellos ahí, pero no obtuve ninguna respuesta, supuse que era parte de su trabajo el mantener la boca cerrada así que lo felicité por una buena labor en mi mente.

En el tercer piso subterráneo llegamos a una celda que el guardia abrió antes de pedirme que entrara. A pesar de que no hablaba conmigo, siguió siendo amable incluso en ese momento, me hubiera gustado al menos saber su nombre para poder agradecerle el tratarme con gentileza incluso habiendo visto mi cargo por homicidio.

- ¿Acaso es tu novio? A mí me patearon para entrar.

Giré y miré dentro de la celda a una mujer de cabello plateado y largo, estaba demasiado oscuro para ver más allá de eso, pero pude notar el sonido metálico de cadenas arrastrándose en el suelo mientras se quejaba. Su voz era tosca y grosera, pero no me desagradaba.

- Ni siquiera sé su nombre, pero le pedí que fuera amable, ¿tal vez lo hizo porque lo pedí por favor?

- ¿Eres tonta? -la voz preguntó mientras soltaba una carcajada.

- No eres la primera persona que me lo dice, comienzo a asustarme -dije con una risita-, me llamo Diana.

- Soy Kakris, ¿por qué te encerraron?

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora