Cuando era una niña tuve que aprenderme los nombres de todos los estados del país y todos los municipios del estado en el que vivía. Fue una tarea complicada y no la disfruté ni un poco, pero al final fue útil para planear las vacaciones con mi familia o elegir el destino para la excursión escolar. Saber en dónde te encuentras y lo qué hay a tu alrededor es muy útil, pero al mismo tiempo, cuando no sabes nada sobre el lugar en el que estás puedes sentirte más perdido que nunca. Cuando estaba en el bosque albergaba la esperanza de volver a casa en cuanto encontrara a otras personas, pero luego de hablar con Orwell por un tiempo me di cuenta de que volver a ver a mi familia podía tomarme mucho más tiempo de lo que pensaba.
Ya había comenzado a sentirme cómoda con el comerciante, su mal olor se debía a los polvos que transportaba y después de un tiempo había desaparecido por completo, mis sospechas sobre él también se redujeron cuando me habló de su familia y sus negocios en la aldea Mila, que era el nombre del sitio al que nos dirigíamos. La aldea Mila era una pequeña aldea agrícola con apenas un par de cientos de habitantes. Según Orwell, esta aldea se encontraba "en el centro del condado Lino", aunque yo todavía no tenía idea de lo que eso significaba. Sobre todo cuando la explicación del comerciante fue "es un condado que se encuentra en el sureste del marquesado Tramber, en el reino de Ishnar".
Los nombres que no conocía continuaban apareciendo, pero más importante, escuchar la palabra "reino" hizo que me sintiera fuera de lugar una vez más, como si ya no estuviera en el siglo XXI, o peor, como si ya no estuviera en mi mundo. Seguí pensando en lo que me había ocurrido, me habían disparado en un autobús mientras volvía a casa de la preparatoria y después desperté en el bosque. ¿Acaso realmente había muerto y estaba en el más allá? Pero si no era el cielo ni el infierno, entonces ¿dónde estaba?
Me sentí intranquila y Orwell lo notó, así que hicimos una parada para comer, me preguntó si podía atrapar algún pescado para él y a cambio me entregó un pan blanco con crema embarrada en él. Era una comida muy sencilla, pero comer algo que no fuera carne fue una bendición para mi. Orwell pensaba lo mismo de comer pescado asado, al parecer él no tenía ni la paciencia ni las herramientas para pescar en el río, así que no tenía muchas oportunidades para comer pescado durante sus viajes, además, ya que los viajes toman mucho tiempo, no podía llevar comida perecedera.
Atrapé algunos peces con mi arpón, los suficientes para Orwell, Mikel, el conejo y yo, al parecer, el caballo-rinoceronte... el lefi, le había tomado cariño al sabor del pescado.
- Eres muy buena con esa cosa -advirtió Orwell- ¿acaso eres una usuaria de la lanza?
- No, nunca he usado una lanza pero llevo algunos días pescando con este arpón, de alguna forma le he tomado el gusto.
- ¿Aprendiste a pescar con arpón en solo unos días? -Orwell parecía sorprendido.
- Es más fácil de lo que parece. Además, tenía que hacerlo, después de todo, la carne del lobo ya se había agotado.
El rostro de Orwell palideció cuando le mencioné la carne de lobo, no podía culparlo, su sabor era horrible y solo de recordarlo comenzaba a sentir nauseas.
- Oye, Diana, ¿cómo es que conseguiste carne de lobo?
- ¿Eh? Pues...
Le conté a Orwell sobre mi aventura de una semana atrás, cómo tuve una pelea a muerte contra un lobo y apenas logré salir de ahí con vida. No le dije el miedo que sentí durante del encuentro ni todo lo que lloré después, pero tampoco escatimé en los detalles de mi lucha. Ya que parecía dudar de mi historia, le mostré los colmillos que le arranqué al lobo, luego de admirarlos por unos momentos, me los devolvió y me dedicó una gran sonrisa.
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Morí y ahora vivo en mi libro favorito
FantasíaDiana es una chica de 16 años que se vio envuelta en un trágico incidente, cuando despierta se da cuenta de que ya no está en México, sino en un bosque. Ahora tendrá que usar todo lo que sabe sobre los mundos de fantasía para tratar de volver a casa...