19. Fortuna

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¿Qué harías si te ganaras la lotería? Creo que todos nos hemos hecho esa pregunta en algún momento de nuestras vidas. En mi caso, tal vez usaría el dinero para viajar por el mundo, o al menos eso era lo que solía decir en mi viejo mundo.

Cuando llegué al Centro de Comerciantes la misma señorita de la otra vez me recibió como de costumbre y me preguntó si necesitaba hablar con los evaluadores, asentí y después de unos minutos me encontraba en la misma habitación de antes junto a Ian y Kal. Me preparé emocionalmente todo el camino para lo que estaba por ocurrir y dentro de mí una sonrisa malvada y orgullosa había comenzado a formarse.

- ¿Está todo bien? -preguntó Ian- ¿Reconsideraste sobre el trato?

- No, no es eso -repliqué con el tono altanero que ya me había acostumbrado a usar-, solo quería saber dónde puedo dejar las 300 capas que me pidieron.

Ni siquiera pudieron responder, Ian y Kal se miraron el uno al otro con la boca abierta, hice lo posible por mantener una cara de póker mientras por dentro moría de risa lamentando no tener una forma de tomar una fotografía del momento. Los evaluadores, con sus enormes ojeras y su pálida piel, parecían dos esqueletos sorprendidos por la noticia, pero yo todavía tenía más cosas por hacer en ese lugar.

- Por cierto -traté de llamar su atención- ¿Cuánto me darían por esto?

Antes de visitar el Centro de Comerciantes pasé por la casa de Érika y guardé el Hidrolium en los frascos que compré en el mercado el otro día. En total había llenado 15 de ellos. Los frascos eran de cerámica así que no había forma de ver en su interior sin abrirlos, cada uno de los evaluadores abrieron un frasco y después de verlos por un momento sus ojos se abrieron como platos y su reacción de cadáveres andantes volvió a aparecer en sus rostros.

- ¡Esto es polvo de hidrolium! ¡Y es muchísimo!

Kal no pudo ocultar su sorpresa mientas que Ian parecía estar pensando en algo seriamente. A juzgar por la reacción de Kal, tenía razón, el polvo era Hidrolium, y por sus palabras, era valioso. Sentí que acababa de encontrar una nueva fuente de ingresos.

-Así es, tengo bastante y me gustaría venderlo, claro, si es que están interesados -sabía que lo estaban pero me gustaba jugar con ellos.

- Danos un momento.

Ian y Kal salieron de la habitación y poco después volvieron acompañados por un hombre en sus cincuenta. El hombre se presentó como Niom, el evaluador encargado del área de artículos alquímicos. El hombre llevaba consigo un mortero y un pedernal, después de la presentación, tomó una pizca del polvo y la colocó en el mortero antes de lanzarle una chispa, cuando la chispa entró en contacto con el polvo hubo una reacción enorme, una gran llama apareció en el mortero y  siguiente instante desapareció dejando atrás solo una delgada línea de humo blanco. No sabía lo que eso significaba, pero Niom comenzó a revisar el mortero con cuidado. Parecía estar ensimismado en sus pensamientos y finalmente habló de forma que todos pudiéramos escucharlo.

- Hidrolium de grado 6. Su valor mínimo es de 80 monedas de oro en la capital, fuera de ella puede alcanzar las 150 monedas de oro por frasco.

No pude ocultar mi sorpresa. Uno solo de esos frascos valía como menos dos meses de sueldo de Érika -mi medida personal para el valor de las cosas- y yo tenía 15 frascos que estaba dispuesta a vender. Era una locura. Ian y Kal se miraron y pude ver un dejo de competitividad entre ellos antes de que se dirigieran a mí.

- La Firma Zelek te ofrece 30 piezas de oro por este frasco de Hidrolium -dijo Ian rápidamente con un tono diferente al usual.

- La Firma Lemu te ofrece 40 piezas de oro por este frasco de Hidrolium - Kal hizo una contraoferta.

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora