46. La Ciudad de Drasi. IV Parte.

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Ser hija única significa que eres la favorita de tus papás y que puedes recibir mejores regalos de navidad y acaparar la atención, pero incluso así, siempre quise tener un hermano o hermana, por supuesto, mis papás pensaban de una forma diferente. No me hubiera imaginado que tendría que viajar a otro mundo para convertirme en una hermana mayor.

Apenas terminé de hablar con Adler salí del Centro de Comerciantes, finalmente había terminado todo lo que tenía que hacer y podía ir a Freytorin para buscar un método para volver a mi casa; pero mientras salía del edificio, Jenna me detuvo, al parecer, después de comprar mi casa Xevin aún quedaban algunas cosas por arreglar y Xevin estuvo preparando todo mientras desde el día anterior.

Esperé por unos minutos y Xevin bajó de su oficina acompañado por tres niñas que llevaban con ellas algunas cajas. Al mirar en detalle noté que eran materiales de limpieza y cocina, entre otras cosas que necesitaba en mi casa. Pensé en volver a mi casa por el carro, pero ya que sería una molestia, utilizamos un carro del Centro de Comerciantes. La tarifa sería de tres monedas de plata que me ofrecí a pagar aunque Xevin tenía la intención de hacerlo.

No solo Xevin, sino que las tres niñas detrás de él viajaron con nosotros, me preguntaba si era un servicio de mudanzas o paquetería ya que trataban las cajas con sumo cuidado. No podían tener más de quince años y vestían ropa sencilla similar a la que podía comprarse en la aldea Mila. Eran lindas y tenían un cabello rojizo que contrastaba con su piel blanca, pero lo más llamativo era que las tres lucían idénticas, ¿eran trillizas? Probablemente.

Cuando llegamos a la casa, les indiqué en dónde podían dejar las cosas y las tres se dirigieron hacia la sala de lavado, mientras tanto, Xevin y yo tuvimos una pequeña conversación.

- Espero que le agraden, yo misma las elegí -dijo Xevin.

- Todo parece estar en orden -respondí- si alguna llega a romperse compraré otra por mi cuenta, no te preocupes.

- ¿R-romperse? -Xevin palideció un poco a mis palabras- Por favor, no les haga ningún daño.

- ¿De qué hablas Lauss, son solo herramientas, si se rompen solo debo conseguir otra, pero sería una verdadera molestia hacerlo, así que seré cuidadosa, no te preocupes.

Mi casa era grande así que no esperaba que la escoba y trapeador fueran a resistir mucho tiempo, pero no quería usar a Xevin para comprar uno nuevo cuando su vida útil terminara. Los utensilios de cocina eran más duraderos, pero ya que algunas cosas eran de madera no confiaba en que pudiera usarlos eternamente. Lo que dije no parecía fuera de lo normal en mi mente, pero Xevin se veía preocupado.

- Por favor -replicó- no las vea como herramientas, vivirán con usted a partir de ahora así que me gustaría que se llevaran bien.

- Momento, ¿ya no estamos hablando de las escobas y sartenes, verdad?

- ¿Era eso de lo que estaba hablando?

- Por supuesto -respondí- ¿de qué hablabas tú?

- Del personal que elegí especialmente para usted.

No pude evitar soltar una carcajada antes de aclarar el malentendido, sin embargo, me tomó por sorpresa que las tres niñas que habían viajado con nosotros estarían trabajando en mi casa. Xevin me presentó a las niñas, sus nombres eran Aranea, Amara y Aradia, eran trillizas que recientemente habían cumplido 15 años y que hasta hacía poco tenían diferentes trabajos para poder sobrevivir. Aparentemente Xevin había lanzado una convocatoria para elegir al personal a cargo de mantener mi casa en buenas condiciones y se decidió por ellas. No sabía si lo hizo porque su historia lo conmovió o porque confiaba en sus habilidades, pero no me importaba, durante el día anterior pensé mucho sobre lo complicado que sería mantener limpia mi casa y el problema se resolvió sin que tuviera que mover un dedo, solo podía estar agradecida con Xevin y las trillizas por su trabajo.

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora