36. Bon

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"Odio" es una palabra muy fuerte, no es algo que se pueda usar a la ligera, pero cuando alguien se gana el odio de otra persona, no hay forma de hacerlo desaparecer. Esa fue una lección que aprendí de mala manera en este nuevo mundo.

Escuché la voz de Bon detrás de mí, pero no me sobresalté. Me puse de pie con calma, con mi espada en la mano y una mirada llena de una furia que nunca antes había sentido. El hombre frente a mí medía al menos dos metros de alto, su cuerpo estaba lleno de músculos y cicatrices que presumía en su torso desnudo, su cabeza estaba cubierta por rastas y en su cintura portaba una espada larga y delgada con la que seguramente había asesinado a sangre fría a un sinfín de personas.

- ¿Entonces? ¿Qué es lo que quieres conmigo, niñita? -dijo en tono de burla.

¿Acaso "niñita" era su mejor insulto? Me sorprendí por su llegada repentina, pero había logrado mantener la calma hasta ese momento. El ambiente alrededor de ese hombre era intimidante, sentí que no era una persona normal sino alguien realmente peligroso. Tomé un poco de aire para que la voz no me fallara y hablé tan tranquilamente como me fue posible.

- Solo estaba buscando al cobarde hijo de puta que violó a los niños del orfanato -decirlo me hizo sentir todavía peor. Sujeté mi espada con tanta fuerza que sentí que podría romperla.

- ¿Violar? ¿De qué estás hablando? Todos ellos aceptaron que lo hiciera de buena gana -respondió Bon junto a una desagradable risa-, después de que puse mi espada en sus cuellos y les dije que lo hicieran o los mataría, todos ellos estuvieron encantados con la idea.

Nunca había estado tan enojada antes, ni siquiera cuando me dispararon por la espalda. Pensé en responder, pero había un nudo en mi garganta. No era el momento para hablar. Bon no era un humano, era una bestia que debía ser eliminada por el bien de los demás. Un pedazo de mierda que no tenía derecho a seguir existiendo en el mundo. Usando toda mi fuerza me abalancé contra Bon y traté de cortarlo con mi espada, pero ese monstruo tenía buenos reflejos y logró esquivarlo justo a tiempo antes de desenvainar su propia espada.

- ¿La niña quiere bailar? ¡Bailemos entonces!

Bon trazó un movimiento con su espada. Era rápido, pero no tanto como el Lobo Maligno de antes así que lo esquivé solo moviéndome un poco a un costado y tuve suficiente margen de maniobra para agitar mi espada y hacerle un corte superficial en el brazo. Como la bestia que ese hombre era, la sangre solo pareció emocionarlo más y lanzó una serie de golpes en mi contra. Cada corte era más rápido que el anterior y finalmente recibí uno en mi antebrazo, pero gracias a eso fui capaz de reducir la distancia con Bon un poco. No podía usar mi espada con tan poco espacio, pero sí podía usar mi puño. Con toda mi fuerza y furia golpeé su nariz. El dolor recorrió mi mano y escuché el sonido de algo rompiéndose, pero mi puño estaba ileso, lo que se había roto era la nariz de Bon.

- ¡Maldita mocosa!

El grito de Bon no causó la menor reacción en mí. Antes de que pudiera levantar su espada me acerqué tan rápido como pude y usé la espada para hacerle un corte bastante profundo en la pierna derecha. Intentó retroceder, pero no se lo permití, un segundo corte, esta vez en la pierna izquierda, lo hizo caer al suelo.

- ¡Te voy a matar!

Bon siguió gritando mientras lanzó una estocada con su espada, obligándome a retroceder un poco. Para mi sorpresa, el bandido se puso de pie como si las heridas no significaran nada, se puso en guardia y arremetió contra mí. Se había vuelto más lento y no suponía una amenaza, pero todavía tenía la intención de pelear. Cada vez que fallaba uno de sus golpes, lo recibía con un puñetazo en su rostro o un corte en sus brazos. Cuando comprendió que su técnica no funcionaba, Bon cambió su postura, agazapando su cuerpo como si se tratara de un gato a punto de saltar. Sujetó su espada con ambas manos y se lanzó hacia mí a una velocidad mayor que la que había mostrado en toda la pelea.

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora