69. Rescate (I)

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Este capítulo no ocurre desde la perspectiva de Diana.

- Voy a necesitar que hagan algo por mí.

Diana nos explicó su plan y nos pidió a mis hermanas y a mí que le ayudáramos a cumplirlo. Era estúpido, planeaba entregarse para poder curar a una escava que lastimó por accidente y porque confiaba en que podíamos ayudarla a limpiar su nombre si revelábamos las cosas turbias en las que estaba metido el ex caballero Augustus Zendal. Por sí mismo eso no sería suficiente en otras circunstancias, pero Diana contaba con la ayuda de Vlad, uno de los vampiros originales; Fausto Haugen, director de la escuela Freytorin y hasta Abigail Zelek, uno de los altos mandos de la firma comercial Zelek. Con la influencia de esas tres personas la idea de sacarla de prisión no era impensable.

Nuestros trabajos se dividieron, la conejita Bunny entraría a la prisión con Diana y sería el punto de comunicación que tendríamos con ella; Amara iría a hablar con Xavin y trataría de contactar con Abigail. Tenía con ella la mitad del dinero de Diana y tenía permitido gastarlo para conseguir el favor de aquella mujer. Aradia buscaría a Vlad y le entregaría un frasco con sangre de la maestra a cambio de su ayuda y yo tenía la misión de reunirme con el director de Freytorin. En cuanto a Arthur, él se quedaría en el bosque cuidando de Amira, quien no podía volver a Drasi hasta que se resolviera el problema que involucraba a su anterior dueño. Normalmente un esclavo que pierde a su amo no deja de ser un esclavo y suele ser vendido al mejor postor, Diana quería evitar eso así que le pidió a Arthur cuidar de ella en el bosque.

Desde una distancia prudente vimos cómo hablaba con el guardia en la entrada a la ciudad antes de que se la llevaran a la prisión. Fue doloroso ver la escena, Diana era una persona amable y considerada, incluso cuando alguien murió, fue un accidente y ella no merecía ser encerrada.

Nuestras identificaciones no mostraban que fuéramos cómplices de algún crimen así que pudimos entrar sin ningún problema. Inmediatamente nos separamos y nos dirigimos a buscar a nuestros respectivos objetivos.

Encontrar Freytorin fue fácil, pero encontrar la puerta fue un asunto completamente diferente. Incluso cuando Diana me explicó la forma de hacerlo me tomó poco más de una hora descubrir dónde estaba la entrada. Golpeé la puerta y una especie de tornado se formó frente a mí. Según me explicó Diana, se trataba de Rakanis, un elemental de viento que servía al director Haugen.

- Identifícate, ¿cuáles son tus asuntos en Freytorin?

- Mucho gusto, señor Rakanis. Mi nombre es Aranea. Soy amiga de Diana y vengo a pedir la ayuda del director Haugen para liberarla.

- ¿Liberarla?

- Sí. Ocurrieron algunas cosas y Diana fue arrestada.

El elemental desapareció por un momento y después se formó nuevamente frente a mí.

- El director Haugen te recibirá ahora. Sígueme por favor.

Caminé por más de media hora hasta llegar al último piso del castillo. La escuela era mucho más grande de lo que aparentaba desde el exterior y durante el camino Rakanis me habló sobre ese lugar. Fraytorin era un lugar increíble con mucha historia, fue fundada para que los humanos talentosos aprendieran a utilizar la magia y pudieran defenderse de los demonios y celestiales. Grandes hechiceros comenzaron como estudiantes ahí o se volvieron maestros después de una larga vida de éxitos, lo cual no hizo más que aumentar la calidad de la educación.

- Tú misma serías un buen elemento para la escuela. Puedo sentir en ti un fuerte poder mágico.

¿Estudiar en Freytorin? Nunca antes había pensado en esa posibilidad ya que no había aprendido a usar magia sino hasta hace unos meses gracias a Diana. Antes solía creer que la magia era tediosa y algo a lo que no valía la pena dedicarle una vida de estudios, pero ahora las cosas eran diferentes, incluso había obtenido la profesión de Hechicera y junto a mis hermanas había hecho mi Ritual de Liberación. Incluso le había tomado cariño a mis prácticas diarias de magia así que la idea de estudiar en esa gran academia era algo bastante tentador

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora