16. Mercado

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El día siguiente después de visitar el Centro de Comerciantes decidí visitar el mercado. Durante las últimas semanas solo había tenido la oportunidad de lavar mi ropa en un par de ocasiones, incluso la ropa que Érika me prestó se había ensuciado durante mi búsqueda de hierbas Nem y sentía la urgente necesidad de cambiarme de ropa. Ya que ahora tenía algo de dinero decidí visitar el mercado y comprarme algo de ropa.

El mercado se encontraba un poco más lejos que el Centro de Comerciantes y, a diferencia de éste, no se trataba de un edificio, sino de un terreno de casi un kilómetro de largo en el que las firmas comerciales exhibían sus productos. Las firmas podían tener una tienda como tal o un pequeño estante colocado en la calle a cambio del pago de una cuota mensual, sin embargo, los productores independientes -y cualquier persona en general- podía llegar en cualquier momento y ocupar un espacio en el suelo para vender sus productos sin necesidad de pagar la cuota. Vender mis hierbas Nem ahí me pareció una buena posibilidad para ganar algo de dinero sin depender del Centro de Comerciantes.

Había toda clase de tiendas en ese lugar, al parecer, se dividían de la misma forma que en el Centro de Comerciantes. La primera que apareció en mi vista fue una tienda de artículos de la vida cotidiana, no dudé en entrar cuando vi que había algo de ropa entre sus mercancías. El concepto de tallas parecía no existir en ese mundo, todas las prendas eran de una medida única y si necesitabas que sean más grandes o pequeñas debías pedir que las ajusten para ti, también podías pedirle a un sastre que lo hiciera, pero algunas tiendas -como esa- ofrecían el servicio de manera gratuita.

Me compré cinco blusas de diferentes colores y tres pantalones de cuero. No había mucha variedad en los diseños de las blusas, solo las había lisas y con pequeños volantes al centro, como la que Érika me había prestado. En algún momento de mi vida mi mamá me enseñó a usar la máquina de coser y por un momento pensé en la posibilidad de hacer mi propia ropa en ese mundo, sin embargo, cuando me di cuenta de que las máquinas de coser no existían en ese mundo descarté la idea por completo. Ya que eran baratas, también compré un par de blusas para Érika.

En esa misma tienda conseguí también tres pares de zapatos de cuero. Comparándolos con mis zapatillas deportivas del otro mundo, eran terribles, pero luego de pasar dos semanas caminando con zapatos escolares en el bosque, el cuero se sintió mejor que la zapatilla más cómoda del mundo. Apenas había comprado el reemplazo me deshice del calzado escolar de una vez por todas.

La tienda de artículos de uso diario también tenía accesorios de baño, cubiertos, platos, vasos y demás cosas útiles. Compré una mochila, broches para el cabello, jabones, una toalla, un pedernal y un odre como el que la mujer del Centro de Comerciantes tenía. A pesar de todo lo que compré, solo  había gastado 13 monedas de plata. Saber eso solo me hizo darme cuenta de la cantidad de dinero que había ganado solo vendiendo las hierbas Nem.

Por cierto, el pago se realizó justo como Ian y Kel me habían explicado, coloqué mi identificación en una pequeña caja metálica y el dinero desapareció de mi cuenta. La caja metálica funcionaba como una terminal de mi viejo mundo, pero al parecer las propias identificaciones también podían ser usadas para transferir dinero entre las personas, por supuesto, eso estaba limitado a las personas que tuvieran una cuenta en el Centro de Comerciantes, por otro lado, los comerciantes independientes y la mayoría de los civiles seguían usando el dinero en efectivo como principal método de pago.

- ¿Debería volver a casa y luego regresar?

Al darme cuenta de que había comprado suficientes cosas para llenar mi mochila me hice esa pregunta en voz alta por costumbre, pero al parecer la encargada de la tienda me escuchó y se acercó con una maravillosa oferta.

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora