57. Bruja

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La Guarida de la Comadreja se convirtió en mi hogar durante un par de días, utilizaba mis mañanas para practicar con la espada y mientras Vlad atendía su tienda me dedicaba a preparar pociones. Lo realmente interesante ocurría más tarde, mi maná había comenzado a circular por mi cuerpo gracias al Ritual de Liberación y finalmente podía utilizar magia como Yrsa y sus compañeros. En esos momentos solo conocía el hechizo Crear Flama, mientras que Aranea, Amara y Aradia podían utilizar Chorro de Agua, Crear Flama e Iluminar, respectivamente.

Durante una de sus visitas, le pedí a las niñas que me mostraran sus hechizos, cuando los lanzaron fui capaz de ver el aura y me sincronicé con ellos. Cuando lo hice entendí la forma en que podía lanzarlos así que agregué a mi repertorio dos nuevos hechizos. Por cierto, el aria que aprendí al sincronizarme era diferente a la que conocían las niñas, pero cuando intenté lanzar el hechizo obtuve el mismo resultado. Aprendí algunas cosas interesantes como que los hechizos de luz eran mucho más difíciles de lanzar, tal vez debido a mi compatibilidad con la oscuridad; y que las fórmulas podían modificarse de muchas formas diferentes, por ejemplo, Chorro de agua permitía modificar la presión y la temperatura del agua, pero agregar esos elementos a un hechizo de fuego lo inutilizaba por completo. Para modificar la temperatura en un hechizo de fuego era necesario una fórmula diferente que no se le parecía ni un poco.

Cuando descubrí que podía aprender más sobre los hechizos tocando su aura que leyendo sobre ellos le pedí a Vlad que me enseñara algunos. Al principio se opuso, pero cuando ofrecí comprarlos usando mi sangre, aceptó mostrarme cómo lo hacía. Los hechizos que aprendí de Vlad fueron Luces danzantes, Crear sonido, Brisa y Esfera ígnea. Tanto Luces danzantes como Esfera Ígnea eran hechizos de fuego mientras que Crear sonido y Brisa eran hechizos de viento. Al lanzarlos por primera vez fue bastante obvio que haber recibido la bendición de la diosa del viento, Iris, y mi compatibilidad con el elemento viento hacían que los hechizos de ese elemento fueran más fáciles de lanzar y manipular.

Por lo que tenía entendido, cualquier hechicero podía usar magia de todos los elementos, pero sería más eficiente utilizar aquellos del elemento con el que tuvieran mayor afinidad. Además del viento también tenía afinidad con la oscuridad y le pedí a Vlad que me mostrara algún hechizo de ese tipo, pero me dijo que para él era casi imposible usarlos y que solo conocía uno que era demasiado complicado, en cambio, se ofreció a venderme un libro que contenía un hechizo de ese elemento. En esa ocasión no tuve que usar mi sangre, era un libro relativamente común y pude comprarlo solo por 120 monedas de oro.

El libro se llamaba 'Magia Oscura: esfera negra' y de acuerdo con Vlad era un hechizo que no tenía ningún uso práctico y que tenía un excesivo consumo de maná por lo que ni siquiera valía la pena aprenderlo. Cuando escuché el nombre del hechizo no pude evitar emocionarme. 'Esfera negra' era un hechizo importante en la historia de Yrsa, fue gracias a ese hechizo que logró ingresar a Freytorin, aunque en esos momentos la magia oscura era considerada un tabú.

La fórmula de la Esfera Negra era bastante sencilla y solo determinaba su tamaño y la altura a la que se encontraría, el aria tampoco era complicada, bastaba con decir "Esfera Negra" para lanzarla y la imagen tenía que ser de solo unos 15 centímetros. Lanzar el hechizo fue sencillo, pero no esperaba que al tocar su aura recibiera información detallada sobre lo que podía hacer con él. Sabía algunas cosas gracias a los libros de Yrsa, esa hechicera había convertido la Esfera Negra en una especie de guardián que atacaba a quienes se acercaban, la protegía cuando recibía un ataque e incluso podía usarla como medio de transporte si tenía el maná para hacerlo.

Modifiqué la fórmula unas cuantas veces y lancé el hechizo usando el aria que había aprendido, logrando crear una esfera de un metro de alto tan oscura que parecía un agujero en medio del aire.

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora