Durante mi tiempo en el otro mundo nunca fui buena en la escuela, sobre todo las materias de ciencias me resultaban complicadas, pero cuando visitábamos el laboratorio era una historia diferente, siempre disfruté de los experimentos, me recordaban a la cocina, pero con más colores y explosiones, ¿quién diría que podría divertirme experimentando en otro mundo?
Habían pasado un par de días desde que abandoné la aldea Arenta, el frío seguía aumentando y en las noches comenzamos a utilizar una cobija adiciona además de la Piel de Lobo Maligno, comencé a temer por mi futuro, si el invierno era más frío que eso no sería fácil seguir adelante. El viento nocturno me erizaba la piel y mecía la fogata violentamente, era un ambiente perfecto para una película de terror. En esa clase de noches disfrutaba de encender las Flores de Ámbar que abundaban en el bosque. Tenía conmigo ya cuatro cajas llenas de materiales de esas flores, sabía que podía venderlos si necesitaba el dinero así que no eran un desperdicio, pero ese no era el único motivo por el que las guardaba.
Cada vez que tocaba el aura de las flores comprendía más y más sobre ellas, en ese punto era consciente de que sus raíces tenían propiedades curativas, el problema era que no sabía cómo debía procesarlas para extraer esas propiedades. Las noches heladas eran un momento perfecto para experimentar ya que no me quedaban energías para practicar con la espada o la ballesta. Tomé un vaso con agua caliente y coloqué las raíces dentro. Bebí el agua como si fuera una especie de té y descubrí que su sabor era horrible. Tenía algunas ampollas en las manos por sujetar las riendas, luego de beber el té nada cambió así que pensé que no era el método correcto, eso o simplemente no tenían la misma eficacia que una poción de salud.
Mi siguiente experimento fue intentar todo lo contrario. Coloqué algunas raíces secas en un sartén y las tosté un poco. Cuando estuvieron secas dividí el producto en tres: la primera parte la usé como infusión para un té, la segunda la añadí a un ungüento y la tercera la usé como ingrediente adicional en una poción de salud. Probé el ungüento en una mano y las ampollas desaparecieron luego de un momento, funcionaba, pero no era diferente de su efectividad normal. Lo mismo ocurrió con la poción, al beberla mi cuerpo sanó sus heridas, pero no tuvo un mejor efecto que una poción normal.
Ninguno de mis experimentos funcionó y me molesté un poco así que tomé una de las raíces y la arrojé al fuego para deshacerme de ella. Contrario a todo pronóstico, cuando hice eso la raíz no se incendió, en cambio, comenzó a brillar sutilmente, pasando de lucir como una simple raíz a verse como una llama extraña, casi líquida. Usé un palo para sacarla del fuego y mientras la observaba, se apagó y recuperó su aspecto anterior. Era un gran descubrimiento para mí.
Usando unas pinzas de bronce que había comprado en la aldea Mila tomé la raíz y la puse en el fuego una vez más, cuando cambió de forma la saqué del fuego y la observé hasta que se apagó nuevamente. Le tomaba tres minutos aproximadamente apagarse, mientras brillaba era tan caliente como el fuego mismo, pero al apagarse todo el calor desaparecía de ella.
Tosté y molí un poco de otra raíz, coloqué el polvo en un sartén y encendí el fuego dentro del sartén esta vez. El polvo se quemó y se convirtió en cenizas. Al igual que la Flor de Ámbar no cambiaría de forma si estaba incompleta, su raíz también perdía sus propiedades al ser fragmentada.
Mi siguiente experimento fue incendiar la raíz completa en el sartén y triturarla mientras brillaba. El mortero de cerámica fue muy útil para ese experimento ya que la raíz emitía tanto calor que sentí que podría fundir el metal. La raíz convertida en polvo seguía brillando débilmente, pero cuando se apagó, el polvo se transformó en cenizas. Otro experimento fallido.
Intenté sumergirla en agua, pero no solo la evaporaba, sino que cuando se apagaba, la raíz se marchitaba. Luego de probar todo lo que se me ocurrió llegué a la conclusión de que sus propiedades solo podían aprovecharse en su estado incandescente, pero tocarla en ese momento era demasiado peligroso así que no había forma de consumirla. Molesta, dejé la raíz en el fuego toda la noche esperando un cambio. A la mañana siguiente no pude encontrar la raíz en el fuego, pero al apagar la fogata noté que había extrañas gotas solidificadas en el suelo. No podía tocar su aura así que no sabía lo que eran, pero tenía la sospecha de que eran la raíz de antes.
Mientras avanzábamos en el camino en el carro había un sartén con fuego en su interior. Algunas raíces brillaban dentro mientras Bunny se aseguraba de que no iniciara un incendio. Al cabo de unas horas, Bunny me llamó, algo estaba pasando así que detuvimos el carro y miramos el sartén. Las raíces ya no solo parecían ser líquidas, realmente se estaban derritiendo y ahora eran un líquido incandescente que me recordó a la lava. Cuando se apagó el fuego, el líquido se volvió negro y viscoso -como la brea- y al entrar en contacto con el fuego volvía a brillar intensamente. No estaba segura de lo que eso significaba, pero consideré que era un progreso.
Mezclé la brea fría con el ungüento y con las pociones, pero no hubo ningún efecto más allá de empeorar su ya de por sí amargo sabor. También intenté usar el líquido incandescente, pero en cuanto tocó el ungüento lo quemó convirtiéndolo en un humo negro y asqueroso, mientras que la poción se evaporó al instante.
Después de pensarlo por mucho tiempo llegué a la conclusión de que no podría aprovechar sus propiedades curativas todavía. Tal vez más adelante, luego de subir mi nivel de Alquimista o incluso con Cocina, era probable que pudiera comprender mejor lo que tenía que hacer. Fue algo decepcionante, pero me rendí con las raíces hasta no subir mi nivel.
Aunque ese fue el experimento más grande que hice, lo cierto era que todos los días intentaba cosas diferentes con los ingredientes que tenía a mi disposición. Gracias a eso descubrí algunas cosas útiles, como que la Flor Muta oscurece un poco el color de la poción de salud y le añade propiedades que desbloqueaban las fosas nasales y permitían respirar con mayor facilidad; la Flor Kim aumentaba en dos horas el efecto de las pociones de energía y la Flor Marté le daba un sabor de fresa a ambas pociones sin afectar su efectividad.
También experimenté con las habilidades que había adquirido hasta entonces. Podía ver las auras a una distancia bastante decente e incluso podía interactuar con ellas sin tocarlas directamente. Mi alcance era de hasta medio metro de distancia entre el aura y yo, lo cual resultó bastante útil para recoger cosas sin bajar del carro ya que solo debía inclinarme un poco.
Llegué a la conclusión de que todas las cosas y criaturas tenían un aura, pero solo podía acceder a ella en situaciones específicas, como en el caso de los Ópalos de Luna que solo aparecían de noche. También era probable que cuando mi nivel como Recolectora aumentara, también crecería el número de auras a las que podía acceder. Practicaba todos los días con el aura y cada vez podía extraer más rápido lo que quería. También había mejorado la cantidad de veces que podía usar la Hoja Mágica. Al principio solo una de cada 50 veces lograba lanzarla, pero luego de entrenar todos los días, me volví capaz de lanzarla una de cada veinte veces, aunque mi límite era de 10 veces al día, no sabía si era por la profesión Guerrera que me dejaba moverme con mayor comodidad o la profesión Recolectora que me permitía ver el aura de las cosas, incluso podría ser gracias a la combinación de ambas. Quería conocer a alguien más que pudiera usar la técnica para preguntarle cómo lo hacía y resolver mis dudas.
En cuanto a las otras profesiones, no notaba ningún cambio en particular, incluso Domadora de Bestias que había subido de nivel no parecía tener ningún efecto adicional, aunque era probable que gracias a eso ocurrió la evolución de mis familiares. De cualquier forma, no tenía idea de cómo subir su nivel así que decidí conseguir otro familiar a manera de experimento. No sabía si existía un límite o cómo conseguir uno en primer lugar, pero tenía que intentarlo, y si mi próximo familiar resultara ser un adorable Fanel, solo sería cosa del destino.
La profesión de Estudiante era la que más me intrigaba. No sabía cómo podía mejorarla o qué efectos tendría hacerlo, pero estaba en el nivel VII y eso me parecía algo impresionante. Al principio creí que esa habilidad me permitía ser más lista o entender las cosas más fácilmente, pero no notaba ninguna diferencia respecto a mi yo del viejo mundo. En cierto modo la consideraba una profesión inútil.
Todavía había muchas cosas que quería descubrir en ese mundo, pero de momento mis experimentos lograban mantenerme muy entretenida.
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Morí y ahora vivo en mi libro favorito
FantasyDiana es una chica de 16 años que se vio envuelta en un trágico incidente, cuando despierta se da cuenta de que ya no está en México, sino en un bosque. Ahora tendrá que usar todo lo que sabe sobre los mundos de fantasía para tratar de volver a casa...