32. De vuelta a la aldea Serena

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Aunque el carro estaba lleno hasta su límite con toda clase de cosas, Arthur podía arrastrarlo sin ningún problema. Los lefi eran criaturas increíbles, eran fuertes, resistentes, leales y muy listas, además, solo necesitaban dormir una hora a la semana, lo cual los convertía en el perfecto animal para los viajes largos. A pesar de su utilidad y gran valor, en La Sinfonía de Yrsa no eran mencionados ni una sola vez, lo cual se me hacía bastante extraño. Podría ser, quizá, debido a que en la ciudad de Drasi existía la energía eléctrica y los vehículos de motor, aunque eran costosos y no cualquiera podía permitírselos.

Pensar en Drasi siempre lograba emocionarme. Mi viaje de dos meses se había extendido una semana gracias a mi parada en la aldea Serena, pero al mismo tiempo, había sido una visita bastante útil, mis habilidades habían mejorado, obtuve dos nuevas profesiones, me sincronicé con un montón de materiales y hasta reuní algunas Flores de Ámbar y suficientes cosas para vender. Era el momento de seguir con mi camino, pero primero tenía que conseguir comida, agua y demás cosas para el viaje. Solo tendría que seguir el camino de tierra y pronto llegaría a la siguiente aldea para reabastecerme y seguir adelante una vez más. Luego de repetir el proceso unas cuantas veces, finalmente llegaría a Drasi.

Quería dirigirme de inmediato al mercado, pero ya que habían pasado varios días desde que nos vimos, decidí pasarme primero por la granja de Lena para hacerle saber que estaba bien. La mamá de Kal me recibió con una sonrisa y me invito a pasar y comer con ella, por supuesto, acepté y ofrecí preparar algo para ambas, hice esto principalmente porque habían pasado varios días desde la última vez que comí tortillas. La cal de este mundo permitía preparar la masa en menos de una hora y no tenía pensado desaprovechar esa cualidad.

Lena me miró con algo de nerviosismo mientras preparaba la masa, pero no dijo nada. Además de las tortillas, preparé papas con cebolla y frijoles bayos. No sabía de dónde había sacado Lena los frijoles, pero al verlos no pude evitar emocionarme. También preparé un poco de carne de lobo y, cuando las tortillas estuvieron listas, preparé tacos de canasta usando lo que tenía a la mano. Los tacos de canasta se deben de hacer en grandes cantidades, es una regla no escrita de la gastronomía mexicana, es por eso que preparé suficientes para compartir con Salem, Karim y mis familiares.

Cuando los tacos estuvieron listos le presenté a Lena un plato con un taco de cada tipo y me serví un plato igual. Estaba lista para comer, pero Lena pareció dudar.

- Lo que pusiste era cal, ¿cierto? -preguntó.

- En pequeñas cantidades es buena para la salud. No te preocupes por eso y come.

Luego de verme acabar con mi plato y servirme una segunda ronda, Lena finalmente se atrevió a probar los suyos. La expresión de alegría en su rostro llegó a mí como un abrazo a mi corazón. Ver a otros disfrutar la comida que preparaste siempre se siente así. No pasó mucho tiempo antes de que me pidiera una segunda y tercera porción. Yo misma comí hasta estar satisfecha y lo mismo era aplicable para Arthur y Bunny. Incluso así teníamos suficientes tacos para compartir con los demás, así que subí la olla con tacos a mi carro y visité a Karim para que los probara. Salem estaba en la clínica así que no tuve que buscarlo más adelante. Ambos estaban felices con la comida y yo les hablé orgullosa sobre cómo era solo la punta del iceberg en la gastronomía mexicana.

- Estás tortillas son muy suaves -admiró Karim- contrastan bastante con la carne del lobo. El sabor es simplemente exquisito, ¿podrías darme la receta?

- Por supuesto -respondí- no creí que disfrutaras de la cocina.

- Cocinar es lo que me llevó a aprender medicina, también es gracias a la comida que conocí a Salem, ¿sabes?

Karim tomó la mano de Salem y de pronto entendí por qué parecían llevarse tan bien. En La Sinfonía de Yrsa no había representación LGBTQ, pero al parecer el amor tampoco tenía límites en este mundo, bien por ellos.

Después de darle la receta -y de ver su reacción al uso de la cal en la cocina- les explico que iré al mercado para comprar y vender los materiales que obtuve en el bosque a lo que Karim me pide permiso para revisarlos primero, hay algunas cosas que le gustaría comprar y prefería que se las vendiera en ese momento en lugar de tener que ir al mercado por su cuenta.

Para mi sorpresa, Karim se emocionó mucho al ver mi carro. Según me explicó, mis materiales eran de excelente calidad así que compró una buena cantidad de muchos de ellos. También me dijo que algunos no servían para la medicina, pero se podían usar para la alquimia o para la magia, pero ya que la aldea Serena era muy pequeña, no podrían comprarlos por falta de demanda. En cuanto a los lobos...

- ¿Estos son Lobos Bume? -preguntó Salem- parecen extraños.

- No, más que Bume, ¿no son Lobos Gauss? -replicó Karim.

- Perdón -interrumpí- creo que su nombre era Lobos Impíos. El grande es un Lobo Maligno.

Ambos se sorprendieron al escuchar eso. Según me explicaron, había rumores recientes de Lobos Impíos en el bosque, pero no estaban confirmados. Un Lobo Maligno era una amenaza seria por lo que normalmente se organizarían grupos de caza compuestas por al menos una docena de cazadores ya que eran criaturas capaces de usar magia. Tenía sentido, el único motivo por el que sobreviví fue porque Arthur estaba ahí, e incluso él no resultó ileso.

Según me explicaron, las pieles que había conseguido estaban en muy buen estado y por lo que podrían venderse en algunas decenas de monedas de oro, al escuchar eso no pude evitar emocionarme. Todavía tenía más de un millar de monedas de oro, pero el dinero nunca sobraba, eso era algo que había aprendido muy bien en mi mundo anterior. Recordé cuando la fonda estaba funcionando tan bien que finalmente pudimos comprar una nueva televisión, días más tarde el refrigerador se descompuso y, aunque teníamos suficiente dinero para reemplazarlo, tuvimos que evitar los gastos durante las próximas semanas. Desde entonces comenzamos a guardar dinero en una alcancía.

- Hay un mercado de monstruos a un par de kilómetros de aquí, podría llevarte si quieres vender las cosas.

- ¿Un mercado de monstruos? -pregunté.

- Sí, ¿no esperabas vender esas cosas en el mismo mercado donde todos compran su comida, cierto?

Lo que Salem decía tenía sentido, después de todo no quieres que los materiales alquímicos se mezclen con la comida o que los comestibles contaminen los materiales alquímicos. En la aldea Mila el Centro de Comerciantes parecía encargarse de comprar los materiales, mientras que el mercado era el lugar para comprarlo todo, supuse que sería similar en la aldea Serena, pero al parecer había un lugar especial para vender y comprar materiales de animales. Me llamó la atención que lo llamaran mercado de monstruos, ¿qué clase de cosas podría encontrar ahí? La sola idea me emocionó.

Así, después de prepararse un poco, Salem me guío al mercado de monstruos.

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora