Una mentira detrás de otra

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Los golpes en la puerta suenan en la cabeza de Taehyung como si el cielo estuviese cayéndose a cachos sobre la tierra.

―Tae, abre de una vez.

Taehyung se revuelve en su cama y se enreda con las sábanas mientras un Tannie curioso va y viene meneando la cola frente a la puerta de la habitación. Tal vez haya sonado el despertador... Es posible porque las persianas se han ido elevando automáticamente tras la alarma, acorde con la programación respetuosa con los biorritmos que Joonie configuró para él.

Tannie ladra, se sube a la cama y chupetea la cara de su joven dueño hasta que este, al fin, se digna a abrir los ojos.

―¿Qué pasa?

Arrastra los pies hasta la puerta, irritado por el continuo golpeteo, y la abre, revelando a un Yoongi que lo mira con el gesto torcido.

―Te dije que no llegases tarde.

Es solo entonces cuando Tae cae en la cuenta de lo que está sucediendo.

―Oh, no... Oh no, oh no, oh no ―dice, entrando en pánico mientras rebusca en su habitación por ropa limpia.

―Oh, sí... Revisa tu teléfono... Joonie te ha mandado como diez mensajes.

―No puede ser...

Taehyung revisa su buzón de entrada y efectivamente encuentra mensajes de su mentor a los que no ha contestado. También hay alguno de Yoongi.

―¿Qué hora es?

―La hora de disculparte e inventarte una buena excusa si no quieres que Namjoon te eche del programa de promesas.

Cuando al fin Taehyung llega a la sala de programación ha pasado casi una hora.

―Siento mucho llegar tarde ―se disculpa, en el dintel de la puerta.

Namjoon no parece enfadado, sin embargo. Se sienta tras su ordenador, con Jimin curioseando cada cosa que hace, y solo levanta la vista para darle a entender que no se moleste en disculparse y que se ponga a trabajar de inmediato.

―Estuve estudiando hasta tarde y se me pasó la hora ―miente una vez más bajo la reprobadora mirada de Yoongi―. Hay algunas cosas que no acabo de entender y que me gustaría hablar contigo.

Pero Namjoon no parece tener mucho interés en sus mentiras. Lo conoce lo suficiente como para saber que está tratando de ser complaciente.

―Tienes cara de haberte ido de fiesta toda la noche ―dice Jimin entre risitas―. En serio, mírate. La voz ronca, los ojos rojos y brillantes y... ―Se acerca a él sin ningún tipo de vergüenza y le olfatea el cabello― ese olor a humo tan característico de los que han hecho travesuras.

Ese comentario consigue que a Tae se le hiele la sangre durante un momento.

―Lo que le pasa es que anoche se fue a dormir sin lavarse... Este niño... ―dice Yoongi saliendo al paso.

―No se me ocurriría salir por ahí toda la noche a sabiendas de que hoy tenía que reunirme con Namjoon... No soy tan irresponsable ―vuelve a mentir.

Jimin lo mira con una mezcla de ternura y picardía y le revuelve el pelo.

―¿Por qué no? Él salió ayer a cenar conmigo y Yoongi, ¿no te lo han dicho?

―No te llamé porque sabía que tenías que estudiar ―interviene Yoongi, continuando con la ristra de falsedades.

―Hubiese sido divertido que te unieras a nosotros, Kim Taehyung.

―Tenemos trabajo que hacer ―les recuerda Nam, consciente de que los drones de vigilancia del heredero andan revoloteando por el aire, por los alrededores del aula. No les conviene hablar más de la cuenta―. Dime, Yoon, ¿has sacado algo en claro del galimatías que te pasé ayer?

Yoongi no ha tenido tiempo de volver a mirárselo porque ir a recoger a su amigo a mitad de camino entre Ilsam y la Vaporera le llevó la mitad de la noche. Pero no puede decirle eso a Joon, mucho menos estando Jimin delante, así que se hace el despistado, se sienta junto a ellos y saca su ordenador de la bolsa.

―Es más complicado que otras veces.

Enciende el aparato, busca la carpeta en donde guarda todos los ataques que Yaza ha sufrido en los últimos meses y la abre exponiendo todo su contenido a seis pares de ojos curiosos que lo miran por encima del hombro.

―¿Todo eso? ―pregunta Jimin, incrédulo.

―Son problemas menores, no hay de qué preocuparse ―le tranquiliza Joonie.

―Excepto el último.

Yoongi reproduce la melodía y lee el galimatías de nuevo esperando que la inspiración le llegue del cielo...

―Es hermosa... ―confiesa Jimin―. Al menos tienen buen gusto...

―Yo he oído esa canción en alguna parte ―interviene Tae. E inmediatamente cae en la cuenta de dónde la ha escuchado.

Más allá del bosque.

Más allá del túnel.

En un local lleno de humo y asientos de cuero e instrumentos tradicionales. De esos que ya no se ven en Ilsam Town.

Y su cara se transforma en un rictus cuando se da cuenta de que no puede decir dónde. No puede revelar sus secretos frente al heredero de la nación. No puede jugarse su futuro de esa manera.

―¿Dónde la has escuchado? ―pregunta Jimin, clavando sus ojos brillantes en él.

―No... no lo recuerdo ―balbucea―. Tal vez me haya equivocado.

Pero por su voz titubeante, Yoongi sabe que Taehyung está mintiendo una vez más.


Mentiré solo una vez más (BTS fanfic) /completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora