6:30 a.m.
El despertador de Zayn sonó a la hora programada haciéndolo abrir lo ojos casi al instante y apagarlo. Se sentó, se estiró y se levantó para comenzar su día. No tenía nada que hacer en especial a esta hora, pero al estar esos casi ocho años en aquel internado se le había hecho costumbre levantarse temprano. Allá normalmente los hacían levantarse a las cinco de la mañana, pero ahora las seis y media le parecía perfecto.
No sabía a qué hora Liam abría su famoso consultorio, así que esperaría máximo hasta las ocho para llamar y programar su cita.
Se duchó, se colocó un perfectamente planchado traje y lustrados zapatos negros, desayunó, cepilló su dientes y su cabello, y se sentó a ver las noticias.
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8:05 a.m.
Decidió esperar al menos cinco minutos después de las ocho para llamar, "no quería lucir desesperado."
Tan solo dos timbres y la llamada le fue atendida.
—Buenos días —saludó una mujer—. Consultorio de psicología, ¿en qué puedo ayudarle?—Buenos días, señorita, quisiera agendar una cita —dijo Zayn.
—Claro que sí, señor. ¿Puede darme el nombre del paciente, por favor?
—Umm... Sí, yo soy... —no podía decir su nombre, quizá Liam no querría resivirlo—. Rodger Ma... Rodger Mars.
—Muy bien, señor Mars, ¿para cuándo querría la cita?
—Para hoy si es posible.
—Claro que sí, señor, el psicólogo puede recibirlo a las nueve, a las dos o a la cinco.
—La de las nueve está perfecta.
—De acuerdo. ¿Puedo ayudarle en algo más?
—No, eso es todo. Muchísimas gracias.
—No hay de qué.
—Adiós.
Guardó su celular en el bolsillo.
—Rodger Mars —Rió bajo—. Me gusta.✦✦✦
Salió cuarenta minutos antes de su casa. El consultorio quedaba a tan solo veinte minutos, pero quería comprarle algo lindo al castaño. Se decidió por algo sencillo, algo clásico, algo cursi como sabía que a Liam le encantaba. Un bonito ramo de rosas rojas con una tarjeta que el mismo escribió.
—Buenos días, señorita —saludó al llegar frente a esta en la sala de espera.
El lugar era muy bonito. Fresco. Había varias plantas adornando, muebles un tanto rústicos, piso de madera barnizada y paredes en un relajante tono amarillo. Definitivamente Liam lo había decorado todo.
—Buenos días, señor —saludó la secretaria—. ¿En qué puedo ayudarle?
—Soy el señor Mars —dijo Zayn.
—Oh, por supuesto. Permítame un segundo —tomó el teléfono de su escritorio, puso marcación rápida y anunció—: El señor Mars está aquí para su cita —colgó—. Puede pasar —dijo con una sonrisa coqueta.
—Muchas gracias —. Respiró profundo antes de girar el picaporte y entrar al consultorio. Ahí estaba Liam, tecleando algunas cosas en su laptop. Lucía realmente guapo con esas gafas y su bata. Suspiró y cerró la puerta detrás suyo llamando la atención del castaño.