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11:45 a.m.

Confusión, dolor, tristeza, frustración y consternación, todas mezcladas en el interior de Zayn. A esto sumándole el fuerte dolor de cabeza que tenía por la resaca, era de la terrible forma en la que se despertó.

Abrió los ojos de a poco, dejándolos entrecerrados durante varios segundos para acostumbrarse a la luz que inundaba la habitación gracias a que las cortinas de las ventanas estaban abiertas.

Miró a su alrededor, no reconocía la habitación, pero ese dulce e inconfundible aroma en las sábanas, le hizo saber casi de inmediato que se trataba del cuarto de Liam. No recordaba cómo es que había llegado ahí, la última imágen que estaba vagamente en su memoria del día anterior, fue de él llendo a su casa, tomando una botella de whisky, y lléndose a pie hasta su refugio; la montaña. De ahí en más, todo era una mezcla de visiones borrosas y que no sabía si las había soñado o realmente habían pasado.

Después de tanto sin ingerir una sola gota de alcohol, ya había olvidado lo horrible que era tener resaca. Presionó su cabeza con ambas manos y cerró con fuerza sus ojos tratando de alejar el dolor.

La puerta fue abierta unos pocos minutos después, y al igual que esta, él abrió sus ojos.

Era Liam, traía consigo una bandeja sobre la cual llevaba comida.
—Buenos días, dormilón —saludó con una enorme sonrisa—. ¿Cómo amaneciste? —cuestionó mientras llegaba a su lado.

A Zayn le fue imposible no sonreír ante esto.
—No te voy a mentir, me siento mal —respondió—. Pero ahora que te veo —suspiró sin eliminar su hermosa sonrisa—... Puedo sentir un poco de paz.

—Me alegra poder generar eso en ti. Ahora siéntate, ¿sí? Tienes que desayunar —Zayn obedeció, se sentó quedando recargado en la cabecera—. Aquí tienes —dijo, colocándole la bandeja sobre los muslos.

Malik rió bajo al ver la cantidad de comida sobre la bandeja: había un plato con tres huevos estrellados y seis piezas de tocino, otro con dos panes tostados con mantequilla, una taza con fruta picada, una taza con café, y un vaso con jugo de naranja.
—Vaya, cuanta comida. ¿Me enviarán a la silla eléctrica después de esto? —dijo a modo de broma.

Liam también rió.
—No exageres. Te apuesto a que ni siquiera vas a quedar satisfecho al terminar.

Asintió sin eliminar su sonrisa.
—Me conoces tan bien.

Se sentó en el borde de la cama a un lado de sus piernas.
—Ahora lo hago. Ahora sí puedo decir que te conozco mejor que a la palma de mi mano.

—Y eso me encanta. Completamente transparentes ante el otro. No más secretos.

—No más secretos —afirmó antes de depositar un pequeño beso en los labios del moreno. En verdad disfrutaba hacerlo "sufrir" por un beso, pero él tampoco era indiferente, no podía resistirse a besarlo—. Ahora come, para poder traerte alguna pastilla para el dolor de cabeza —dijo poniéndose de pie nuevamente.

—Gracias por todo —le dijo—. Eres el mejor.

Ladeó inconscientemente la cabeza hacia un lado, enternecido.
—¿Lo soy? —cuestionó sonriente.

Asintió sin dudarlo.
—Por supuesto que lo eres —afirmó.

—Sí, lo sé —dijo con una pequeña risa, antes de salir de la habitación contoneando las caderas.

Suspiró enamorado.
—¿Qué haría yo sin ti, Liam? —dijo en un susurro, para después comenzar a devorar su desayuno.

Liam, por su parte, se quedó recargado en la pared apenas salió de la recamara. No quiso demostrar frente a Malik lo mucho que significó para él su comentario en ese momento.
—¿Qué haría yo sin ti, Zayn? —susurró para sí mismo. —Fue hacia la cocina y de un gabinete sacó las pastillas para el dolor de cabeza. Tomó un par y se las llevó al moreno —. ¿Te duele mucho, o solo un poco? —le preguntó antes de dárselas.

Mi salvación || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora