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8:25 p.m.

Zayn aparcó justo detrás del coche de Geoff y apagó el automóvil. Acomodó el espejo retrovisor para poder verse y arregló el cuello de su camisa.
Sé giró para ver a su novio y le preguntó:
—¿Crees que deberíamos tocar la puerta ya o esperar a que el reloj marque la media?

El entrecejo del castaño se frunció.
—¿Y para qué esperaríamos? —cuestionó confundido.

—No lo sé —dijo encogiendose de hombros—. Ellos nos invitaron para venir a las ocho y media y aún no son. No quiero lucir desesperado.

Rió.
—Entonces no lo estés. Podemos tocar ya, no pasa nada, no se van a enojar.

Rió, muy poco y bajo, los nervios estaban a flor de piel.
—De acuerdo —Respiró profundo y estiró su brazo para tomar la mano de Liam. Besó el dorso de esta y sonrió—. Hagámoslo.

Compartieron un suave y corto beso antes de bajar del coche e ir directo al porche. Liam fue quien tocó el timbre, al parecer Zayn estaba tan nervioso que ni siquiera podía hacer eso.

—¡Un minuto, por favor! —se dejó oír la voz de Geoff.

La sangre bajó hasta la planta de los pies del moreno. Geoff era quien le preocupaba únicamente. No tuvo la oportunidad de disculparse personalmente con él hace años y era –a su parecer– a quien trató peor. Con quien fue más irrespetuoso e insolente.
—No puedo hacerlo —dijo—. Quizás en otra ocasión. —Intentó alejarse, pero al estar sujeto de la mano del castaño, este se lo impidió.

—Tranquilo, amor, no va a pasar nada malo. Además ya estamos aquí, no podemos quedar les mal, ¿mh? —Zayn asintió rígido—. Inhala —le dijo haciendo esto con él—... Exhala. —Ambos expulsaron el aire por la boca de manera lenta y se volvieron a acomodar firmes a la espera.

Geoff por fin abrió.

Malik se armó de valor y fue el primero en hablar:
—Buenas noches, señor —dijo soltando la mano de Liam para extenderla hacia el anciano.
Pasó de los peores segundos creyendo que su suegro no estrecharía su mano, pero la sangre volvió a correr con normalidad por su sistema cuando este lo hizo.

—Buenas noches, Zayn —dijo mirándolo de arriba a abajo detenidamente. En su voz no se podía distinguir enojo, pero tampoco alegría. Era algo neutro.

Sin saber que más decir, o si siquiera debía decir algo, volvió a tomar la mano de su novio y le dio un leve asentimiento de cabeza a su suegro.

—Hola, papá —dijo Liam acercándose para besarle la mejilla.

—Bueno —habló Geoff nuevamente, abriendo la puerta completamente y haciéndose a un lado—, pasen que la cena ya está servida.

—Muchas gracias —dijo Zayn antes de volver a soltarle la mano al castaño para colocarla esta vez en la espalda baja de este y hacerlo adentrarse primero al hogar de sus padres.
Los tres fueron hasta la cocina, en donde Karen se encontraba dándole los últimos detalles a la mesa.

El clásico banquete estaba servido: pavo, pure de papas, salsa de arándanos, maíz, guiso de judías verdes y pay de calabaza. Y como bebidas: martini de manzana dulce y ponche tropical de guayaba.

Todo esto lucía y olía exquisito, al menos lo hacía al parecer de Zayn, quien con tan solo verlos y olfatearlos ya tenía la boca hecha agua.
—Buenas noches —saludó con una pequeña reverencia.

—Buenas noches —respondió Karen con una sonrisa tan cálida que –casi– todo el temor abandonó el cuerpo del moreno—. Llegan justo a tiempo. Tomen asiento, por favor. —Zayn y Liam se sentaron de un lado de la mesa y Geoff y Karen del otro—.  Bueno, al ser tan pocos supongo que deberíamos ponernos de pie para poder tomar nuestras manos, ¿están de acuerdo? —Los cuatro se pusieron de pie y tomaron sus manos. La mano de Zayn temblaba de forma casi imperceptible al estar sujetando la mano de Geoff—. Yo comienzo, si les parece bien. —Cerraron los ojos y bajaron levemente la cabeza.

Mi salvación || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora