Zayn tardó unos segundos en responder, pero lo hizo. Hablar de sus sentimientos no le agradaba como ya es sabido, pero por Liam lo haría. Él lo hacía sentir seguro y a salvo.
—La primera vez fue por una estupidez. Recuerdo haber estado jugando con cochecitos a mitad de las escaleras y mi... umm... progenitora, me dijo que no lo hiciera porque podía ocurrir algún accidente, pero no le hice caso. Continué en lo mío hasta que decidí que necesitaba más coches. Me puse de pie, subí a mi habitación por más y cuando bajé, pisé uno de los que ya tenía ahí y me caí —rió al recordarlo—. Rodé por la mitad de las escaleras, y créeme que eran largas, y llegué al final hasta donde Trisha ya me estaba esperando con los brazos cruzados.No sabía si reír o no, pero lo hizo.
—Umm... ¿Trisha es tu mamá?Su sonrisa se borró, no se dio cuenta de que había dicho su nombre. Asintió.
—El caso es que comprenderás que una caída así es dolorosa, y más para alguien de seis años. Cuando estuve ahí, a sus pies, estiré mis brazos para que me levantara y me reconfortara, pero bueno, ella no lo hizo. Me levantó, sí, pero de un brazo de una manera muy brusca y me llevó casi arrastrando hasta una esquina, en donde fue mi castigo por desobedecerla.—¿En verdad no te sobó ni un poquito? —preguntó tomado una venda y comenzando a atarla en su mano con delicadeza—. ¿No te dijo ni siquiera algo compasivo?
Negó con una pequeña risa amarga.
—No, ella nunca hizo nada parecido por mí. Tan solo me dijo que me quedara ahí, parado mirando esa estúpida esquina durante una hora para reflexionar y que no podía seguir llorando. Que yo me lo busqué y que solo las niñas lloran.—Eso es una estupidez —dijo quitándose las gafas y dejándolas sobre la barra.
—Lo sé, pero lo hice. Me quedé ahí, aguantando las ganas de llorar y el dolor. Y recuerdo que cuando llegó mi padre corrí a sus brazos y le conté lo que pasó.
—Y ¿qué dijo al respecto?
—Primero me preguntó que si ya no me dolía nada, y como no lo hacía, le dije que no. Después me dijo que debía obedecer a mi madre y luego la reprendió a ella, le dijo que estaba bien que se molestara un poco por haberla desobedecido pero que debía mostrar compasión.
—Y ¿sobre tu llanto?
—Oh, él estuvo de acuerdo en eso. Dijo que lo hombres debemos aguantar el dolor y omitirlo. Que el llanto no era un opción, que debía ser valiente y fuerte o todos me aplastarían.
Arrugó el entrecejo asombrado por las cosas tan erradas que le decían a un pobre niño.
—Perdón por decir esto, pero tus papás eran unos tontos.Rió bajo.
—Lo sé. Pero bueno, yo adoraba y respetaba profundamente a mi papá, y si decía que no debía llorar, no lo haría. Todas las demás veces que tuve ganas de llorar me las tragué y las escupí lejos.—Y ¿qué hay de la segunda vez que lloraste? ¿Por qué fue?
—Fue cuando él murió. No pude evitarlo, traté y traté pero no lo logré. Al menos me mantuve firme hasta su último aliento, después estallé en llanto.
—Oh, Zayn —arrulló antes de abrazarlo—. Lo siento tanto por ti. Nunca debieron decirte eso. No tenías porqué reprimirte.
Malik, quien correspondió el abrazo gustoso, aspiró el dulce y tranquilizante olor en el rizado cabello.
—Pero lo hice. Y de hecho lo agradezco en parte, ahora ya no me hacen falta las lágrimas. No he llorado desde entonces y no he sentido la necesidad. Y si no siento la necesidad de llorar mi corazón no se ablandará tanto al grado de desintegrarse por la humedad de las lágrimas.