32

2.8K 269 425
                                    

10:34 p.m.
Denver, Colorado.

—¡Tengo hambre! —lloriqueó Darcy removiéndose impaciente en las piernas de su ojiverde padre.

Iban de camino a su destino en taxi, ya que este era el único medio para ello, y la pequeña castaña no había dejado de quejarse por una por otra cosa desde que bajaron del avión. Todos estaban irritables después de diez horas de vuelo y las dos y media horas que llevaban en aquel vehículo amarillo (aún les quedaban un par de minutos para llegar), y el poco espacio y lloriqueos de Darcy no ayudaban a que su humor mejorara.

Tan solo había un taxi de cinco plazas disponible al salir del aeropuerto (pues se habían quedado a comer y era épocas navideñas) y definitivamente no querían esperar en la frialdad de la noche por otro, así que los nueve se subieron en el mismo de la siguiente forma: Camila en el regazo de Lauren en el asiento de copiloto, Liam en el regazo de Zayn en el asiento trasero al lado de una de las puertas, Shawn en el regazo de Niall en el medio del asiento trasero y Harry –con Darcy en su regazo– sobre el regazo de Louis al lado de la otra puerta. Y aunque esto puede ser ilegal, digamos que el dinero siempre facilita las cosas, y más si vas a un lugar apartado.

Las piernas de los mayores ya estaban entumecidas y el cuello de los menores dolía por tener que estar doblado (sin contar que con los topes el golpe era fuerte en la cabeza).

—Mila —habló Harry—, ¿le puedes pasar sus galletas a Darcy, por favor?

—Claro —dijo la morena antes de abrir el bolso de Harry (que llevaba con ella por razones obvias de espacio) y sacar el paquete de galletas—. Aquí tienes, princesita —se las dio.

La pequeña trató de abrirlas con los dientes, pero no podía, y no pasaron ni cuatro intentos fallidos para que se desesperara y comenzara a patalear.
—¡¡Aaaaahhhh!!

—Tranquila —dijo Styles—. A ver, déjame ayudarte —quiso tomar el paquete de galletas pero su hija lo apartó con un quejido.

—¡Yo! —lloriqueó—. ¡Yo puedo! —tironeó de la envoltura hasta que la rompió y todo el contenido voló en diversas direcciones—. ¡¡Aaaaaah!! —comenzó a llorar y manotear.

—Te dije que me dejaras ayudarte —reprochó Harry aún con ese tono dulce de padre amoroso. Se le veía que estaba muy estresado y cansado, pero aún así no lo demostraba con su pequeña.

—Mis... ¡¡galletiiitaaaas!! —chilló.

Malik rodó los ojos y ajustó su agarre alrededor de la cintura de su novio.
—Agh, otra razón para no querer mocosos —dijo en voz baja para sí mismo, pero Liam lo escuchó y le pellizcó el brazo—. ¡Ouch!

—Es una niña, Zayn, está abrumada con todo esto —repuso en voz baja para que solo él le escuchara—. Además sabes que yo sí quiero hijos, y no permitiré que seas un mal padre.

Rió bajo.
—No lo seré —aseguró—. Estoy convencido de que nuestros mini Leeyums no serán así. Serán unos angelitos hermosos —le besó la espalda.

—Eso es muy lindo —dijo—, pero todos los niños hacen berrinches, es la manera que tienen para demostrar su inconformidad, así que tendrás que saber sobrellevarlos sin maltratarlos.

—De acuerdo, lo haré.

Shawn tomó una de las galletas que cayó en su regazo y se la tendió a la pequeña.
—Toma, Darcy, esta no cayó al...

—¡No quiero! —la ojiazul tomó la gelleta y la lanzó hacia el frente.

—Darcy —regañó Harry—, no seas grosera. Pídele una disculpa.

Mi salvación || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora