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Dos semanas después...
7:35 p.m.

Zayn y Liam se encontraban en el sofá de la sala, en casa del moreno, únicamente platicando de cualquier cosa que cruzara por sus mentes.

—Ah, tengo otra cosa que decirte —dijo Zayn—. Y espero que aceptes.

—Eso lo veré después de que me lo digas —respondió Liam—. ¿Qué es?

—Bueno, pues con todo esto que ha pasado desde el regreso de... Umm... Trisha —aún tenía cierto debate mental al no sabes como referirse a ella—, pues no hemos tenido tiempo para lo siguiente, ya sabes... Y yo, quiero invitarte a salir este domingo por la tarde. ¿Qué dices?

Sonrió, sin mostrar los dientes.
—Digo que suena bien, y por supuesto que acepto. Pero antes, quiero saber una cosa: ¿cómo te sientes? Respecto a todo lo ocurrido hace días.

Sonrió de la misma forma.
—Mucho mejor. Es que no sabes, el psicólogo con el que he estado lleno es maravilloso en todos los sentidos. Me recuerda mucho a ti, porque tienen el mismo rostro angelical, el mismo cuerpo magnífico, el mismo cabello ondulado, y ese enorme corazón que los caracteriza —dijo todo esto mirándolo fijamente, reforzando el poder de sus palabras con el amor sincero en sus ojos—. Me hace sentir tan cómodo para contarle todo, y me ayudan demasiado sus palabras y consejos.

Amplió su sonrisa, esta vez dejando ver sus blancos dientes, con un leve rubor sobre sus mejillas.
—¿Ah, sí? ¿Y cuáles son la palabras o consejos que más te han ayudado?

—El consejo, supongo que el de trabajar. La empresa me ha ayudado demasiado a alejar mi mente de eso. Y sobre las palabras, sin duda alguna son las que me dice al final de la consulta —suspiró enamorado—: te amo.

Rió bajo y lo abrazó.
—Owww —besó su mejilla—. Cada vez que dices cosas así, que ya es casi siempre, me haces querer llorar. Aunque fue tarde, estás haciendo realidad mi anhelada fantasía de que todos los días fueras cursi para mí sin tener que pedirtelo.

Dejó ver sus perfecta dentadura al volver a sonreír.
—Creo que ya te había dicho que estas palabras salían solas. Es solo que antes no me sentía con la confianza suficiente en mí para decirlas —se acomodó de manera en que pudiesen mirarse de frente y lo tomó de ambas manos—. Pero ahora ya no soy como antes. Ya no estoy huyendo del posible dolor. Y perdóname si digo que te necesito, Liam, pero ya no me importa, no me da miedo el amor. Porque cuando no estoy contigo soy más débil. Quiero decir, ¿está eso tan mal? —El castaño negó, mirándolo con ojos enternecidos—. Porque tú me haces fuerte.

—Ya, Zayn —se quejó con un puchero. Podía ser ya un adulto, con un cuerpo tonificado y sombra de barba, pero aún así seguía luciendo malditamente tierno cada vez que hacía eso—. Me vas a hacer llorar, y lo digo en serio.

Rió bajo.
—Perdón, ahora definitivamente contigo no puedo guardarme nada de lo que pienso. Como por ejemplo no puedo evitar decirte cada cinco minutos que te amo mucho, mucho.

Depositó un pequeño beso en sus labios.
—Y yo a ti.

—... Bueno —volvió a hablar después de haber estado perdido varios segundos en los ojos soñadores de Liam—, entonces sí aceptas salir conmigo este domingo, ¿verdad?

—Por supuesto que sí. Aquí a la misma hora de siempre, ¿no?

Zayn negó.
—Nop, yo pasaré por ti a las... Umm —lo pensó algunos segundos—... ¿A las siete te parece bien?

Asintió.
—Me parece perfecto. Y, ¿a dónde iremos, huh?

—Eso —tocó la punta de la nariz de forma juguetona—... es una sorpresa, míster Payne.

Mi salvación || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora