Viernes.
3:00 p.m.
Jade iba llegando al consultorio de su prometido para ir a comer juntos cuando lo vio afuera de este con las enormes puertas cerradas pegando un letrero en ellas.
—¿Qué haces? —preguntó llegando a su lado. Elevó su vista y se dispuso a leer el papel ahí pegado:
Cerrado hasta
nuevo aviso.
—¿Cerrado? Pero ¿por qué? —volvió a cuestionar.
Liam suspiró y dirigió su vista hacia ella.
—No puedo ayudar a nadie en estos momentos. No me encuentro en condiciones.
—¿Te ocurre algo malo, bebé? —cuestionó preocupada colocando una mano en la mejilla de este.
Lo desconcertó la manera en la que Jade lucía tan tranquila y "normal" con él, tomando en cuenta que apenas ayer le contó su infidelidad. Un poco de seriedad o de evitarlo era lo mínimo que esperaba de su parte.
—Algo terrible, diría yo. Me estoy perdiendo. Cuando creí que ya me había encontrado, me estoy dando cuenta de que no es así.
—Oh, cariño —arrulló abrazándolo—. Todo pasará, ¿sí? Estoy segura de que solo es el estrés por todo lo que debemos organizar y por lo mucho que cambiarán nuestras vidas al unirlas. Pero te aseguro de que tan solo serán cambio buenos y favorecedores.
Acarició su espalda con suavidad.
—Eso espero. Utilizaré cada día que me resta de vida para tratar de hacerte muy feliz.
—Estoy convencida de que lo harás. De hecho ahorita mismo con simplemente estar entre tus brazos me siento así: muy feliz.
Suspiró y besó su cabeza antes de separarse.
—No olvides nunca que te amo, Jade... Y que hay muchas maneras de hacerlo.
Arrugó el entrecejo con una sonrisa.
—Claaaro, señor extraño —rió por lo bajo—. Ya sé a lo que quieres llegar con eso.
—¿Ah, sí? —dijo ligeramente aterrado pero esperanzado a la vez.
Asintió sin eliminar su sonrisa.
—Mhm... Tú —le toco la punta de la nariz de forma juguetona—, quieres algo de acción —dijo rodeándole el cuello con ambos brazos acortando casi por completo toda distancia entre ellos—. Quieres que nos demostremos amor de esa forma, ¿no? —dejó un húmedo beso en su cuello.
«Debí esperarme que no entendiera la intención de mis palabras», se dio una palmada mental por no haberse expresado correctamente y luego sin saber que más hacer, asintió.
—Pero no te sientas presionada. Es solo...
—Por supuesto que no me siento así, al contrario, me parece una idea muy oportuna y excelente.
—¿En serio? —dijo confundido.
—Mhm —le lamió sensualmente el labio inferior—. Así podremos volver a unir cualquier tipo de ruptura que se haya hecho en nuestro amor.
«Eso es imposible», dijo para sus adentros. «No lo hagas, ya basta, esquivala», se dijo.
—Umm... Aunque en realidad no sé si pueda, cariño, estoy algo... umm... ocupado.
—¿En qué? Acabas de cerrar temporalmente tu consultorio.
—Sí, pero... aaah.... es algo personal. Algo con... ¿mis amigos?
